Aunque se ha establecido un sistema de ‘cuotas’ para que las mujeres participen en la política de los países latinos, este solo alcanza al Poder Legislativo más no al Poder Judicial ni Ejecutivo; tampoco hay políticas públicas para insertarlas en los puestos directivos de las empresas con igualdad de oportunidades, ni garantías para que las mujeres tengan igualdad de oportunidades en su formación académica.
De acuerdo con cifras de liderazgo y participación política de la entidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, hasta febrero de 2019 los Congresos, a nivel mundial, estaban integrados por un 24,3 % de mujeres.
Cifras de ONU - Mujeres, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de IDEA Internacional, evidencian que en América Latina la presencia de las mujeres en los poderes del Estado no llega ni al 30 %.
Las abogadas de las firmas PerfilPlus entrevistadas por LexLatin coinciden en que aún están pendientes disposiciones que inserten a mujeres en puestos clave para el desarrollo político y estructural de la región. Hace falta la construcción de un sistema que iguale las oportunidades de las mujeres frente a las de los hombres; las cuotas para la composición de los parlamentos no son suficientes.
El ‘Informe Global de la Brecha de Género 2020’ del Foro Económico Mundial, sin darle la calificación máxima a ningún país, coloca a Nicaragua como el mejor evaluado de la región. “Las dificultades y obstáculos los encontramos en el día a día con desafíos pendientes, en lo que a participación en la toma de decisiones se refiere, brechas salariales y maltrato”, comentó al respecto Bertha Argüello, socia de Arias Nicaragua, en una de las entrevistas realizadas por LexLatin para el especial del #DíaInternacionalDeLaMujer.
La abogada detalló que legalmente las mujeres nicaragüenses tienen protección plena y las puertas abiertas para crecer y convertirse en líderes, pero es necesario hacer, de alguna manera, que esas leyes no sean letra muerta. Esta situación, como efecto dominó, desciende en los países peor evaluados, que difícilmente implementan las garantías que ofrecen sus leyes a favor de las mujeres.
*Ilustración de Laura Barocio
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