Un status actual del sector legal no puede obviar al contexto de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad o lo que ahora se reconoce como VUCA, por sus siglas en inglés, que lo rodea o arrincona, en el caso de algunas firmas. Para Eugenia Navarro, Directora de Tama Projects y especialista de larga trayectoria en marketing legal, la pandemia ha ayudado a temerosos y resilientes a encarar el diálogo al respecto y acelerar los procesos de innovación viendo a la tecnología como un aliado. Pero esto no solo va por el lado de los despachos, incluye a los clientes. Para Navarro, el hilo de la conversación se centra en la oportunidad de transformación que ofrece la tecnología.
“La pandemia ha generado esa sensación de urgencia por el cambio. Como en todos los sectores esa necesidad de eficiencia que van a exigir los clientes es más marcada y, por tanto, esa eficiencia implica utilización de tecnología; entender que hay procesos repetitivos que se deben estandarizar, comprender cómo se puede prestar un mejor servicio a través de la tecnología”.
Los resilientes encaran activamente esta transformación, los temerosos aún la miran de lado, el riesgo que corre el segundo grupo es el impacto en su desempeño propio de la resistencia al cambio. De acuerdo a Rosa Rascón, consultora senior en Legaltech para Thomson Reuters, el año y medio de pandemia ha acrecentado la brecha entre aquellos que supieron adaptarse y aquellos que no. Defiende su punto de vista bajo el hilo conductor de Navarro.
“Las discusiones respecto al trabajo remoto o de la adquisición de software especializado no son nuevas en el sector; sin embargo, para muchas firmas fue la primera vez en que estas conversaciones tomaron prioridad”.
Este proceso no solo se centra en pulir cuestiones operativas y técnicas, tiene el reto de fondo de invertir en la gestión y apostar en ese ‘out-of-the-box’ que tan ajeno se veía hace 50 años. Con una escucha activa de las tendencias, Navarro percibe a la inversión en la tecnología por parte de los despachos como una apuesta por la innovación. Ese es el verdadero reto acelerado.
Esta aproximación sobre cómo se ha ido abordando lo disruptivo es el eje central del primer debate organizado por LexLatin y Thomson Reuters, "El futuro de las firmas legales en un mundo en disrupción", realizado el pasado 11 de noviembre. La discusión, centrada en las lecciones para las firmas y las tendencias hacia el 2022, contó con la participación de Eugenia Navarro (TAMA Project), Rosa Rascón (Thomson Reuters) y Raúl Stolk (LexLatin).
Llevar la visión a la práctica
La innovación podría mantenerse como ruido en el sector, si este no logra masterizarlo convirtiéndolo en su propia sinfonía. Esto puede iniciar por hacer equipo.
“Los abogados no tenemos por qué navegar solos estos tiempos de incertidumbre”, asegura Rascón, magíster en innovación social, emprendimiento, administración de empresas y gestión de la LSE.
Para los abogados, que pertenecen a un sector históricamente estructurado, esto implica tener flexibilidad. De acuerdo a Eugenia Navarro, quien destaca en lo académico como parte del equipo docente de ESADE y del MIT Professional Education, eso implica re-enfocar la estrategia respecto de quiénes inciden en la toma de decisiones al interior de los despachos.
“Es momento que los profesionales de staff, especialistas en gestión, empiecen a tener realmente más poder y ayuden a tomar decisiones rápidas para adaptarse a la incertidumbre en el mercado actual”, asegura.
Para Rascón esto se traduce en asumir un “cambio cultural necesario para la transformación organizacional”, lo que en la práctica se plasma en el trabajo colaborativo entre partners con experiencia, sea a través de consultorías o alianzas estratégicas.
Estos nuevos fichajes son ejemplo de adaptación ejercitando la innovación de la que hablábamos. Según Navarro, una fuente de información esencial para ello son los clientes.
“Primero tienes que comprender qué necesitan, dónde duele el zapato, dónde está el famoso pain. Para luego ver cómo solucionarlo y entrar en procesos de innovación”. Es decir, salir a la caza de talentos privilegiando “la diversidad y la formación”, puntualiza.
Prácticas que perduren
Con un futuro de planificaciones estratégicas periódicas y ya no de largo plazo y un desarrollo tecnológico voraz, a los despachos les toca apostar por los datos. En consonancia con esto, Rascón opina que “el sector legal puede y debe sacarles provecho, considerando que hoy la estrategia (en otros sectores) es decidida con base en la inteligencia que aportan los datos”. Y cómo no ponerlos en el epicentro de la toma de decisiones cuando estos “disminuyen riesgos y aumentan las posibilidades de éxito”.
Con todo esto, a buena parte del sector aún le queda la tarea de ‘desenfrascarse’ del pensamiento en el que “lo prioritario es el papel que tienen (los abogados)”. De ver los cambios que se presentan en diversos frentes como una oportunidad, el sector entrará de lleno a la oportunidad de innovar para distinguirse.
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