El sistema de pensiones chileno continúa despuntando como el mejor de América Latina, a pesar de los distintos problemas que especialistas y ciudadanos señalan. Recientemente, algunos estudios apuntan que el país andino no solo es la mejor nación de la región para jubilarse, sino también una de las más adecuadas, a escala global, para disfrutar de los llamados “años dorados”.
Uno de los estudios más respetados, el Índice Global de Pensiones 2024 (IGP), de la consultora Mercer y el CFA Institute (Chartered Financial Analyst, por sus siglas en inglés), acaba de ratificarlo, al señalar que Chile no solo se mantuvo como el mejor sistema de la región, sino que ingresó al selecto grupo de los 10 más reputados a nivel global.
De hecho, la nación andina escaló cinco posiciones respecto a la clasificación obtenida en 2023, para ubicarse en el noveno peldaño del ranking, un listado en el que también sobresalen los buenos resultados alcanzados por Uruguay y México, situados en las posiciones 13 y 16 de la clasificación, respectivamente.
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Un repaso de la figura de la 'jubilación'
“Las jubilaciones son beneficios muy antiguos. Están asociadas a los funcionarios públicos y se generalizaron después de la segunda guerra mundial”, afirma León Arismendi, especialista en derecho laboral y profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
El origen de la jubilación se remonta al imperio romano, cuando Roma concede parcelas de terreno y un pago en dinero a los soldados que hubiesen servido durante más de 25 años. En el caso de las pensiones, el nacimiento se ubica en la Alemania de finales del siglo XIX, cuando se crea un programa de seguridad social que otorga beneficios a los ciudadanos en la vejez.
A principios del siglo XX, estas nociones fueron tomando forma como beneficios inherentes al trabajador para asegurarse una vejez más digna, hasta que a mediados de siglo pasan a convertirse en un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La concepción ha ido mutando hacia regímenes cada vez más sofisticados que buscan mejorar la calidad de vida del trabajador en su retiro.
Con esta base, en 1981 entra en vigencia el régimen previsional chileno, que desde ese momento se convirtió en referente regional y global por sus alcances y bondades, convirtiéndose en modelo a seguir por muchos gobiernos a fin de satisfacer las crecientes demandas de las poblaciones en edad pensional.
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En evolución
Cuna de los fondos privados de pensiones manejados por entes privados denominados Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), el sistema chileno ha estado en constante evolución a fin de dar con un mecanismo sólido y sustentable, en el que el propio trabajador sea consciente y asuma la responsabilidad de ahorrar para su retiro futuro, con un aporte consistente del Estado, pero evitando la sobrecarga que ha llevado al colapso de muchos regímenes en todo el mundo.
“Aunque la sustentabilidad es clave, se ha comprendido que un sistema efectivo también debe ser generoso con sus jubilados. En los últimos años, el país ha transitado hacia una visión más integral de la jubilación, reconociendo que no basta con depender únicamente de las cotizaciones de los trabajadores: es necesario un aporte estatal robusto y constante para asegurar una vejez digna”, dice Francisca Vial, directora del área laboral en Eyzaguirre & Cia. Abogados.
Bajo esta premisa, varios gobernantes del país sudamericano han planteado sin éxito una reforma profunda del sistema y, aunque el cambio no ha llegado según lo previsto, varias modificaciones han permitido viabilizar el sistema que hoy es considerado en el top ten a escala global.
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¿Qué se mide?
Año tras año, Mercer y el CFA Institute hacen una comparación de los ingresos percibidos por los jubilados en distintos sistemas en 48 países que, en conjunto, concentran cerca de 65 % de la población pensionada a escala global, ofreciendo una visión de cómo se manejan los mecanismos pensionales en diferentes regiones del planeta.
La medición registra datos de tres grandes categorías: adecuación, sostenibilidad e integridad. En cuanto a adecuación, se califica qué tan buenos son los beneficios que ofrece cada sistema de pensiones, teniendo como foco la tasa neta de reemplazo, es decir, el porcentaje de salario neto que recibirá el trabajador al jubilarse.
La sostenibilidad mide la viabilidad de mantener cada sistema de pensiones en el tiempo, teniendo como punto de partida el endeudamiento/país y proyección de la estructura poblacional; mientras que la integridad analiza el porcentaje de población que participa de cada sistema de pensiones, la información que reciben y la regulación detrás de cada plan.
Para este año, Chile ha mejorado en los tres subrenglones respecto al 2023, despuntado como el país mejor posicionado de la región en términos generales y particulares, excepto en adecuación, donde otro vecino sudamericano, Uruguay, se coló como el tercer país a escala mundial con los mejores beneficios que recibe el jubilado.
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La ayuda legal
Este buen desempeño de Chile, sin duda, obedece al fortalecimiento del sistema desde la implementación, en 2022, de la Ley 21.419 que creó la Pensión Garantizada Universal (PGU), y la posterior Ley Corta 21.538 en 2023, normativas que han ampliado la cobertura y mejorado el monto de las pensiones para muchos beneficiarios.
Al respecto, Francisca Vial recuerda que, en 2023, el Estado destinó 5 % del PIB a las jubilaciones. De ese monto, un 2,17 % se canalizó directamente hacia la Pensión Garantizada Universal, con lo cual la tasa de reemplazo se elevó hasta 63 %, brindando a los jubilados una mayor seguridad económica.
León Arismendi, director general del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin), discrepa en esta posición, señalando que el modelo chileno no ha dado los resultados esperados, pues el resultado neto ha derivado en pensiones muy bajas que no ofrecen un retiro digno al trabajador.
“El sistema ha sido bueno para la economía chilena porque la masa de ahorros que manejan las AFP es enorme, pero no para el trabajador”, dice, asegurando que los modelos europeos ofrecen mejores beneficios, pero, debido a su elevado costo, están siendo una pesada carga para los Estados.
Es de destacar que, en ediciones previas del IGP, Chile había recibido fuertes críticas respecto a la tasa neta de reemplazo, en el entendido de que los retiros autorizados por el Estado para hacer frente a los desequilibrios de la pandemia incidirán negativamente en el monto que recibirán los jubilados. No obstante, el país parece haber encontrado una salida para lograr estabilizar la balanza.
En lo que respecta a la integridad, las cifras oficiales señalan que a mediados de 2021, en Chile existían más de 1,85 millones de jubilados, cifra que en septiembre de 2024 superaba los 2,74 millones de personas, evidenciando una significativa inclusión que habla a favor del sistema, que a decir de Vial, “está cuidadosamente regulado, lo que proporciona confianza y solidez”.
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De puertas abiertas
Para muchos detractores del sistema previsional chileno, el hecho de que el país sea percibido como el mejor destino para jubilarse en América Latina es un punto contrario a los intereses nacionales, aduciendo que ello podría inducir una oleada de “migrantes jubilables” que buscan mejorar sus beneficios a costa del Estado, con el consecuente futuro colapso.
Sin embargo, esta situación podría tener más efectos positivos que contrarios, como por ejemplo servir de atractivo para trabajadores especializados y con experiencia que están pensando en su futura jubilación, así como para los nómadas digitales.
La especialista de Eyzaguirre cree que el clima favorable para el trabajo, una tasa de reemplazo superior al 60 % y los requisitos de residencia más accesibles en comparación con otros países donde suelen exigir más años para acceder a beneficios similares, posicionan a Chile como un imán potencial para la migración de nómadas digitales.
“Este conjunto de condiciones no solo mejora el atractivo de Chile para este segmento, sino que también podría tener un impacto positivo en la diversificación y dinamismo del mercado laboral, al atraer a profesionales altamente calificados que buscan estabilidad y seguridad financiera a largo plazo”, dice la especialista.
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Más ventajas
Chile tiene otra importante ventaja competitiva que aumenta su atractivo hacia quienes piensan en su futura jubilación: los convenios de seguridad social, acuerdos que permiten a los extranjeros sumar semanas a su cotización de pensiones en su país de origen, con lo que no tendrán que cotizar desde cero.
Suscritos con 24 países en las variantes bilateral y multilateral, estos convenios posibilitan a los trabajadores beneficiarse de las cotizaciones que ellos han efectuado en ambos países y así mantener una continuidad en su historial previsional.
Incluso, el modelo chileno permite a los trabajadores extranjeros la posibilidad de cotizar para su jubilación aun cuando no cuenten con residencia o un permiso formal de trabajo conforme a las normas migratorias nacionales. Esto es posible gracias a la asignación de un RUT provisorio (Rol Único Tributario temporal), que les permite integrarse al sistema previsional y realizar aportes a su cuenta de capitalización individual en una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP).
Vial recuerda que así los trabajadores pueden asegurar un ahorro previsional sin necesidad de cumplir con todos los requisitos migratorios tradicionales, permitiendo el acceso a los beneficios del sistema de pensiones chileno con todos los beneficios de ley.
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela son los países con los que Chile ha suscrito acuerdos, que pueden ser bilaterales o multilaterales, permitiendo estos últimos que los períodos de cotización realizados en cualquiera de estos países, sean tenidos en cuenta al momento de solicitar la pensión en uno de los Estados firmantes.
El sistema es recíproco, de modo que permite a los chilenos que viven en el extranjero cumplir con los requisitos de jubilación, combinando los aportes realizados tanto en Chile como en el país de residencia. De este modo, un chileno que ha trabajado en dos países puede acceder a los beneficios de pensión sin perder los años cotizados en ninguno de ellos.
“Estos convenios están diseñados para facilitar la movilidad laboral y asegurar la protección social de los trabajadores migrantes”, acota.
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Más allá de lo económico
Además de las ventajas económicas que ofrece, Chile brinda una serie de condiciones adicionales que refuerzan su rol como país idóneo para la jubilación.
Así lo destaca la revista Forbes, que en un reciente ranking apunta al país en el primer lugar de los mejores destinos regionales para jubilarse, resaltando, entre otras cosas, la estabilidad política del país, la variedad de climas que ofrece (que van desde el más seco desierto del mundo, hasta las nieves perpetuas), un costo de vida razonable (la inflación acumulada hasta octubre se ubicó en 4,5 %) y excelente atención médica a precios razonables.
Con una de las tasas de criminalidad más bajas del continente, el nivel de seguridad personal en Chile supera con creces a muchas naciones de la región, contando, además, con exenciones para el pago de impuestos sobre pensiones o ingresos de la seguridad social durante los primeros años de residencia en el país.
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