La Legalweek 2024, una relevante conferencia internacional para la industria legaltech, ha concluido con premisas que considero satisfactorias y me acompañan de retorno a mi país. Además, este encuentro deja constancia de que se ha superado el postraumatismo generado por el COVID-19, que provocó la pausa de este encuentro, y percibo un volumen de asistencia muy parecido al habitual antes de la pandemia, así como mayor interés en el evento.
Una de mis conclusiones es que el concepto de 'retomar' no parece adecuado en el rumbo al que se dirige la industria de tecnológica para el sector legal, pues, de acuerdo con las conversaciones sostenidas y los propios tracks de educación a los que tuve la suerte de asistir, así como los contenidos presentados por las legaltech durante esta conferencia, parece ser que en realidad hablamos de un rumbo incierto.
El remezón que todos reconocen -y sobre el que todos intentan construir- está dado por la indudable irrupción de la inteligencia artificial generativa, que vio la luz masiva el año pasado. Todos los presentes, sin excepción, acusaron el impacto de este cambio en las reglas del juego. Parece ser que el terreno se nivela, que ya las ventajas competitivas de antaño pasan a ser menos claras y que las hojas de ruta de desarrollo de producto intentan, todavía, ponerse al día o entender hacia dónde dirigir el timón.
Te recomendamos leer: Integración de tecnología en operaciones legales; más allá de la automatización
Por ello llamaría a esta conferencia la conferencia de la desorientación. Un estado de exploración latente en el que cada uno, desde su espacio o rincón, intenta obtener provecho de este punto de inflexión tecnológica, pero nadie tiene la clarividencia suficiente para marcar la pauta.
Lo anterior presenta un sinfín de oportunidades, porque hace al mercado más perfecto o imperfecto según se mire. Desde la óptica tecnológica, es como haber retrocedido algunos años a un estado en el que todo parece estar empezando.
En este entorno, las personas (y no la tecnología) vuelven a ser la clave del éxito. La creatividad humana, los hábitos, las culturas, la capacidad o no de ejecución y liderazgo son los únicos elementos en los que todos los actores de este ecosistema pueden hoy confiar, apalancar y basar sus proyectos para encaminarlos por lo incierto.
La flexibilidad, agilidad, mentalidad digital y exploratoria son las competencias probablemente más necesarias para sobrellevar los desafíos de hoy, a la vez que el pensamiento crítico, la capacidad de priorizar, ajustar y aprender pasan a ser ventajas competitivas reales.
Las legaltechs, firmas de abogados, departamentos legales, entidades gubernamentales y las no gubernamentales están obligadas a aprovechar este momento pero, a la vez, pocos son los que tienen claro cómo hacerlo. Los que llevan la delantera son aquellos que, inspirados por las competencias ya descritas, se han lanzado a la aventura de probar, iterar y descubrir aquellas aplicaciones y herramientas que generan valor, es decir, son aquellos que han logrado desarrollar equipos sólidos, resilientes y con espíritu aventurero.
Desde mi mirada, el abogado no puede ser ajeno a esta realidad; más que por el temor a la obsolescencia, por el deber moral de encontrar en estas soluciones nuevas formas de mejorar el ejercicio del derecho y el acceso a la justicia.
¿Te gustan estos temas? ¿Ya conoces nuestros newsletters temáticos?
Las ineficiencias ya no serán tolerables, la productividad mediocre ya no será una opción y el foco en las estrategias de datos y conocimiento ya no son algo que podamos obviar o mirar con indiferencia.
Con todo, es precisamente allí en donde está la dificultad: el desafío es descifrar cómo, cuándo y por qué romper la inercia y encaminarse por aquel rumbo incierto con una brújula basada más en la inspiración e intuición que en el magnetismo.
Tras estos días de reflexión, la invitación es para los equipos legales que quieran trascender y adquirir relevancia competitiva, que deben trabajar muy duro en encontrar aquellos espacios de innovación y progreso que puedan forjar pilares sólidos para asegurar su futuro. Pero esto no será posible si ignoramos a las personas que componen estos equipos y no les damos los recursos y espacios para crear, diseñar, equivocarse y, desde allí, progresar.
*Andrés Jara es socio fundador de Alster Legal y miembro del Consejo Asesor de Global LegalTech Hub.
Add new comment