Fecha de publicación: 06/11/2015
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El texto del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), donde se establecen las condiciones y cambios en las naciones miembro de este, fue divulgado esta semana por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio de Nueva Zelanda, en su página web, no sin antes aclarar que este está sujeto a “revisiones jurídicas”.
El acuerdo, cuya negociación se hizo durante cinco años, aún debe ser firmado y ratificado por las 12 naciones que lo integran, aunque en cada una de estas naciones, especialmente en Estados Unidos, debe superar las objeciones que los congresos de cada una tengan al acuerdo. El tratado tiene 30 capítulos.
Al TPP se han adherido Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam y los llamados “Pumas del Pacífico”: Chile, México y Perú (sin Colombia, el cuarto “puma”). Estos países representan a 800 millones de personas y 40% de la economía mundial, aunque no incluye a China, que decidió mantenerse al margen.
Según expertos, la entrada en vigencia del TPP pondrá en alerta a varias naciones, entre ellas China, que ha sido señalada por Barack Obama, presidente de EE.UU., quien ha afirmado en varias ocasiones que el estado asiático no puede dictar las reglas del mercado para su país ni los demás integrantes del pacto que tiene, entre otros, la meta de reinstaurar la hegemonía económica estadounidense.
Una de las principales críticas que los expertos le han hecho al TPP es que las discusiones donde se establecieron las condiciones del tratado se hicieron en absoluto secreto, orquestado aparentemente por EE. UU.
Queda entonces saber cuáles serán las condiciones laborales en los países firmantes, cómo se manejará el patentado de los medicamentos, cómo será el acuerdo arancelario y cómo será el intercambio comercial en general. En resumen, quién hará qué.
Se sabe que en el Acuerdo se eliminará parte de los aranceles a bienes y servicios mientras se obligará a las empresas gubernamentales a seguir las leyes globales del comercio y se establecerán tribunales internacionales para atender las disputas que pudieran surgir entre los países miembro, particularmente en temas referentes a leyes comunes que pudiera resultar restrictivas a los ojos de los ciudadanos.
La ratificación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica es responsabilidad de los poderes legislativos de cada nación que lo integra, lo cual en ciertas zonas (como EE.UU.) será, según observadores, un proceso engorroso.
Líderes de las naciones latinoamericanas que constituyen el TPP han celebrado públicamente el fin de las negociaciones. Al respecto, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, aseveró que este inserta a la nación “de una manera más plena en una zona prioritaria para la estrategia de desarrollo de Chile”.
Por su parte, el secretario de Hacienda y Crédito Público de México, Luis Videgaray, describió al pacto como una oportunidad de “acceso justo a mercados crecientes” mientras el presidente de Perú, Ollanta Humala, lo percibe como una oportunidad para que las pequeñas y medianas empresas del país entren al “juego del comercio mundial.”
El acuerdo, cuya negociación se hizo durante cinco años, aún debe ser firmado y ratificado por las 12 naciones que lo integran, aunque en cada una de estas naciones, especialmente en Estados Unidos, debe superar las objeciones que los congresos de cada una tengan al acuerdo. El tratado tiene 30 capítulos.
Al TPP se han adherido Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam y los llamados “Pumas del Pacífico”: Chile, México y Perú (sin Colombia, el cuarto “puma”). Estos países representan a 800 millones de personas y 40% de la economía mundial, aunque no incluye a China, que decidió mantenerse al margen.
Según expertos, la entrada en vigencia del TPP pondrá en alerta a varias naciones, entre ellas China, que ha sido señalada por Barack Obama, presidente de EE.UU., quien ha afirmado en varias ocasiones que el estado asiático no puede dictar las reglas del mercado para su país ni los demás integrantes del pacto que tiene, entre otros, la meta de reinstaurar la hegemonía económica estadounidense.
Una de las principales críticas que los expertos le han hecho al TPP es que las discusiones donde se establecieron las condiciones del tratado se hicieron en absoluto secreto, orquestado aparentemente por EE. UU.
Queda entonces saber cuáles serán las condiciones laborales en los países firmantes, cómo se manejará el patentado de los medicamentos, cómo será el acuerdo arancelario y cómo será el intercambio comercial en general. En resumen, quién hará qué.
Se sabe que en el Acuerdo se eliminará parte de los aranceles a bienes y servicios mientras se obligará a las empresas gubernamentales a seguir las leyes globales del comercio y se establecerán tribunales internacionales para atender las disputas que pudieran surgir entre los países miembro, particularmente en temas referentes a leyes comunes que pudiera resultar restrictivas a los ojos de los ciudadanos.
La ratificación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica es responsabilidad de los poderes legislativos de cada nación que lo integra, lo cual en ciertas zonas (como EE.UU.) será, según observadores, un proceso engorroso.
Líderes de las naciones latinoamericanas que constituyen el TPP han celebrado públicamente el fin de las negociaciones. Al respecto, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, aseveró que este inserta a la nación “de una manera más plena en una zona prioritaria para la estrategia de desarrollo de Chile”.
Por su parte, el secretario de Hacienda y Crédito Público de México, Luis Videgaray, describió al pacto como una oportunidad de “acceso justo a mercados crecientes” mientras el presidente de Perú, Ollanta Humala, lo percibe como una oportunidad para que las pequeñas y medianas empresas del país entren al “juego del comercio mundial.”
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