En una eterna discusión entre románticos y pragmáticos del deporte, el factor de la tecnología aplicada a nuestro fenómeno social favorito siempre genera mucha tela que cortar. Y es que el deporte no escapa de los avances tecnológicos a los que estamos diariamente expuestos. Por el contrario, su importancia y trascendencia en la sociedad exigen su aplicación y, de esa forma, ver atletas exponiendo mejores resultados, más justicia en decisiones arbitrales y una mejor apreciación de quienes observan desde casa.
El desarrollo de nuevas tecnologías ha tocado de manera importante al deporte en todos sus aspectos. Quisiéramos tocar algunos casos puntuales a continuación.
Para todos resulta normal sentarnos a ver el tenis. En el momento en que la bola rebota cerca de los límites de la cancha una cámara ubica, casi de forma mágica, el lugar exacto en donde botó la pelota, siendo así declarado “out or in”.
Este acto de magia nos lo regala la patente propiedad del Dr. Paul Hawkins y David Sherry, ingenieros de la empresa Roke Manor Research Limited, desarrollada en Hampshire (Reino Unido) en el año 2005. Hoy en día, el tenis profesional es inconcebible sin la aplicación de esta tecnología.
¿Qué habría sido de la historia de aquella Argentina campeona en el mundial de México 1986 si en los cuartos de final contra Inglaterra —y tras la famosa “mano de Dios”— se hubiera revisado la jugada en el VAR?
¿Se les ha ocurrido preguntar a Armando Galarraga, venezolano víctima de uno de los errores arbitrales más importantes de la historia de la MLB, si quisiera que la última jugada del 2 de junio del 2010 fuera revisada? En aquella tarde, Jim Joyce, umpire de la primera base, le arrebató un puesto en la historia al serpentinero criollo, quien será recordado siempre por su “casi juego perfecto”.
Los avances tecnológicos en materia de medios de reproducción, audio y video han logrado que la mayoría de las disciplinas tengan la posibilidad de revisar decisiones arbitrales dudosas. Partiendo de la premisa de que el error humano es una realidad innegable y, en muchos casos, causante de enormes injusticias, la mayoría de disciplinas deportivas han decidido implementar sistemas que busquen agregar al juego un grado más de confianza. Un punto que, para muchos, no es más que el arrebato del drama como elemento importante del deporte.
Pero no solo se trata de la tecnología aplicada para corregir los errores de nuestros queridos amigos los árbitros, esto va mucho más allá. Se trata de la tecnología aplicada en equipamiento deportivo para un mejor desempeño de los atletas y, quizás, el deporte con mayor impacto ha sido el golf.
El desarrollo de nuevas tecnologías en equipos de golf (mayormente palos y pelotas) ha sido tan acelerado que existe un debate. Este anticipa que el deporte se verá en la necesidad de regular los avances o construir campos más largos. Mientras los aficionados debaten esto, grandes fabricantes como Callaway, TaylorMade y Titleist compiten por ser los mejores oferentes de equipos deportivos. Quieren cautivar no solo al golfista profesional, sino también al enorme mercado que representa el golf amateur a nivel mundial, que irá a la par de la tecnología, y así poder competir sábado tras sábado en sus partidas locales.
En el año 1997, el golfista John Daly lideró el PGA Tour en distancia con el driver, con un promedio de 302 yardas. Era la primera vez que un jugador promediaba 300 yardas o más. Poco más de 20 años después, el líder del año 2018, Trey Mullinax, promedió 318 yardas, seguido por muchos otros que superaron las 300 de promedio. Todo esto responde, en gran parte, a la tecnología aplicada en el desarrollo de drivers y demás palos de golf, así como pelotas que aseguran un vuelo más limpio, con mayor resistencia a factores externos como el viento y agua.
Desde el año 1976, la oficina de patentes de Estados Unidos (US PTO) ha registrado la solicitud de más de 22.000 patentes relacionadas al golf. Las patentes No. US3042405, US5042806 y US5259129 son consideradas como las principales patentes sobre las que se apoya el desarrollo entero del mundo del golf: un putter desarrollado por Karsten Solheim en 1959; un driver de metal diseñado por Dick Helmstetter en 1989; y tacos de plástico para los zapatos de golf en 1992, diseñados por Faris McMullin y Ernie Deacon.
La tecnología y el golf están tan unidos entre sí que el golf tiene asociadas a la US PTO el doble de patentes que béisbol, fútbol, hockey, lacrosse, natación, futbol americano y bowling combinados.
Por último, quisiéramos tocar el punto de la aplicación de la tecnología “usable” (wearable technology) para medir el desempeño del atleta durante la actividad deportiva. El mayor exponente de esta tecnología es el catapult chest strap, utilizado por más de 400 organizaciones deportivas alrededor del mundo y adherido a todos los uniformes utilizados en la NFL.
La razón de tal adopción es el inmenso volumen de datos de rendimiento y salud que estos dispositivos brindan a los atletas, entrenadores y profesionales del deporte. Se trata de sensores que, colocados en el cuerpo y conectados a programas de computación, generan en tiempo real toda la data necesaria para el cuidado, utilización adecuada y manejo de tiempos y exigencias en la actividad para el obtener el máximo potencial de un atleta. Así mismo, esta tecnología que evoluciona a diario está migrando hacia ropa inteligente y textiles electrónicos, tales como las chaquetas que utilizó el equipo de EE.UU. para las olimpiadas de invierno de Corea del Sur, que se calentaban solas de acuerdo con la temperatura externa.
Se trata del deporte como fenómeno social en constante crecimiento y, de su mano, la tecnología tratando de mantener el trote sin descanso. Si volvemos al ejemplo de “la mano de Dios”, en aquel mundial nadie se imaginó que en algún momento podría existir la posibilidad de, en segundos prácticamente, revertir la decisión. Quienes sí lo imaginaron luego procedieron a desarrollar tecnología de acuerdo con las necesidades del juego y las exigencias del entorno deportivo.
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