De los desafíos como managing partner (MP), Liz Gordillo Anleu destaca la administración de prioridades. Se desempeña como socia directora de Arias (Guatemala), pero cuenta que sigue trabajando activamente como abogada y eso se traduce en el reto de ejercer y administrar todos los días.
Habla de escuchar, de reflexionar sobre los comentarios de los demás y de valores como la ética y la transparencia en la gestión. Respondió a las preguntas de LexLatin en esta nueva entrega de la Serie MP.
—¿Cuál es el legado que le gustaría dejar como socia directora?
—Me gustaría haber contribuido sustancialmente para la consolidación de la cultura de la firma, de manera que todos sus miembros se sientan plenamente integrados a la misma, y que tanto sus intereses personales como profesionales están alineados con los objetivos de la firma.
—¿Qué es lo mejor y lo peor de ostentar el cargo de MP en un despacho legal?
—El rol implica alta responsabilidad y complejidad. Generalmente, los abogados no nos formamos orientados a la administración de la empresa, sino que nos enfocamos en la atención de la práctica legal. Por lo tanto, lo mejor de ostentar el cargo de socia directora es poder desarrollar habilidades en la dirección y manejo administrativo de la firma, con el fin de lograr objetivos, contar con una estructura interna y una organización que permita prestar servicios a los clientes de manera eficiente y óptima.
La parte compleja es contar con una visión macro de toda la operación de la firma para dirigirla y administrarla según los objetivos trazados. De igual manera, es un constante reto la determinación de prioridades. Debo saber cómo distribuir adecuadamente mi tiempo y esfuerzo para dedicarme de manera efectiva a administrar la firma, sin perder de vista que sigo trabajando de forma activa como abogada.
Requiere un importante esfuerzo de planificación, orden y comunicación con los distintos equipos de trabajo del despacho.
—Pensando en el plano formativo, ¿qué requisitos le parecen indispensables para dirigir una firma?
—Considero que es necesario contar con conocimientos de administración en general, así como aspectos generales de finanzas y manejo de recursos humanos.
Ser MP de una firma legal también implica contar con cualidades de liderazgo, ser un buen comunicador.
—¿Y desde el punto de vista personal?
—A nivel personal implica un gran compromiso, no solo con la firma como tal, sino con cada uno de sus miembros. El managing partner tiene que estar disponible y accesible para atender los temas que requieran su atención, además de tener un comportamiento ético y transparente.
—¿Qué tan formadas están llegando las nuevas generaciones desde las universidades en cuanto a atención al cliente? ¿Ha cambiado la metodología en las facultades para hacer frente a la nueva realidad del mercado global?
—Considero que en general este es un aspecto que sigue sin abordarse en las universidades. Si bien las generaciones más jóvenes tienen una nueva visión de la comunicación y de la globalización, hay todavía un vacío en cuanto a la formación en el desarrollo de relaciones interpersonales, particularmente con los clientes. Esto es algo que lo vienen a aprender cuando inician sus actividades en la firma.
—¿Qué opina de los procesos de institucionalización en numerosas firmas latinoamericanas? ¿Cómo será la firma de abogados del futuro?
—Creo que son procesos necesarios para atender de mejor manera los requerimientos de los clientes y responder rápidamente a una cultura y mercados cambiantes. La firma de abogados del futuro tiene que ser no solo institucionalizada, sino también adaptada a las nuevas tecnologías.
—En lo que a tecnología se refiere, ¿se están actualizando a tiempo las firmas latinoamericanas para competir con las internacionales?
—No tengo estadísticas o datos concretos, pero sí es evidente que ya existe conciencia en las firmas de la región latinoamericana de apostar por la tecnología y reconocer que es una inversión necesaria.
—En este mismo sentido, ¿qué cambios han implementado en Arias?
—Nuestra firma ha iniciado, desde el año pasado, un proceso de cambios internos significativos para contar con nuevos soportes tecnológicos, especialmente enfocados a: la seguridad de la información y documentación; contar con plataformas a disposición de nuestros clientes, para acceder a la información de sus documentos y trámites; y para tener herramientas tecnológicas que nos faciliten la comunicación con ellos y la realización del trabajo interno.
—Si bien la presencia de la mujer en el ejercicio de la abogacía en América Latina es significativamente alta, su posicionamiento como socia y en cargos directivos en las firmas latinoamericanas es muy bajo. ¿Cuál es la situación en su firma? ¿qué políticas han implementado para paliar las brechas de género?
—En nuestro bufete el desarrollo y crecimiento de la mujer se ha hecho de una manera prácticamente natural.
Ser mujer nunca ha sido un límite para el ejercicio de la profesión, ni para dirigir o atender una práctica, por lo que me enorgullece ser parte de una firma que cuenta con un número importante de mujeres abogadas a nivel regional. Un 47 % de los abogados somo mujeres.
Asimismo, el 53 % de los socios regionales somos también mujeres, además de todas las socias directoras de las oficinas en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, al día de hoy. En el Consejo de Administración Regional de la firma, de sus cuatro miembros tres somos mujeres.
Nunca lo hemos pensado como una cuestión de cumplir determinadas cuotas obligatorias o con determinados porcentajes. Como indicaba antes, es un desarrollo y crecimiento natural que se ha dado dentro de la firma, como parte de su propia cultura.
—Si pudiese volver atrás en el tiempo, ¿cambiaría alguna de las decisiones que ha tomado en su trayectoria como MP?
—Realmente no, y no lo digo considerando que no haya cometido errores, pero en este momento no creo que deba haber cambiado alguna decisión.
Por supuesto, por el nivel de responsabilidad y compromiso, como socia directora pienso que en cada ocasión las decisiones se deben enfocar en tomarlas de la mejor manera posible, de manera reflexiva y considerando todas consecuencias posibles; y si ha habido errores, en no volver a repetirlos. Se debe aprender de la experiencia y estar dispuesta a escuchar las críticas y expectativas de los demás.
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