El rush de la industria Fintech puede haberse visto impactado por las contracciones del capital durante 2022, pero no por ello ha aminorado sus posibilidades para mantenerse vigente y en desarrollo. Ya lo adelanta así Nick Grassi, mexicano especialista en Open Banking, quien asegura que lejos de ser un jaque mate, la realidad que rodea al sector “ha sido una especie de inyección de adrenalina que despertó a las compañías y las está llevando a tener mejores planeaciones financieras (al esperar runways más largos) y a perfilar modelos de negocios cada vez más atractivos”.
Uno de los aspectos clave en esta línea, sobre todo porque permite avizorar lo que se viene al 2023, es lo delineado desde lo regulatorio en materia Fintech y a nivel regional, considerando que esto no ha avanzado de manera uniforme, lo que ha provocado, en palabras de Grassi, que la expansión del sector sea polarizada.
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Del crecimiento a la planificación
Hacia el 2021, una instantánea sobre el Venture en América Latina, desarrollado por Endeavor y Glisco Partners —la primera, una organización mundial que promueve el emprendimiento de alto impacto; la segunda, una firma mexicana dedicada al apalancamiento de capital— señala que las fintech captaron el 40 % del capital de riesgo percibido por la región. De lo inyectado, Chile y Argentina fueron las jurisdicciones más beneficiadas, señala el estudio.
La inyección de capital y la activa respuesta por parte de los usuarios del ecosistema digital, fijó un crecimiento promedio anual de 25 %, según registró el Banco Interamericano de Desarrollo y Finnovista, en su último estudio sobre el sector.
El liderazgo en este desarrollo, según indicaron el BID y Finnovista, lo han registrado Brasil, México, Colombia, Argentina y Chile. Luego de ellos, sobre todo en el 2021, Perú, Ecuador y República Dominicana han registrado una performance que los ha hecho merecedores de la categoría ‘emergentes’.
La expansión del sector ha ido de la mano, en especial a fines del 2021 y 2022, con un activo marco regulatorio; enfocados esencialmente en normar el riesgo del crédito, así como normar el acceso a servicios financieros digitales. Sin embargo, para algunos países como República Dominicana, Chile y Perú, estos marcos regulatorios aún son difusos. Mientras que para un gigante como Brasil, cerca de la mitad de su mercado considera que la regulación no es adecuada.
Ambos aspectos, crecimiento y regulación, llevan al sector fintech a ver esta etapa como una en la que toca forjar alianzas, afianzar las ya generadas y planificar, de forma activa y consciente, cómo proyectarse al ritmo de las inversiones.
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¿Cómo van los marcos regulatorios?
México es pionera, es el primer país en la región que cuenta con una regulación, promulgada en 2018. Su curva de aprendizaje, sin embargo, no lo tiene necesariamente en la delantera. Ahora mismo, las demandas de autoridades regulatorias como la Comisión Federal de Competencia (Cofece) intentan promover el uso de la “banca abierta, así lineamientos claros sobre el uso de la información de los clientes”, como ha referido recientemente la Cofece a mediados de noviembre.
La misma demanda se puede registrar en un mercado más pequeño y que recién está surgiendo, como el de Nicaragua, como señala Carlos Tellez, socio de García Bodán, firma centroamericana. El país cuenta con una regulación desde el año pasado, según nos cuenta el experto, la mayor dificultad reside en las relaciones con la banca tradicional, lo que perjudica en el ecosistema.
“Se espera que, al existir la regulación, se puedan minimizar las barreras que presentan los bancos tradicionales para aceptar dentro de sus clientes a entidades que operen como Fintech. Sin embargo, en Nicaragua no existe obligatoriedad de interconexión de sistemas entre operadores Fintech y los bancos, menos aún open data, que sería esencial para un desarrollo más acelerado de los servicios Fintech y la creación de ecosistemas con más profundidad”.
Dos jurisdicciones, con normativa reciente en materia de Fintech son Chile y Ecuador. Ambas fueron aprobadas en octubre de este año, lo que las enfrenta a un proceso de transición hacia lo regulatorio.
En el caso de Chile, la normativa que acompañará al sector alentará la creación de finanzas abiertas y establecerá la existencia de garantías que fomente una cercanía con la banca tradicional. Ello se traduce concretamente en las demandas de los mercados anteriormente mencionados, es decir, en compartir información y mantener estrategias para la banca abierta.
Ecuador, por su parte, cierra el año con un marco regulatorio que empieza a modificarse para una mejor aplicación. Hasta el momento, la normativa aplicada al sector se concentrará en temas de competencia, medios de pago, servicios tecnológicos financieros, como algunas medidas vinculadas a la Ley General de Seguros. La incertidumbre, respecto de otros frentes en la normativa, deja especialmente cautelosas a las empresas fintech a la espera de lo que surja de cara al 2023.
En esta panorámica, vale la pena destacar también el caso de Argentina, que como el de Brasil - de acuerdo al BID y a Finnovista, el gigante logró incrementar en más de 30 % el número de empresas fintech durante el 2021 - no cuenta con legislación específica para el sector. María Shakespear, socia de Beccar, nos cuenta de primera mano lo que esto supone:
“El regulador argentino, inicialmente, adoptó una postura más de tipo 'esperar y ver' antes de imponer reglas muy estrictas para este sector. Esto permitió que en un principio muchas actividades pudieran desarrollarse con cierta libertad, facilitando un crecimiento rápido del ecosistema en el país. Con el tiempo, el regulador local se ha puesto más proactivo en materia regulatoria, estableciendo reglas más precisas para este tipo de negocios, aunque sin ser impeditivas”.
Este último caso, es cómo ha operado uniformemente la transición a lo que se espera de la regulación del sector. Como resume Daniel Levi, socio de Beccar, la actuación de un marco regulatorio sobre la marcha ha permitido un desarrollo del fintech, pero sobre todo la participación activa multiactoral.
“El marco regulatorio actual ha permitido bajar barreras de entrada, posibilitando el ingreso de nuevos actores al sistema financiero y de pagos, al mismo tiempo que vela por la protección de los usuarios y trata de nivelar el juego con los negocios más tradicionales. Esto ha generado un notable incremento en la inclusión financiera de sectores habitualmente postergados y una mayor competencia en la oferta de productos y servicios financieros innovadores, brindando también oportunidades más claras para fundadores e inversores, si bien todavía falta mucho por hacer”.
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¿Cómo manejar los desafíos?
Ante un mercado que ya trae el desafío propio de una sequía de capital y un hiperdinamismo en las inversiones, el apunte clave ante el variopinto, desafiante y aún expansiva escena de las fintech y de sus marcos regulatorios, la clave será ante todo la planificación. El apunte de Nick Grassi, incluye también hacer una llamado a que las empresas fintech se enfoquen a su vez en ser “más ágiles, flexibles y apoyarse de todas las herramientas que tengan disponibles para encontrar áreas de oportunidad”.
Para ello, debe contemplarse, en palabras de Juan Carlos Arcila, cofundador y presidente del Congreso latinoamericano de innovación, banca digital y tecnología, un trabajo en alianza más aunado y estratégico entre los actores participantes. Lo que incluye esencial y activamente a la banca tradicional y los reguladores. Solo así podrá garantizarse un amplio horizonte hacia el 2023.
“La banca, los reguladores y las fintech deben trabajar de forma aliada para crear un círculo virtuoso, que cuide al consumidor y fomente que la expansión y el desarrollo continúe”, asegura.
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