La transición necesaria de la industria del cannabis a las energías renovables

Producción de cannabis legal/ Unsplash, Terre di Cannabis (@terredicannabis).
Producción de cannabis legal/ Unsplash, Terre di Cannabis (@terredicannabis).
Colombia tiene un gran potencial para convertirse en mercado global de cannabis legal
Fecha de publicación: 13/03/2020
Etiquetas: energía solar, cannabis

Hay altas expectativas para que Colombia se convierta en uno de los principales productores y exportadores de insumos y medicamentos a base de cannabis legal. El país podría ser un mercado global que alcance los 146.000 millones de dólares para el año 2025, según un informe de Grand View Research. Esta perspectiva de crecimiento para la naciente agroindustria del cannabis legal en Colombia se enmarca, necesariamente, en una agenda ambiental dominada por la preocupación sobre el cambio climático. 

El cultivo del cannabis legal para contrarrestar el calentamiento global representa una alternativa porque permite sustituir materiales derivados de la explotación forestal y se puede producir combustible de excelente calidad a partir de su biomasa. 


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Estos son los beneficios que puede generar el desarrollo de proyectos con cannabis legal, aunados al uso de fuentes no convencionales de energía renovable (FNCER). Lo anterior se constata en un reciente informe titulado “A Greener Green: Solar Power The Best Option For Cannabis Sustainability”, publicado por la escritora y activista norteamericana Sarah Ratliff. 

Según la autora, la energía solar en particular podría marcar una diferencia sustancial en la forma en que las instalaciones de cultivo de cannabis impactan el medio ambiente. La activista norteamericana también afirma que las prácticas de consumo de energía empeorarán a medida que se extienda la legalización y el cultivo de cannabis a gran escala, al estimar que la demanda de electricidad de los cultivadores legales de cannabis en Estados Unidos aumentaría hasta en un 162 % entre 2017 y 2022. 

La revista Energy Policy ya se había referido al tema cuando publicó un artículo en su edición de julio de 2012 que abordaba el uso de electricidad de las instalaciones de cultivo de cannabis en interiores, tanto legales como ilícitas. Ese año, el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley encontró que el cultivo de cannabis en interiores consumía la energía suficiente para satisfacer la demanda de 1.7 millones de hogares estadounidenses. 

Para hacerse una idea del consumo de energía que implica esta actividad, una planta de cultivo de cannabis legal de 0.5 hectáreas requiere más de 40.000 kilovatios-hora de electricidad mensualmente. Poniendo esto en perspectiva, el consumidor promedio de servicios residenciales en EE.UU. utiliza menos de 900 kilovatios-hora de electricidad en el mismo período, pagando precios que oscilan entre 8 y 17 centavos de dólar por kilovatio-hora. 

Como resultado, el cultivador comercial de cannabis legal, con una instalación de alrededor de 0.5 hectáreas, puede gastar entre 38.000 y 82.000 dólares por año.


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En contraste, la energía solar ofrece una alternativa rentable para los cultivadores, según Ratliff; pues una vez que se paga el costo del equipo, una empresa con paneles solares podría tener acceso a electricidad gratuita durante muchos años más. A esto se debe agregar la utilidad de las posibles compensaciones por los costos de la red, además de que los productores que agregan energía solar a sus propiedades podrían ganar una ventaja sobre la competencia. En general, la integración de paneles solares le permitiría a los productores de cannabis legal disfrutar de una significativa reducción en los costos de energía, además de contribuir a reducir significativamente su huella de carbono. 

Actualmente, la capacidad de producción de FNCER en Colombia no alcanzaría para cubrir las necesidades energéticas de los cultivadores de cannabis legal. Según los datos que arroja el Balance Energético Colombiano (BECO), la producción y ventas de biodiésel para el período 2015 - 2018, se han mantenido apenas entre 300.000 y 400.000 barriles. La capacidad efectiva de generación de combustible por medio de biomasa en el mismo período, incluyendo menores y cogeneradores, es la más baja comparada con los demás tipos de combustible (UPME, 2018). Sin embargo, hay cifras que deben alentar la convergencia entre el mercado del cannabis legal y las FNCER en el país. 

De acuerdo con datos de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía (ACOLGEN), en el sistema interconectado colombiano durante el año 2017 se generaron 66.665,82 GWh de energía eléctrica, de los que un 87 % se generó a partir de energías renovables. A esto se suma el logro histórico de la reciente subasta de energía renovable, donde se asignaron responsabilidades de generación a ocho proyectos adjudicados con una capacidad efectiva total de 1.298 MWh, cinco de ellos eólicos y tres solares. Además, fueron asignadas siete empresas generadoras y 22 comercializadoras.


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Las posibilidades para la integración de FNCER y los beneficios tributarios que permite la Ley 1715, entre otras alternativas como prima verde, contrato pague lo generado, contrato pague lo contratado han propiciado un entorno ideal para la convergencia entre el sector del cannabis legal y las FNCER, que podría tener un impacto todavía mayor si se combina con otros pasos para aumentar la eficiencia energética, como la instalación de iluminación LED y una mayor integración de tecnologías inteligentes. Un impacto que sería relevante para mitigar los cambios climáticos extremos, diversificar la matriz energética y aumentar la eficiencia energética por medio de la sustitución de combustibles. 

La convergencia entre el sector del cannabis legal y las FNCER es además sumamente relevante a efectos de cumplir con los compromisos adquiridos en la COP 21: 20 % de emisiones GEI para el año 2030. Y sin duda alguna, para acercarnos al cumplimiento de los logros del marco de sustentabilidad que definen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU: energía asequible y no contaminante, producción y consumo responsable, acción por el clima y alianzas para lograr objetivos, entre otros. 

Las demoras en el otorgamiento de las licencias y otros obstáculos que se vienen presentando en este sector en Colombia, aunque parecen ir en contravía del movimiento global de renovación de las regulaciones, políticas y prácticas referentes al cannabis, parecen pequeños detalles ante las grandes cifras que se estiman para el mercado global del cannabis legal en el corto plazo, que podrían alcanzar en 2020 un volumen de 150 mil millones de dólares. Entonces, más allá de cualquier especulación o brote de optimismo ciego, todo hace pensar que las expectativas que se han concentrado en este sector tienen las mayores posibilidades para convertirse en una realidad.

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