A estas alturas del siglo y la cultura popular, lo más seguro es que todos estemos habituados a las películas distópicas que incluyen algún tipo de inteligencia artificial extremadamente avanzada, tanto, que parecen entidades sintientes. A estas alturas, también, hemos visto romances con IA en películas y series.
Una de estas películas fue Her, de Spike Jonze que, en su momento, marcó un antes y después para muchos cinéfilos y podría ser ya catalogada como un clásico. Uno de los fanáticos confesos de esta fantasía romántica —en la que Theodore (Joaquin Phoenix) se enamora de Samantha (Scarlett Johansson), su asistente virtual— es Sam Altman, presidente de OpenAI, quien le pidió a Johansson, al menos dos veces, que hiciera la voz de ChatGPT-4o, pero la actriz se negó.
Aunque algo absurda en su planteamiento hace 11 años, Her ha demostrado ser —entre otras películas y series como Black Mirror— una ventana hacia su futuro, y ahora es nuestro presente, en el que tenemos IA como asistentes virtuales, con quienes se podría establecer algún tipo de ¿relación?
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Al menos así lo vio Altman con la cuarta versión de su chatbot, cuando incluyó en este una voz (“llamada” Sky) bastante similar a la de Johansson (dotada de una “sospechosa” personalidad coqueta) que, inmediatamente atrajo la atención del público que no tardó en señalar la similitud en las voces.
Una vez que se dio a conocer esta nueva versión de ChatGPT, solo fue cuestión de una semana para que Scarlett Johansson emitiera un comunicado en el que expresaba su conmoción, enojo e incredulidad por la descarada imitación de su voz en Sky.
En su comunicado, la actriz señaló que se había negado a trabajar con OpenAI por razones personales y que, como resultado de sus acciones, contrató a un abogado quien contactó a Altman y a OpenAI para exigirles que detallaran el proceso exacto de la creación de la voz de Sky, lo que causó que la compañía eliminara la voz.
Por ahora, ChatGPT, que podría enfrentarse a una demanda de la intérprete, explicó en su blog ese proceso: se estudiaron cinco voces para el chatbot, entre las que se eligió a una actriz de doblaje profesional.
Aseguraron que no buscaban imitar a Johansson, claro está, esto no es una defensa creíble cuando Altman ha dicho que Her es una de sus películas favoritas y, además, referenció la película varias veces por varios días antes del lanzamiento de Sky.
Siendo la cultura popular como es, y mientras se espera a ver si la actriz demanda o no a OpenAI, internet se va llenando de referencias y chistes (incluso algunos contados por el esposo de Johansson) sobre este particular caso que ha puesto de manifiesto, una vez más, la falta de defensa legal efectiva para los creadores en contra las IA generativas y la falta de supervisión sobre esta industria.
¿Tiene Scarlett Johansson base legal para demandar?
Si nos centramos en las leyes de Estados Unidos, donde se daría la demanda, si la histrión se decide por esta opción, el reclamo podría basarse o en la Ley de Derechos de Autor o en la de Derecho de Publicidad (Right of Publicity).
La primera de estas tendría asidero si OpenAI admite en algún momento (o lo demuestra un tercero) que tomó muestras de las películas y comerciales de Johansson para darle voz a Sky, sin obtener las autorizaciones correspondientes.
La segunda está diseñada para proteger la imagen de la explotación comercial ilícita que, en la normativa del estado de California, prohíbe el uso no autorizado del nombre, voz, caligrafía o imagen (sea una fotografía, ilustración o efigie), u otro elemento que constituya la identidad de una persona, para publicitar o mercadear bienes y servicios y lucrarse.
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Ya que ChatGPT-4o podría hacer creer al público que fue Johansson quien había hecho la voz del chatbot, esta podría ser la ley más adecuada para una posible demanda, a pesar del esfuerzo que OpenAI ha hecho en los últimos días para demostrar que Sky no fue creada para vender ni con la voz de la artista.
Raíssa Varrasquim Pavon, socia y especialista en derecho digital y protección de datos de Ernesto Borges Advogados, resalta que la preocupación de OpenAI por una posible demanda está relacionada con una solicitud formal de sus abogados para que la empresa elimine a Sky del nuevo modelo de ChatGPT, ya que es “deliberadamente similar a la de Scarlett”.
Este caso involucra cuestiones como la protección de los derechos de la personalidad, incluido el derecho a la voz, y cuestiones de propiedad intelectual relacionadas con el desarrollo y uso de tecnologías de Inteligencia artificial, que, recuerda la abogada, fue tema de discusión durante la huelga de guionistas y actores de Hollywood en 2023.
"En el contexto estadounidense, el asunto se regula a través de principios generales establecidos en el Blueprint for an AI Bill of Rights y el Marco de Gestión de Riesgos de Inteligencia Artificial, elaborado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST)".
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A esto se suma que el presidente Joe Biden emitió recientemente una nueva Orden Ejecutiva sobre Inteligencia Artificial Segura y Confiable, que establece directrices para las empresas que desarrollan tecnologías de IA avanzadas y de mayor riesgo, como la IA generativa, categoría a la que pertenece ChatGPT. También existen normas sobre este tema en la IA Act de Reino Unido y en Brasil, con la Estrategia Brasileña de Inteligencia Artificial (EBIA).
Mauricio Vedovato, socio de HRSA Sociedade de Advogados y experto en tecnología, internet y blockchain, indica que la actriz puede tener derecho a impedir que OpenAI publique la voz de Sky, así como a reclamar una compensación por el uso no autorizado del sonido de su voz, especialmente después de que hizo el papel de una IA en Her, hecho que fue propagado por el propio CEO de OpenAI poco antes y poco después del lanzamiento. Pavon resalta que el derecho a este reclamo lo amparan las normas estadounidenses así como las locales, en caso tal de que algo similar ocurriera en Brasil.
"Es razonable decir que la actriz tiene un reclamo justo. Desde una perspectiva jurídica, la voz se considera una extensión de la personalidad y por esta razón recibe protección, incluso en lo que respecta a los derechos de autor y a su uso comercial, tanto en el contexto brasileño como en EE. UU. El reclamo también justifica el hecho de que los modelos OpenAI no son transparentes y, aparentemente, fueron entrenados con obras protegidas por derechos de autor".
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Este caso plantea cuestiones sobre la voluntad de la industria de abordar las complicaciones de la IA
Para la abogada, este caso plantea preguntas importantes tanto sobre el uso de la IA en la industria del entretenimiento como sobre el respeto a los derechos de propiedad intelectual sobre contenido creado por IA que se asemeja a una persona real, así como sobre el uso de imágenes y voces de celebridades para entrenar tecnologías de IA, la transparencia y consentimiento en sus modelos, los posibles medios para garantizar que las personas sepan cuándo están interactuando con sistemas de IA y que sus datos se están utilizando en estos y la responsabilidad de las empresas de tecnología que desarrollan inteligencias generativas.
"Por tanto, este caso revela la complejidad y los desafíos éticos asociados al uso de la IA en la industria del entretenimiento, que cada vez aprovecha más sus beneficios. El desafío es encontrar el equilibrio entre la innovación tecnológica y la garantía de los derechos individuales".
Vedovato añade que las IA generativas impactan de manera relevante a varios mercados y, como quedó claro en este caso, a la industria creativa, que involucra fuertemente derechos de autor y de personalidad, como derechos de imagen y sonido de voz:
Trayendo implicaciones y desarrollos para conceptos relativamente seguros hasta entonces, como la autoría de una obra (ya sea un libro, una canción o incluso un software), así como la discusión sobre el uso de software de inteligencia artificial como herramienta de creación.
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Este caso resalta lo que algunos críticos dicen que es una falta de supervisión de la industria en IA y la necesidad de mayor protección para los creadores que, en el contexto de la lucha por el espacio en el mercado, debe –a decir del experto– llevar a acuerdos entre los diferentes actores, tomando siempre en cuenta que la creación de contenidos mediante software de IA ya es un hecho con el que el mercado debe trabajar.
Lo mínimo que entiendo es necesario es que los contenidos creados por inteligencia artificial sean identificados como tales, del mismo modo que hoy diferenciamos entre lo que se produce a escala industrial y lo que se “hace a mano”.
También abre cuestionamientos sobre los deepfakes
Cuando Scarlett Johansson emitió su comunicado, tocó un punto relevante en toda esta discusión: el uso de los deepfakes, para los cuales pidió una legislación que proteja a las personas contra la apropiación indebida de su imagen, nombre o semejanza en una época en la que los actores están lidiando con estos y la protección de su propia imagen, trabajo e identidades, para los que considera debe haber “una claridad absoluta”.
"Espero con interés una resolución en forma de transparencia y la aprobación de una legislación apropiada para ayudar a garantizar que los derechos individuales estén protegidos".
SAG-AFTRA, que tuvo el uso de la IA generativa para imitar a los actores infinitamente en medio de las discusiones en la huelga del año pasado, apoyó su llamado a crear leyes de protección, por medio de un portavoz, que resaltó que el sindicato comparte sus preocupaciones sobre la importancia de tener claridad y transparencia con respecto a la voz utilizada en Sky. El portavoz recalcó que el sindicato está dispuesto a trabajar con OpenAI, y otras partes interesadas de la industria, “para consagrar protecciones transparentes y resilientes para todos.”
"Los miembros de SAG-AFTRA se encuentran entre las personas más talentosas y, a menudo, más reconocibles del planeta. Es por eso que defendemos firmemente una legislación federal que proteja sus voces y semejanzas (y las de todos los demás también) de la replicación digital no autorizada".
Los softwares que imitan voces de manera tan precisa son una tecnología nueva pero de muy rápido avance, como lo han demostrado los deepfakes que han recorrido internet y que han generado preocupación ante el aumento de piezas de desinformación o de publicidad de estafas, usualmente propagadas por las redes sociales.
Tomando en cuenta esta nueva realidad, los legisladores estadounidenses han trazado nuevas leyes que vayan más allá del right of publicity, cuya protección varía según el estado, por lo que se está planteando una ley federal que ofrezca a los performers múltiples formas de protección incluso ante las empresas que ofrecen IA generativas o alojan deepfakes.
Industria musical: ¿Por qué los artistas venden su catálogo musical?
Una de estas leyes propuestas es la No Fakes Act, cuyo borrador circuló en el Senado de EE. UU. en septiembre pasado y que busca crear una normativa federal de publicidad transferible, por 70 años después de la muerte del individuo, para el uso de la imagen de un artista. Esta ley podría generar más problemas que soluciones, según Jennifer E. Rothman, experta en propiedad intelectual y profesora de derecho en la Universidad de Pensilvania.
Para ella, la redacción actual facilita que los artistas vivos pierdan control de sus derechos de interpretación, se incentive el uso de artistas fallecidos y crea conflictos con los derechos estatales existentes, que ya se aplican tanto a personas vivas como a personas fallecidas. Es tal el desvío de esta propuesta de los intereses de los intérpretes que la Motion Picture Association la rechazó.
Si nos centramos solo en la voz, lo propuesto por la No Fakes Act habilitaría a las discográficas a tener derechos también sobre las réplicas digitales de los artistas y abriría las puertas a la creación de nuevas obras generadas por IA a bajo costo, incluso de cantautores fallecidos, lo cual sería una oportunidad que muy pocas editoras musicales se negarán a dejar pasar, tomando en cuenta que han surgido algunas crisis dentro de la industria musical que han tambaleado su estabilidad y, sobre todo, rentabilidad.
Sobre intérpretes: ¿A los actores de doblaje se les reconocen derechos de propiedad intelectual?
Rothman invita a ver the big picture en la que las leyes estatales sobre el derecho de publicidad ya protegen contra interpretaciones digitales no autorizadas, sobre marcas registradas y competencia desleal mientras la ley de derechos de autor también limita algunas de estas nuevas obras audiovisuales, “por lo tanto, el listón para agregar una nueva capa a la estructura legal existente debería ser alto y ciertamente no debería empeorar la situación de nadie.”
La experta critica que el borrador propone añadir un nuevo derecho federal sobre los artistas fallecidos que incentivará el mercado de réplicas digitales de los muertos y sustituir a los artistas vivos, aumenta la probabilidad de que los artistas pierdan el control sobre actuaciones futuras y deja a los artistas en una situación “potencialmente peor”, al empoderar a los sellos discográficos, estudios cinematográficos y otras instancias para controlar los derechos de interpretación de una persona.
Además, Rothman invita a razonar si el enfoque principal no es la insuficiencia de la ley actual para los artistas intérpretes o ejecutantes, sino las preocupaciones sobre la efectividad de la ley de derechos de autor para proteger a la industria discográfica a la vez que invita a analizar si el derecho de réplica digital propuesto puede no ser la mejor manera de abordar estos problemas.
Para ella, modificar la norma para aclarar que el derecho estatal de publicidad y las reclamaciones basadas en la apropiación pueden proceder contra los servicios informáticos interactivos es suficiente para ayudar a los intérpretes, a la industria musical y al público.
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