Con el crecimiento de la demanda mundial de cobre, China se está posicionando como la gran potencia líder en el comercio de este estratégico metal. Esta situación coloca alertas para los productores primarios tradicionales.
La competencia por costo de las materias primas ha sido la gran estrategia aplicada por China en otras industrias, ganado incluso posición dominante. Esto está sucediendo en prácticamente toda la cadena de valor del cobre, una fortaleza que le ha permitido imponer nuevas reglas que afectan, de manera directa, a naciones como Chile y Perú, cuyas economías están fuertemente ancladas al rojizo metal.
Ante una repetición de lo ocurrido en el mercado del acero, los países latinoamericanos que se erigen como los principales productores y dueños de las mayores reservas mundiales del mineral, se enfrentan a importantes desafíos por mantener el liderazgo en capacidad de extracción y refinación, por lo que deberán afinar sus estrategias a fin de resguardar una posición de la que depende buena parte de sus economías.
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El dragón despertó
China es el mayor comprador de cobre primario del planeta, alcanzando el año pasado cifras récord de 27,54 millones de toneladas de mineral y concentrado, a las que se sumaron otros 5,5 millones de toneladas de cobre procesado (anódico, refinado, aleado y semiacabado). Pero, ¿cómo es su producción?
Para inicios de este siglo, China apenas producía 1,37 millones de toneladas de cobre refinado, siendo, desde entonces, un importante comprador de materia prima para alimentar su industria transformadora. Veinte años después, el gigante asiático es responsable por el 45 % de cobre que se refina en todo el mundo, y la estrategia de Pekín apunta a aumentar hasta 60 % su capacidad de refinamiento para finales de esta década.
Paralelamente, China ha aumentado su producción primaria de cobre, que pasó de 592.000 toneladas en el año 2000, a más de 1,7 millones de toneladas en 2023; es decir, casi triplicó la extracción en apenas dos décadas. Ello le ha permitido ralentizar la importación de materia prima, pese a lo cual sigue siendo el mayor destino del cobre que se extrae en Chile, Perú y la República Democrática del Congo, los tres mayores productores.
Algunos expertos señalan que este empuje no solo tiene que ver con un mayor apetito interno por el auge de las industrias de construcción y electricidad —dos de los sectores que más demandan cobre—, sino para la producción masiva de bienes relacionados con la tecnología verde: vehículos eléctricos, baterías, paneles solares, turbinas eólicas, etc., con la idea de dominar estos mercados.
Cabe destacar que, en menos de dos décadas, China pasó a liderar industrias como de equipos electrónicos, automóviles, embarcaciones y productos siderúrgicos, por nombrar algunos. Y el cobre ahora también figura entre sus objetivos.
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¿Se repite la historia?
Al igual que como ocurre en la industria del acero, la del cobre ha sentido los efectos del crecimiento de China como protagonista de peso en este mercado. El mejor ejemplo para entender esta dinámica es el caso de Chile, país que en 2023 aportaba el 36 % del mineral de cobre transado a escala mundial, proporción que bajó a 25,9 % el año pasado, de acuerdo con la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
En este mismo sentido, China ha logrado imponerse en el mercado con base en una estrategia de precios bajos sustentada en la subvención estatal. Al respecto, un estudio de la de la Sociedad Nacional de Minería de Chile (Sonami), señala que los costos de tratamiento y refinería en China se ubican alrededor de los 59 dólares por tonelada de concentrado, muy por debajo de la media mundial de USD 114 por tonelada de concentrado.
Algunos análisis apuntan a que China podría estar almacenando grandes cantidades de cobre y se convertiría en exportador neto en los próximos años, con la consecuente inundación del mercado. Aunado a esto, la República Democrática del Congo, con el apoyo de China, ha venido incrementando considerablemente su producción, al punto de equipararse ya con la de Perú.
Desde cualquier arista, la presión sobre el sector cuprífero latinoamericano es evidente y ello obliga a las respectivas industrias a reordenar sus estrategias respecto a la producción y procesamiento de cobre, un producto de vital importancia en el cambio de la matriz energética mundial.
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Repercusiones en Chile
El dominio de Chile como el mayor productor de cobre del planeta es de vieja data y se remonta a mediados del siglo XIX, soportado por las mayores reservas probadas del metal rojo. Sin embargo, su posición ha mermado y las cifras antes descritas lo demuestran.
“Esta disminución refleja una combinación de factores que incluyen una disminución en las leyes del mineral, desafíos en la productividad, disminución de la entrada en operación de nuevos proyectos mineros y retrasos en proyectos de expansión y reposición”, acota Lester Maxwell, jefe de litigios del estudio Claussen & Velasco.
El especialista en derecho minero cree que un tema delicado pero que demanda atención por su complejidad es el relacionado con el subsidio aplicado por China a sus productos, abordable a partir de la aplicación de sobretasa arancelaria que, no obstante, pudiera enfrentar los mismos problemas generados por una medida similar aplicada al acero, la cual ha sido impugnada por las empresas chilenas cuyos proveedores son chinos.
“Son mecanismos legales difíciles de proyectar y aplicar en la legislación nacional”, dice, agregando que primero habría que determinar si China tiene el caudal suficiente para sobrepasar a Chile o Perú y, de ser así, la medida solo serviría para salvaguardar la producción nacional, pero no permitiría tener un grado elevado de competitividad si China se decidiese a inundar el mercado mundial con su cobre", agrega.
En este sentido y ante la existencia de un Tratado de Libre Comercio (TLC) Chile-China, Maxwell aclara que para evitar mayores afectaciones a la relación comercial es necesario “ser cuidadosos y responsables” en las medidas que se vayan tomando en estos casos.
Sin embargo, la aplicación de medidas pareciera ser una necesidad urgente, tomando en cuenta que ya ha habido efectos directos sobre la industria chilena más allá de la reducción de la participación en el mercado global de mineral de cobre.
En mayo del año pasado, cerró sus puertas la Fundición Ventana, planta de Corporación Nacional del Cobre (Codelco) operativa desde 1964, mientras que este año Paipote, fundición propiedad de la Empresa Nacional de Minería (Enami), en pie desde 1952, se vio obligada a paralizar su planta de manera definitiva. Con estos cierres, la capacidad de fundición del Estado chileno se redujo en 20 %, lo que, sin duda, es un revés para las intenciones del país de recuperar protagonismo en el mercado cuprífero.
Es por ello que Lester Maxwell estima que Chile se enfrenta a importantes desafíos en aras de mantener sus distintas ventajas competitivas y entre los principales están:
- En competencia internacional: A pesar de su liderazgo, Chile enfrenta una competencia creciente de países como Perú, que está aumentando su capacidad de producción, y de naciones como China, que buscan controlar más segmentos de la cadena de valor del cobre, incluyendo la refinación.
- En lo ambiental y social: el país se enfrenta a desafíos relacionados con la sostenibilidad ambiental, como la escasez de agua y las demandas de las comunidades locales por un desarrollo más equitativo. Esto obliga a las mineras a implementar prácticas más sostenibles y socialmente responsables.
- En innovación y tecnología: Para mantener su liderazgo, Chile está invirtiendo en innovación tecnológica, como la minería verde, con el fin de reducir la huella de carbono y mejorar la eficiencia en el uso de recursos.
- En precios: La economía chilena es altamente dependiente del cobre, lo que la hace vulnerable a la volatilidad de los precios internacionales del mineral. Factores como la demanda global, especialmente de China, y las tensiones geopolíticas influyen directamente en la estabilidad económica del país.
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¿Qué pasa en Perú?
Como segundo productor mundial de mineral de cobre, cualquier cambio en el mapa cuprífero tendrá incidencia en la industria de Perú, por lo que es de esperarse que haya alguna reacción ante el dumping del refinado chino, pese a que el país solo procesa 20 % de lo que extrae.
Al menos eso cree Raúl Ferreyra, socio especialista en derecho minero en Payet, Rey, Cauvi, Pérez Abogados, quien opina que en el cobre repite la situación que se ha presentado con el acero, por lo que no descarta la aplicación de los aranceles antidumping y salvaguardias que sean precisos.
“La imposición de derechos antidumping es una cuestión de estrategia y de equiparar la competencia… Muchos países de Latinoamérica están en clara desventaja contra el dumping chino, ya que dependen mucho de China para colocar sus exportaciones y las represalias podrían ser mortales. Por esta razón se revisa técnicamente todos los factores antes de establecer aranceles o salvaguardias”, dice.
Al recordar que se esperaba que este 2024 viniera acompañado de dificultades en oferta y precios, Ferreyra afirma que, debido a su baja capacidad de refinación, Perú no enfrenta problemas en este segmento, aunque sí respecto a la venta de concentrado (materia prima).
Destaca además que la riqueza mineral y la diversidad de proyectos de Perú son su mayor ventaja, pero el tiempo para su desarrollo es la variante que juega en contra de los intereses del país.
“Si los precios no nos acompañan, deberíamos ser estratégicos con nuestra posición de productores. La real oportunidad está en saber aprovechar situaciones de ventaja y materializarlas en el cierre de brechas de desarrollo y mejoras en sectores con serios problemas estructurales, como educación e infraestructura”.
Ferreyra no cree que con la hipotética aplicación de medidas antidumping al cobre chino las relaciones comerciales binacionales se vean obstaculizadas, pues el Tratado de Libre Comercio (TLC) Perú-China permite que una parte afectada pueda utilizar medidas de defensa comercial (antidumping y salvaguardia global), de conformidad con lo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
“Las partes llegaron a un acuerdo respecto de cumplir con las disposiciones del Acuerdo Relativo a la aplicación del Artículo VI del GATT de 1994 (Acuerdo Antidumping), y del Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias de la OMC”, concluye.
De cualquier manera, es evidente que como productor de peso, Perú deberá hacer frente común con el vecino Chile en aras de frenar el avance chino, que a todas luces busca aumentar su dominio otros segmentos de la cadena cuprífera, con lo cual su capacidad para influir en el mercado aumentaría y dejaría a los productores tradicionales a merced de sus decisiones.
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