La primera vez que pregunté, en confianza, a un abogado si podía hablarme de las dificultades para conciliar su carrera con la vida personal me dijo que no era su caso. Me estaba acercando a alguien que en la actualidad trabaja de forma independiente y solo dedica largas horas de trabajo a casos excepcionales. “Vivo paseando a mi perro, llevando una vida más balanceada” fueron sus palabras, pero aclaró que “no siempre fue así”.
Si bien la motivación de este reportaje era, precisamente, tener testimonios de primera mano sobre la carga de trabajo que es necesaria para que un abogado haga su trabajo, varias lecturas y experiencias me llevaron a conformar una premisa. Tras muchas entrevistas y conversaciones con profesionales de firma, la idea de que la hora facturable les parece anticuada e insostenible se iba asentando. Pero, ¿cómo surge ese planteamiento y qué buscan los abogados cuando critican los sistemas de horas facturables? ¿Qué impacto tiene esta metodología en sus vidas y en la relación con sus firmas y clientes?
Existe bastante literatura en internet sobre el deterioro en la salud mental que muchos abogados manifiestan debido a la sobrecarga de trabajo con la que han de convivir rutinariamente. Un estudio de Iberian Lawyer basado en lo reportado por abogados de firma en España y Portugal habla de síntomas como: ansiedad y estrés (79 % de los encuestados), depresión (69 %), consumo excesivo de alcohol (27 %), mientras que otros comportamientos incluyeron intentos de suicidio, el uso de sustancias ilegales y mayor uso de medicamentos recetados. En The Happy Lawyer, Nancy Levit y Douglas O. Linder entrevistan a más de 200 abogados en Estados Unidos para explorar qué esconden sus historias personales. Se encuentran con abogados felices e infelices, pero sobre todo retratan los desafíos para encontrar estabilidad emocional y satisfacción plena en la profesión, llegando a ironizar sobre interrogantes no resueltos. “¿Conciliación laboral? Deben estar de broma. Es de lo que todo el mundo habla pero nadie en tu oficina tiene”, escriben en el capítulo The Happiness Toolbox.
José Carlos Bernal Rivera es asociado sénior y trabaja en el bufete boliviano Guevara & Gutiérrez SC - Servicios Legales. A pesar de hablar desde un país lejano a la cultura anglosajona o ajena a la experiencia de los países ibéricos, cree que en Bolivia esos problemas —los de salud mental en la abogacía— también existen, pero le parece que quizá el retrato de España y Portugal es exagerado en comparación. “Las firmas ibéricas son sumamente sofisticadas y tienen cargas laborales similares a las de ciudades como París, Londres o Nueva York. En Bolivia y en otros países de la región es sin duda más moderada. Las consecuencias no llegan a tales extremos”, aclara.
Lucía Jiménez y Diana Torres (ambas con nombre ficticio) trabajan para firmas argentinas. Son asociada sénior y socia, respectivamente. Pidieron ser citadas con pseudónimo, “ya que el tema es sensible y de bastante discusión en estas organizaciones”, reconocen. Vienen de escritorios diferentes. Lucía J. cree que en los tiempos que corren se está dejando de lado la cultura del trabajo como sufrimiento, pero Diana T. sí cree que un estudio exhaustivo sobre los abogados que sufren problemas de salud en la Argentina podría arrojar resultados similares. En un sector donde, según cuenta, los profesionales suelen estar expuestos a ciertos desequilibrios mentales o trastornos de la personalidad, “es común ver estas situaciones en los estudios jurídicos. Deberían existir mejores protocolos de detección y seguimiento de estas alteraciones. En mi experiencia, lo que genera estos desequilibrios tiene que ver más con la competencia salvaje y desmedida que existe en algunas organizaciones y ciertas personalidades de base que son propensas a mostrar algún problema psicológico”.
En el debate conseguimos reunir los testimonios no solo de profesionales de Argentina y Bolivia. Oscar Montezuma, socio fundador de Niubox Legal Digital, también ha observado cómo la ansiedad y el estrés, producto de los modelos organizativos de las firmas que priorizan la facturación y la competencia interna, son algo muy común “en el Perú y en el mundo”. Este abogado peruano le dio un giro de 180 grados a su carrera al emprender un bufete centrado en la innovación legal y en busca de formas nuevas de ejercer la profesión. Todas sus intervenciones inciden en una concepción del trabajo legal basado en la gestión de proyectos, pues considera que las firmas no suelen tener propósitos claros que motiven a los integrantes más allá de “la acumulación de dinero, producto de las horas facturables, algo insostenible en la parte emocional en el largo plazo”. Nota en muchos de sus colegas una tremenda insatisfacción y algunos le cuentan que serían felices dedicándose a otras actividades.
¿Cómo se mide mejor el trabajo del abogado?
Una combinación de horas facturables y resultados le parece un baremo justo a Bernal Rivera para determinar lo que vale el trabajo que él y sus colegas llevan a cabo. Los distintos roles que existen en los despachos explican también la apuesta de algunos por una metodología transversal, una que atienda a los factores a tener en cuenta para justificar qué se tiene en cuenta en los sistemas de compensación. David Gutiérrez es socio fundador de BLP en Costa Rica y cree en medir no solamente el trabajo sino el rendimiento, pues varía dependiendo del rol que dicho profesional tenga en su despacho. "Hay profesionales que deben ser medidos por horas facturables, sobre todo al inicio de su carrera. Otros, con más experiencia, deben ser medidos por resultados”.
La mirada argentina de la conversación también apunta a evaluar la productividad más que las horas destinadas a trabajar, pero siempre teniendo en cuenta un equilibrio. Diana Torres explica que las horas trabajadas y las horas facturables, que según aclara no son necesariamente lo mismo, deben ser parte de la ecuación. Sin embargo, también deben serlo el tipo de trabajo realizado, así como el reconocimiento del profesional en el mercado, su capacidad de gestionar de manera eficiente y la ética profesional. Desde México, Pedro A. Gloria Ponce de León, socio director de Gloria-Ponce de León & Hernández, también plantea la tarifa horaria como una simple herramienta de costeo, “las horas facturables, por sí solas no representan fielmente el desempeño del abogado”.
En los despachos también confluyen distintas formas de compaginar el trabajo con la vida personal. En muchas de las entrevistas hechas en LexLatin se constata que los socios más veteranos y mayores ven en los millennials a abogados con un concepto muy diferente del trabajo y suelen ver en ellos a profesionales que valoran otras cosas. David Gutiérrez no cree que un despacho quiera tener profesionales que estén cansados y con exceso de trabajo. Por el contrario, dice que el equilibrio entre la vida personal y laboral no debe ser solamente de los más jóvenes, sino de todos.
Lucía Jiménez no cree que sea necesario limitar las horas a cumplir de manera estricta, pero sí considera que los socios más veteranos deberían entender a las nuevas generaciones “que son menos detallistas, más ansiosas, diversas y multifocales. Tener un horario de referencia (8/9 horas), en la medida que el trabajo lo permita, me parece fundamental”.
Un polémico debate surgió recientemente entre las firmas de abogados españolas más grandes, que podría servir de espejo para seguir contestando a la pregunta de cómo medir las horas de trabajo. En España desde mediados de mayo todas las empresas son obligadas a implementar sistemas de registro horario, medida que inicialmente se impulsó para corregir la situación de precariedad que afecta a muchos trabajadores. El escenario de las firmas resultó ser muy particular, pues a pesar de haber organizado jornadas con clientes sobre el registro horario y redactado documentos con recomendaciones y advertencias sobre cómo implantarlo, la medida generó rechazo en las cúpulas del sector legal. Según Cinco Días los socios directores de seis grandes despachos reclamaron al Consejo General de la Abogacía Española y al Colegio de Madrid que se implicaran en frenar su aplicación en el sector. El diario financiero habla de una “regla no escrita” en la abogacía y en otras profesiones, que un gran sueldo conlleva plena disponibilidad.
Diana Torres trabaja 10 horas al día aproximadamente y entiende que la conciliación es algo que se encuentra en permanente tensión con la vida profesional. “Cada uno tiene que encontrar la justa medida”. Como socio director, Pedro Gloria Ponce de León entiende que definitivamente su trabajo es 24/7, aunque en su firma, en general, se organizan de forma que las responsabilidades en el despacho no interfieran con la vida personal. Hace algún tiempo la socia directora de ARAQUEREYNA, Maripi Viso, compartió con LexLatin el dilema de algunas de sus reflexiones como administradora. Consciente de que “el estrés acaba pasando factura”, la directora advertía que con el tiempo los escritorios reconocerán que el managing partner no puede producir igual que un socio regular.
“Me siento identificado con el comentario pero, por supuesto, en menor medida. El nivel de estrés y las responsabilidades incrementan cuando el abogado avanza en su carrera. Debemos ser conscientes y aceptarlo, o cambiar de rutina”, según José C. Bernal. Separar el rol de administrador de la firma del ejercicio del derecho como tal es algo que parece convencer a todos los abogados consultados sobre la postura de Maripi Viso, sin olvidar que el agobio y la tensión no son algo exclusivo de una posición en particular. Diana Torres no esperaría que desde la dirección se trabaje a la par que otro socio, pero, puntualiza, “hay socios a cargo de áreas que pueden estar sometidos a gran estrés también”.
Las preguntas para elaborar esta nota se hicieron a cada uno de los y las participantes por separado, pero hubiera sido ilustrativo verles interactuar e intercambiar sus opiniones en persona. ¿Cómo comparten estas experiencias entre colegas de profesión? ¿Qué impresiones van recogiendo los abogados entre sus pares del sector? Más arriba, Montezuma ya mencionaba a quienes confiesan que el nivel de frustración por algunos problemas de salud mental les hace pensar en dedicarse a otras cosas, “por ejemplo, la fotografía”. Torres tiene compañeros que le han hablado de la difícil interacción en el trabajo, sobre todo compartiendo largas jornadas, con otros colegas que tienen problemas de relacionamiento “y ejercen el maltrato hacia los demás”. A José C. Bernal no le parece que lo siguiente refleje la mejor manera de referirse al trabajo, pero reconoce que entre abogados es común presumir de situaciones o casos que hayan podido suponer jornadas de hasta 20 horas seguidas. De alguna forma, “la cantidad de horas diarias trabajadas se alardean como si fueran medallas de guerra”.
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