Las discusiones para equiparar los permisos de maternidad y paternidad en América Latina siguen en curso. En algunos países, como Colombia, el tema se revisa dentro del paquete de propuestas de reforma laboral, mientras que en otros, como Perú, se han presentado proyectos que abordan específicamente ese tema. Las licencias parentales, desde un punto de vista de igualdad de oportunidades, son una necesidad imperante para equiparar los roles sociales de género y se asoman cada vez más tanto en el sector público como en el privado.
Las licencias de paternidad son una herramienta para “alcanzar sociedades más igualitarias”, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ya que “al distribuir las cargas del cuidado, las mujeres tienen mayor autonomía para dedicar tiempo a sus carreras profesionales”. Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “cerrar brechas en licencias y servicios de cuidados generaría millones de empleos formales en América Latina y el Caribe, especialmente para las mujeres”.
No obstante del consenso de su importancia, la materialización de este tipo de normas aún no llega. Según la OIT, la licencia de paternidad no está reconocida de manera explícita en ninguna norma internacional sobre trabajo, aunque es parte de la Resolución de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) del 2009, específicamente de la sección tercera, “sobre igualdad de género como motor del trabajo decente”, en la que señala que “las medidas destinadas a conciliar el trabajo y la familia no se dirigen únicamente a las mujeres, sino también a los hombres”.
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Este escenario, en parte, puede explicarse, de acuerdo con declaraciones de María Paula Reinbold, oficial de Educación y Primera Infancia de la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y El Caribe, porque uno de los grandes impedimentos de avance en esta temática recae en que los padres “no usan la licencia, ya sea por presiones sociales o estereotipos de género”.
“Un caso particular es el de Chile, que como país está bien posicionado en los rankings de desarrollo humano pero para este caso solo ofrece cinco días de licencia de paternidad”, refiere Alejandra Trujillo, coordinadora de proyectos de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia (Fescol), especialista en políticas públicas de género en el sector laboral.
La diferencia en los períodos de licencia para padres y para madres puede constar de 61 días en el “mejor de los casos” —el de Islas Vírgenes Británicas—, y de 168 días en el caso de mayor distancia —Venezuela—.
En el siguiente cuadro, elaborado por LexLatin, se muestran las diferencias entre las licencias de maternidad y paternidad en la región y la respuesta a la pregunta: ¿Por cuántos días de licencia materna se da 1 día de licencia paterna?
Fuente: OIT, 2022
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Alejandra Trujillo, de la Fescol, quien se autodefine como una “defensora del tema de las licencias” porque cree profundamente en la transformación hacia la paridad que traerá consigo involucrar a los hombres en las tareas de cuidado, lo que lleva a las mujeres a tener mayores condiciones de igualdad para desarrollarse profesionalmente, refiere que en la región la discusión sobre sistemas de cuidado e igualdad de género en el sector laboral está un poco rezagada, sobre todo en el caso de las licencias de paternidad.
Por ejemplo, Argentina, país que ha ido avanzando en materia de derechos de las mujeres con temas puntuales, se ha quedado con solo dos días para el caso de la licencia de paternidad.
Países sin licencias de paternidad
Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Cuba, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Saint Kitt and Nevis, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago son países que si bien cuentan con licencia de maternidad, no han desbloqueado el derecho de contar con una licencia de paternidad en América Latina y el Caribe.
Licencia parental
Existe una tercera modalidad de licencia reconocida por la OIT como beneficio para padres o madres, que se otorga en un periodo posterior a la licencia de maternidad. A esta se le llama “licencia parental”. Se define como el derecho a pedir un tiempo posterior a la licencia sin perder el empleo y conservando los derechos que se derivan de este.
Este tipo de permiso solo es aplicado por cuatro países: Chile, Cuba, Ecuador y Paraguay.
¿Responsabilidad de las empresas o responsabilidad de los Estados?
Dice la OIT, reconociendo la importante labor de los empleadores en la región, que “en varios países de la región se identifican buenas prácticas del sector empleador para garantizar el derecho a esta licencia, aun cuando no hay un mandato legal para ello”.
Al respecto, la especialista de Fescol menciona que a pesar de resaltar el rol que debe jugar la empresa privada para impulsar la igualdad de género, solo se “cumple en contados casos” y, en términos de cuidado, “la mayor responsabilidad es del Estado, porque el cuidado está asociado a un derecho”. Precisa que existe un diamante del cuidado que está compuesto por las familias, el Estado, la empresa privada y la comunidad y que en la actualidad lo que ocurre es que “este está siendo resuelto en las familias por las mujeres”.
En ese sentido, Trujillo concluye que hay una desigualdad muy grande que no se resuelve pues “al final el sector privado también se beneficia de ese trabajo gratuito de las mujeres (el cuidado doméstico, incluyendo el cuidado posparto) y, cuando quien trabaja es una mujer, simplemente debe hacer una doble o triple jornada para poder cumplir con todo los roles que la sociedad le impone”.
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Una mirada comparada entre Colombia y Perú
Colombia fue uno de los países que en los últimos meses planteó, a través del paquete de medidas de la reforma laboral, aumentar significativamente la licencia de paternidad para equipararla con la de maternidad. La propuesta buscaba extender paulatinamente el permiso posnatal para los padres de familia, con miras a reducir brechas de género, hasta llegar a 12 semanas en el 2026.
Esta propuesta volverá a ser presentada por el presidente Gustavo Petro ante el Congreso de la República en la nueva legislatura.
Para Trujillo, el panorama en este país es alentador, a pesar del revés legislativo, añade que desde el gobierno “hay una voluntad importante frente al avance en términos del derecho al cuidado, de manera que habrá transformaciones incluso si no logramos que se presente y que avance la reforma laboral”.
En el caso del Perú, desde 2009 se concedía un periodo de licencia de 4 días, pero hace 5 años, en 2018, la norma fue modificada y el periodo se extendió a 10 días calendarios consecutivos, siempre que estuviera involucrado el cuidado en partos naturales o cesárea, con la posibilidad de extenderse de 20 o 30 días para casos especiales. La ley sigue vigente hasta hoy y se ha presentado un proyecto de ley para ampliar el plazo a 15 días para los casos normales y de hasta 25 días para los nacimientos prematuros o partos múltiples.
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Sobre el contexto en Perú, Pamela Duffy, socia del área laboral de Dentons en Perú, ve con buenos ojos este aumento, sin embargo, advierte que de aprobarse en el Congreso esta iniciativa aún debe ser revisada por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
“En cuanto a la responsabilidad de la crianza de los hijos, me parece que es absolutamente válido y que vamos por buen camino. Me parece justa si se aprueba (la extensión de la licencia de paternidad), sería excelente previa validación del MEF en cuanto a los recursos que tenga el Estado para asumir ciertos subsidios”.
¿Es viable? Al pasar ambos escenarios por la herramienta del Portal Mundial de Políticas de Cuidado, una calculadora de la OIT, hacia el 2023 la inversión del Producto Bruto Interno de países como Colombia y Perú en otorgar licencias de paternidad significaría una cifra muy baja para el gasto fiscal. Para el caso de colombiano se estima una inversión por debajo del 0.00008 %, mientras que para el caso peruano se calcula en un 0.00016%.
Otras iniciativas se gestan en los Congresos de la región para incluir en los discursos públicos las licencias por adopciones, también los días con goce de sueldo para acompañar a menores a citas médicas o escolares. El desarrollo de las políticas ESG de las empresas podría también impulsar el cambio.
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