Jorge Zúñiga responde el Cuestionario LexLatin

Jorge Zúñiga responde el Cuestionario LexLatin
Jorge Zúñiga responde el Cuestionario LexLatin
Fecha de publicación: 01/09/2017
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Jorge Martín Zúñiga Quiroz es el nuevo socio de Martinot Abogados, especialista en el área corporativa. Con un aval que supera los 25 años de trayectoria profesional, la firma confía en su pericia en el sector turístico, bastión del Perú.

A propósito de su nombramiento, hizo un ameno relato de nuestro Cuestionario LexLatin.

¿Por qué decidió hacerse abogado?

Crecí en una familia de abogados, mi abuelo materno, mis tíos, mi madre, mis primos. Mi tío por parte de madre fue Presidente de la Corte Superior de Ica y mi hermano mayor llegó a ser Fiscal Superior y Vocal Superior Suplente, ambos en algún momento formaron con mi primo hermano una firma familiar en un edificio donde colindaban con otras familias de conocidos abogados de la época y que quedaba a dos cuadras de la Corte.

Al vivir en ese ambiente no me fue muy difícil decidir. Recuerdo haber crecido entre abogados. Es así que en 1992 fundé mi propio Estudio. Ya en ese entonces mi tío se había jubilado y mi hermano formó una empresa con un buen amigo y cliente a quien asesoraba. Ya en el año 1980 mi hermano cambió de giro por el del mundo empresarial, pero debo reconocer que fue pionero en el país en materia de contratos de franquicias, ya como abogado de sus propias empresas.

Muchos de los clientes de mi Estudio de 1992 me acompañan hasta ahora. En mi memoria recuerdo haber pintado en la pizarra de mi despacho en la calle Elías Aguirre 580, en Miraflores (antigua casa de mi abuela), los primeros bosquejos de más de un proyecto que hoy ya es realidad.

¿Puede indicarnos una meta a mediano plazo?

En dos años me gustaría consolidar un equipo de trabajo con personas comprometidas y contentas. Esa será para mí la mejor recompensa. Y quizá, si Dios lo quiere, ejercer al lado de mi hijo Ignacio, hoy estudiante de Derecho.

Como abogado con varios años de experiencia, ¿qué consejo le daría a las nuevas generaciones de abogados?

Soñar, soñar y no dejar de perseverar hasta lograrlo. El futuro abogado tiene cuatro opciones: (i) dedicarse a la investigación, que en nuestro país debería ser una labor más reconocida y mejor remunerada. Usualmente se combina la enseñanza con el ejercicio profesional, pero ya no hay investigadores o profesores a tiempo completo como los habían antes, grandes maestros dedicados a la docencia que nunca pisaron un Tribunal, pero formaron a muchos otros grandes juristas y abogados; (ii) ser magistrado, una carrera muy desvalorada y que debería ser parte de una reforma estructural y seria. Sobre la carrera de la magistratura tengo siempre grabado un comentario de un profesor de Derecho quien, ante una confusión imperdonable de un compañero, nos pidió que no nos burláramos de él, ya que podía llegar a ser Juez; (iii) trabajar en una boutique especializada en una rama del Derecho. He visto amigos surgir con éxito en el campo laboral, de propiedad intelectual, seguros o derecho tributario, quienes siempre requieren combinarla con corporativo; o (iv) trabajar en una firma, que necesariamente implicará formar parte del trabajo en equipo.

Sea el camino que tome el abogado nunca debe olvidar que su cliente es una persona. Muchos abogados se desvelan por enfocarse en el caso, la transacción o el éxito pero se olvidan del cliente como ser humano, en especial el abogado no litigante que suele concentrase en el problema por resolver, pero a veces pasamos por alto a la persona. Nunca hay que olvidar que nuestra misión como abogados es velar por la persona, ya sea por su honor, su libertad o su patrimonio, pero siempre nuestra misión es la de velar por el interés de la persona.

¿Cuáles son, según usted, las cualidades más importantes que debe tener un abogado para alcanzar el éxito?

La perseverancia y la sencillez. Con 25 años de experiencia profesional he tenido la oportunidad de interactuar con muchas personalidades, estilos y cualidades. He visto caerse transacciones por el simple ánimo de protagonismo del abogado, una muestra de inseguridad en mi opinión. He sido testigo de abogados con mucho conocimiento de las leyes pero poco conocimiento del caso. La improvisación y el exceso de confianza hacen una mezcla letal para el fracaso. Definitivamente hay que conocer de leyes y de Derecho en una preparación constante, ello sumado al conocimiento del caso y la sencillez, una fórmula infalible. Cuanto más sencillo es mejor. El que conoce tiene capacidad de síntesis y de transmitir en lenguaje coloquial e inteligible una estrategia que puede ser muy compleja pero se entiende y se asimila como un objetivo alcanzable.

También, he tenido la suerte de conocer a muchos abogados brillantes, con estilos distintos y sus propias personalidades. Cada quien es como es y hay que saber llevar a las personas.

Si no fuese abogado, ¿cuál profesión hubiese escogido? ¿Por qué?

Profesor. Tuve unos buenos años desarrollando la docencia, siempre disfruté de las aulas y de interactuar con los alumnos. Siempre me gustó hacerlos pensar. Más de una vez tuve quejas, ya que para mí los exámenes no solo sirven para evaluar sino para enseñar, son parte de la docencia. Para contrarrestar la costumbre memorística arraigada en la enseñanza por muchos años, improvisaba en los exámenes con controles de lectura que abordaban, a propósito, temas no tratados en clase. Nunca faltaban los alumnos que reclamaban que ese tema no había sido enseñado en la clase, pero la respuesta siempre fue la misma: “Las leyes cambian, se derogan o modifican, todo es cuestión de leer y pensar”.

¿Puede indicarnos una película o libro que recomendaría a los estudiantes de Derecho?

El Hombre que Calculaba, de Malba Tahan. Es una novela que resuelve problemas cotidianos a través de la aplicación de las matemáticas. Si bien debo reconocer que nunca fui bueno en esa materia, el Derecho es la aplicación de la lógica y la correcta forma de abrir un libro; y aunque no parezca, los abogados, como los matemáticos, tenemos que desarrollar la lógica para resolver casos o problemas.

Esta obra tiene la bondad de no ser solo buena y recomendable para matemáticos sino también para letrados.

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