Es un hecho: China se ha constituido como la mayor fábrica mundial del acero. La nación asiática, que para principios de este siglo aportaba 15 % del acero a nivel global, en 2023 fue el responsable de la colocación del 54 % del acero bruto manufacturado en el planeta, poniendo en jaque la producción de países que, tradicionalmente, habían hecho de la aleación de hierro y carbono una importante industria local y fuente de ingresos.
Los países de la región han reaccionado a este panorama imponiendo aranceles a las exportaciones desde aquel país, en un intento por mitigar los efectos en sus economías.
Brasil, Chile y México son los productores regionales que han impuesto los mayores aranceles —en algunos casos por encima del doble— al acero chino, buscando con ello no solo frenar el avance de los productos asiáticos, sino dar una segunda oportunidad a las industrias locales, ya de por sí afectadas por la recesión pospandémica y la lenta recuperación del consumo global.
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Crecimiento exponencial
De acuerdo con los datos de la Asociación Mundial del Acero (WSA, por sus siglas en inglés), a comienzos del siglo XXI América Latina era responsable de cerca de 6,6 % del acero mundial, exportando a China (que por ese entonces producía solo el 15 % del acero global) unas 160.000 toneladas de material de acero, básicamente materia prima.
Pero los asiáticos dieron vuelta a la tortilla y en dos décadas incrementaron en 7,000 % su producción, con lo que han podido suministrar al mundo entero con productos terminados de acero, incluyendo bienes que van desde materiales de construcción hasta tornillos, pasando por autos eléctricos, computadoras y teléfonos móviles.
En 2023, por ejemplo, América Latina recibió alrededor de 10 millones de toneladas en acero chino, una cantidad sustancialmente superior a las 80.500 toneladas importadas en el 2000, según datos de la Asociación Latinoamericana de Acero (Alacero).
La gran ventaja de este acero chino es que, al ser subvencionado por el Estado y producido a muy gran escala, llega a ser hasta 40 % más barato que el producido en otras regiones, lo que, evidentemente, convierte a la aleación regional en un material poco competitivo.
Esta situación ha puesto en riesgo una industria regional de vieja data de la que dependen más 1,4 millones de puestos de empleo y que podría verse limitada solo a labores de extracción si, tal como se prevé, China sigue aumentando su capacidad de fundición y continua con la férrea política expansiva que ha mantenido en las últimas décadas.
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Efectos
Los efectos de la sobreproducción y exportaciones chinas van más allá del desplazamiento de los productos nacionales. En Chile, por ejemplo, el cuarto mayor productor de la región, la acería Huachipato, la principal productora de acero de ese país, anunció en marzo el cierre de su planta, mientras que en Brasil, el mayor productor regional y noveno a escala mundial, varias empresas han recortado nómina por la baja en la demanda.
"El principal efecto del incremento del volumen de importaciones de China es el desplazamiento del producto nacional. Otro efecto, relacionado con lo anterior, son las presiones en los precios de productos nacionales", señala Sergio Barajas Pérez, socio de comercio exterior en la firma mexicana Basham, Ringe y Correa.
En este mismo orden, Andrea Weiss Balassiano, socia de la firma brasileña Monteiro & Weiss Trade, recuerda que de la gran cantidad de productos chinos que cada día llegan a Brasil, solo en 11 productos de acero con nomenclatura común del Mercosur son objeto de alza arancelaria, lo que ha llevado a que la industria siderúrgica de ese país encienda las alarmas ante una competencia que todavía visualiza como desleal.
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México dio el ejemplo
México fue el primer país en reaccionar ante la avalancha asiática. En agosto de 2023 anunció un arancel de 25 % para los productos de acero provenientes de naciones con las que no tiene tratado de libre comercio, entre ellas China, además de Corea del Sur e India. Adicionalmente, comenzó a exigir a los importadores información detallada sobre el país de origen de los productos de acero que exporten a su territorio.
Pero no solo esto. Alberto Sandoval Félix, asociado sénior en Basham, recuerda que México tiene 83 cuotas compensatorias en vigor por prácticas desleales, de las que 37 son en contra de China y 66 % son en contra de productos del sector de “metales básicos y sus manufacturas”.
En este mismo orden, al formar parte del Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), México tiene obligaciones adicionales que cumplir, por lo que debe velar que en sus exportaciones hacia sus socios del norte no exista triangulación de productos chinos.
Al respecto, desde Basham se recuerda que según el Acuerdo entre México y EE.UU. sobre las acciones tomadas en el marco de la Sección 232 de la Trade Expansion Act de 1962, ambos países convinieron impedir la triangulación de acero y aluminio producido fuera de sus territorios, establecer un sistema de monitoreo de dichos productos y reimponer los aranceles del 25 % y 10 % al acero y aluminio específicos que aumenten significativamente más allá de los volúmenes históricos.
“Lo anterior implica que si las importaciones de acero de China a México hacen crecer de forma significativa las exportaciones de México a EE. UU., podría dar lugar a la reimposición de los aranceles impuestos al acero al amparo de la Sección 232”, señala Barajas Pérez.
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Nuevas medidas
En el marco del enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China y ante el alza de las exportaciones mexicanas a su vecino del norte (que subieron 4,3 % en 2023 hasta alcanzar los 476.000 millones de dólares), el 10 de julio Estados Unidos anunció nuevas medidas que reimponen, en determinadas situaciones, los aranceles previstos bajo la Sección 232 a los productos de acero y aluminio importados de México, buscando con ello la seguridad económica del importante Acuerdo de América del Norte.
La nueva medida, que entró en vigor de forma inmediata, describe y especifica que Washington aplicará 25 % de arancel al acero importado de México que no haya sido “fundido o vertido” en ese país, EE. UU. o Canadá. Algo similar ocurre en el caso del aluminio, pues de tener como país de origen la primera, segunda o reciente fundición a Bielorrusia, Irán, China o Rusia, será pechado con un 10 %.
Sin embargo, México logró defender los intereses de su aliado Brasil, país desde el que importa una considerable cantidad de materia prima para sus productos de acero. La condición propuesta por México y aceptada por EE. UU. plantea un trato especial para las exportaciones del país sudamericano, por lo que el acero de Brasil transformado en México no estará sujeto al pago del nuevo arancel de 25 %.
Al respecto, es oportuno destacar que varios sectores productivos mexicanos han expresado su rechazo a la medida por las consecuencias que tendrán. Entre ellos, el gremio de las autopartes ha señalado una afectación sobre el 40 % de las exportaciones de los insumos que produce.
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¿Modificación en puertas?
En este punto cabe preguntarse si México —o cualquier otro país afectado— puede tomar medidas aún más drásticas para frenar las importaciones de acero chino. La respuesta es sencilla: no, a menos que quiera iniciar una “guerra” comercial. Normado por los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC), las decisiones tomadas por los Estados de manera unilateral pueden afectar de manera sustancial el equilibrio del delicado tejido comercial planetario y México no escapa a esta realidad.
Actualmente, los niveles arancelarios aplicables al acero proveniente de países con los que México no suscribió un tratado de libre comercio, incluido China, son iguales o muy cercanos a los niveles máximos que pueden imponerse a las importaciones de otros miembros en el marco de la OMC, por lo que aplicar otro tipo de restricciones traería implicaciones bastante serias.
“Las medidas disponibles para México son las medidas antidumping, compensatorias o de salvaguardia, que deben ser impuestas tras haber llevado una investigación de conformidad con las normas de la OMC”, dice Sandoval Félix.
Además, no hay que perder de vista que China es el primer socio comercial de América del Sur y el segundo de América Latina y el Caribe, solo superado por EE. UU., lo que deriva en un equilibrio mucho más precario en esa relación económica.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), casi un tercio de las importaciones chinas de alimentos tiene origen en la región, destacando entre otros productos la soja, el café, la caña de azúcar, los camarones, la carne bovina y la harina de pescado; así como materias primas minerales como soya, cobre, hierro, petróleo y litio.
Ahora bien, medidas como las aplicadas en Chile, México y Brasil podrían disuadir a los inversionistas chinos de establecer, mantener o expandir sus operaciones en estos países e, incluso, que imponga aranceles a las exportaciones regionales en respuesta a las medidas adoptadas, como ya ocurrió en el pasado con la soya argentina, por ejemplo.
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¿Qué pasa en Brasil?
En una acción similar a la mexicana, el gobierno de Brasil anunció la aplicación de un arancel de hasta 25 % a 11 productos de acero provenientes de China que registraron un crecimiento del 30 % en el volumen importado en los últimos meses. Para cualquier otro producto que no haya superado ese nivel de alza, se mantendrá el gravamen de 10,8 % aplicado actualmente.
La medida, que tiene una vigencia de 12 meses, busca proteger el empleo, fomentar nuevas inversiones y modernizar al sector, según dio a conocer el vicepresidente y titular del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Geraldo Alckmin, al hacer el anuncio.
“La expectativa es que la medida pueda contribuir a reducir la capacidad ociosa de la industria siderúrgica nacional. En relación con los precios al consumidor y efectos en la cadena productiva, los dictámenes técnicos elaborados por el MDIC indicaron que no habría impacto en los precios”, acota Carol Monteiro de Carvalho, también socia de MW Trade.
No obstante, los sectores potencialmente afectados (entre ellos maquinarias y equipos, automóviles y construcción), señalan riesgos relacionados con aumento de costos, pérdida de competitividad y presiones inflacionarias, ya que el acero es un insumo esencial para la fabricación de artículos de mayor valor agregado en los que Brasil se ha convertido en potencia regional, como vehículos y construcción civil.
Sobre la posible afectación del comercio bilateral a raíz del alza del arancel, las especialistas de MW Trade señalan que Brasil tomó una medida cautelosa en comparación con las tomadas por otros países, aplicando el arancel a un determinado grupo de productos pese a que la solicitud de alza abarcaba un mayor número de productos siderúrgicos que se mantienen en agenda para un "análisis adicional”.
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¿Qué beneficios trae esta medida?
Si bien el alza de los aranceles a las exportaciones chinas de acero básicamente busca frenar su creciente aumento y proteger a la industria siderúrgica regional, la medida ha traído beneficios colaterales para los países que la han aplicado, como:
- Aumento de la recaudación. El cobro de un arancel más alto en commodities internacionales importantes como el acero, desde luego, representa una mayor recaudación.
- Fortalecimiento del sector siderúrgico nacional. El aumento arancelario otorga un apoyo significativo a los productores nacionales de acero, que se traduce en protección al empleo e impulso a la inversión. Esto cobra especial importancia cuando se toma en cuenta que, en el caso mexicano, el sector prevé un aumento de hasta 25 % de su capacidad instalada de producción, que podría ascender así a 26 millones de toneladas.
- Reducción de la tensión en las relaciones con EE.UU. Se alivia parte de la presión sobre la relación comercial entre los países de la región y su principal socio comercial.
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