Con el argumento de que usa el material de otros autores bajo la doctrina de uso legítimo, la empresa OpenAI (desarrolladora de ChatGPT) pidió al tribunal para el distrito norte de California la desestimación de dos demandas colectivas presentadas en su contra por dos grupos distintos de autores, encabezadas por Sarah Silverman (actriz y escritora estadounidense) y Paul Tremblay (escritor y autor de La cabaña del fin del mundo), cada una.
La empresa asegura que los demandantes no tomaron en cuenta el fair use que le permite a ChatGPT hacer uso de sus obras si se emplean para crear nuevas obras o avanzar en productos innovadores, como una inteligencia artificial generadora y modelo de lenguaje.
De ser aceptada la moción para desestimar las demandas, OpenAI se librará de las acusaciones de haber infringido los derechos de autor de terceros y, por ende, se librará de pagar indemnizaciones a Silverman, Tremblay, además de a los autores Christopher Golden y Richard Kadrey y otros escritores, que también se están uniendo a la acción, por haber usado sus obras para entrenar a ChatGPT sin su consentimiento o darles crédito.
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La empresa pidió al tribunal que desestime los reclamos de violación de la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital (DMCA), infracción indirecta de derechos de autor, competencia desleal, negligencia y enriquecimiento injusto, bajo el hecho de que —según ellos— los demandantes se basaron en la concepción errónea de que todas las respuestas generadas por ChatGPT son obras derivadas infractoras, cuando en realidad usan a la vez una gran cantidad de datos para entrenar.
Es destacable que OpenAI está dispuesta a resolver, posteriormente a esta desestimación, las acusaciones de infracción directa de derechos de autor.
Silverman y los novelistas Golden y Kadrey no solo dirigieron su demanda contra OpenAI sino también contra Meta, a la que también acusaron de supuestamente haber usado sus obras para entrenar LLaMA, su modelo lingüístico, sin tener su consentimiento.
Los demandantes de ambas querellas exigen a ambas compañías una compensación no especificada en su nombre y el de los propietarios de las obras, cuyos derechos fueron aparentemente violados en el desarrollo de estas inteligencias artificiales.
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Los alegatos de OpenAI
OpenAI alega, en el documento que presentó ante el tribunal, que la acusación de infracción indirecta de derechos de autor debe desestimarse debido a que los demandantes fallaron en señalar una infracción directa y en mostrar pruebas de una infracción indirecta, incluido el derecho y la capacidad de supervisar la supuesta infracción y el interés financiero que pudo tener la compañía con el uso de las obras de terceros.
Respecto al hecho de que se concibe erróneamente cada texto generado por ChatGPT como una obra derivada infractora, dijeron que, de ser así, “cada una de esas salidas sería simultáneamente un derivado infractor de cada uno de los millones de otras obras individuales contenidas en el corpus de formación, independientemente de si existen similitudes entre el resultado y las obras de formación”.
Refiriéndose a la DMCA, afirman que la desestimación debe concederse tomando en cuenta que las demandas se basan en la eliminación de información de gestión de derechos de autor durante el entrenamiento de ChatGPT, pero esta acusación, como la anterior, no está debidamente respaldada por pruebas firmes (sino solo por supuestos) de que eliminaron intencionalmente la información de gestión de derechos de autor.
Asimismo, no puede hablarse de competencia desleal o enriquecimiento injusto ya que los demandantes no han demostrado que exista un daño económico derivado directamente de las faltas contra la DMCA, mientras que tampoco han presentado pruebas que justifiquen cualquier reclamo económico bajo la ley estatal de competencia desleal de California, además de que considera los reclamos de negligencia y enriquecimiento injusto “intentos abiertos de replantear los reclamos de infracción directa de derechos de autor”, establecidos en la Sección 301 de la Ley de Derechos de Autor estadounidense.
Los creadores de ChatGPT también presentaron una moción de desestimación por falta de competencia en la materia, ya que si un demandante carece de la legitimación del Artículo III para entablar una demanda, el tribunal federal carece de materia y jurisdicción del asunto, por lo que la demanda debe ser desestimada. Además, añadieron, “cuando una denuncia no revela las identidades de demandantes anónimos, en violación del requisito de la Regla 10(a) de que la denuncia ‘nombre a todas las partes’”, debe haber una desestimación.
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Se esperan más demandas
Expertos de K&L Gates señalaron en un artículo que la creciente tendencia en demandas contra desarrolladores de IA generativa por infracciones a la ley de derechos de autor son “desafíos” al uso que hacen los desarrolladores de los datos recopilados de Internet para entrenar a sus modelos generativos de IA, mientras la discusión se centra en si la recopilación y el uso de datos públicos constituye una infracción, especialmente tomando en cuenta que el uso de materiales protegidos por derechos de autor con fines de capacitación no implica la copia inadmisible con fines comerciales contemplada en la ley de derechos de autor, por lo que -efectivamente- su empleo constituye un uso justo, como alega OpenAI.
En vista de que está “en boga” la discusión sobre si ChatGPT y otras IA generativas están haciendo un uso justo de los datos, la firma prevé el surgimiento de más demandas de derechos de autor de parte de editoriales y medios, que podrían recurrir a los tribunales en caso de que sus negociaciones de licenciamiento de contenido con desarrolladores de IA generativa fracasen.
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