La oferta de los servicios legales ha ido adquiriendo contornos nunca antes vistos debido a la evolución de las redes sociales y a la incursión en el mercado de profesionales que buscan ofrecer sus servicios a través de soluciones más bien alternativas a las tradicionales.
A pesar de que esta novedad implica un cambio cultural, representa un paradigma estructural para aquellos que aún no han comprendido la transición o simplemente no están de acuerdo con la perspectiva moderna que propone una abogacía estratégica y performativa como el nuevo lema del mercado. Ahora hay una lista de métodos, técnicas y otras que se volvieron parte de la abogacía, entre ellos: contenidos performativos, demostración de resultados, tutorías y cursos específicos, tráfico pago, implementación de tecnologías y capacitación en gestión.
A menos que un abogado esté directamente involucrado en el derecho empresarial y en el entorno corporativo, es poco común que participe en discusiones relacionadas con la estructuración de equipos, la gestión de personas, la administración de activos y el recorrido del cliente en su propio despacho.
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Es posible que términos como análisis FODA, equidad, habilidades blandas y duras, fusiones y adquisiciones, plan de negocios, CRM, chatbox, métricas y control de expansión ni siquiera se consideren parte de la metodología para iniciar una oficina.
Las redes sociales hoy están ocupadas por contenidos diversos que se suman a todo este cambio de cultura, impulsando el paradigma estructural de la incidencia.
La vieja cultura (paradigma estructural) era adoptada por aquellos que acababan de aprobar su examen para ejercer el derecho. Implicaba alquilar una oficina, tener un teléfono, correo electrónico y tarjetas de visita y esperar, con la esperanza de que un cliente se presentara en su despacho.
Sin embargo, en la actualidad, se está abriendo el camino hacia el posicionamiento digital. Esto se logra mediante la creación de una sólida presencia en redes sociales, el desarrollo de un branding adecuado, la creación de una página web con capacidad de respuesta y la producción de contenido informativo o de ventas (un término que también ha encontrado su camino en esta transformación cultural).
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Todo esto está vinculado con una estrategia diseñada para compensar las dificultades inherentes a los comienzos en cualquier profesión, incluso cuando se tienen en cuenta las reservas que puedan surgir de aquellos que ingresan al mercado con una herencia patriarcal, un elemento que, como menciono en este artículo, sigue siendo parte del paradigma estructural.
En relación con este paradigma, es común encontrar que grandes nombres de la antigua abogacía critiquen los nuevos enfoques y modelos de práctica jurídica estratégica y performativa. Argumentan que la exposición, la "agresividad" del marketing y el posicionamiento digital violan el decoro de la profesión.
En algunos casos, incluso utilizan un tono jocoso para referirse a estas tácticas, como si consideraran que todo esto socava el romanticismo asociado con lo que una vez se llamó el "derecho artesanal". Pero, recientemente, grandes figuras del derecho antiguo están rindiéndose ante este enfoque del derecho estratégico y performativo.
Estas figuras están revaluando sus conceptos previos y están dispuestas a emplear métodos que en el pasado podrían haberse considerado contrarios a la esencia de su profesión. Todo es una cuestión de idoneidad del mercado.
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Quizás el derecho nunca deje de ser artesano. Esto, por supuesto, depende del punto de vista y la interpretación que se le atribuyan al concepto, ya sea por su rusticidad o por la pasión que ha impulsado, a lo largo de los años, a los eruditos a involucrarse en procesos manuales de construcción de argumentos. El punto central es la adecuación estructural y el aprovechamiento de las características de los profesionales, debido a la amplia multidisciplinariedad que propone el derecho.
La artesanía puede vincularse directamente a una perspectiva de sofisticación del desempeño profesional, dando lugar a soluciones tecnológicas que no solo brindan un rendimiento sobresaliente, sino que también mejoran la capacidad de respuesta a las necesidades de aquellos que depositan su confianza en los servicios del abogado.
Experimentar un cambio de cultura es una tarea que en algún momento puede significar tormento para unos y oportunidad para otros. Sin embargo, el denominador común que se desprende de esta ecuación es que los profesionales deben adaptarse al mercado y no al revés.
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No obstante, a veces descuidamos la perspectiva litúrgica que implica el ejercicio del derecho al centrarnos en la consideración performativa. Si bien es importante mantener esta última en mente, no debemos pasar por alto las oportunidades que surgen con los cambios en el mercado legal.
Nosotros, los abogados que presenciamos y vivimos esta variación del mercado, nos enfrentamos a la adaptación y a una visión de la modernidad como una forma de no perdernos frente a un paradigma estructural que, en cierto modo, ha ido perdiendo terreno.
*Berlinque Cantelmo es abogado especializado en ciencias penales, cumplimiento y gestión de personas con énfasis en habilidades del sector público. Estudiante de la Fundação Getúlio Vargas del Executive MBA en Derecho: Gestión y Derecho Empresarial.
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