¿Pueden los bonos azules financiar la salvación del planeta?  

La preservación de los ecosistemas marinos ha sido la prioridad de los bonos azules./ Tomada de Pacto Mundial ONU.
La preservación de los ecosistemas marinos ha sido la prioridad de los bonos azules./ Tomada de Pacto Mundial ONU.
Banco Internacional de Ecuador fue la primera entidad privada de América Latina en emitir este tipo de valores.
Fecha de publicación: 28/02/2023

En esencia, los bonos azules son papeles de deuda destinados a financiar proyectos relacionados con la conservación y protección de recursos hídricos en general que, aunque básicamente enfocados en los ecosistemas marinos, también sirven para apalancar proyectos relacionados con aguas continentales, su obtención y saneamiento para el consumo humano.

“Desde el punto de vista normativo, los ‘bonos azules’ son ‘bonos verdes’ que se destinan a la financiación de proyectos relacionados con el ecosistema acuático”, destaca Jaime de la Torre, especialista en mercado de capitales en la sede madrileña de Cuatrecasas.

¿De dónde vienen?

Como subcategoría de los bonos verdes, los azules nacen de la necesidad de destinar una cantidad de recursos a la preservación de las aguas, especialmente para los mares, el más grande ecosistema del planeta, escenario de actividades que representan 2,5 % del producto interno bruto mundial (aproximadamente 1,5 billones de dólares). Se prevé que este porcentaje se duplique en 2030.

Los primeros bonos azules vieron la luz en 2018 y desde entonces su emisión y aceptación no ha hecho más que crecer, a tal punto que los expertos creen que en sus primeros cuatro años alcanzaron un interés similar al que tenían los bonos verdes, 10 años atrás, por lo que su crecimiento pudiera decirse que ha sido más acelerado.

 


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Las razones que pudieran explicar su éxito son diversas: en primer lugar, está la genuina voluntad de contribuir con la protección de mares, de los que dependen total o parcialmente las poblaciones de 151 de los 195 países oficialmente reconocidos por las Naciones Unidas. Solo en el continente americano 33 de los 35 países que lo conforman tienen salida al mar o son insulares.

Es más, en América Latina y el Caribe, con más 70.000 kilómetros de costas, donde 25 % de la población continental y 100 % de la insular depende del mar (un informe del Banco Mundial señala que el mar genera más de 400.000 millones de dólares en la región), la salud de los océanos es primordial, por lo que los bonos azules representan, a la par de una ayuda para la conservación, una oportunidad de negocios muy importante.

Crear conciencia

"La intención no es entregar fondos para limpiar las playas, que es una labor muy loable pero coyuntural, sino crear conciencia para que no se las ensucie, es buscar aplicar tecnologías limpias para no contaminar el mar, mejorar los sistemas de tratamiento del agua residual para que no se contaminen los ríos. De eso se trata”, señala Margoth Chiriboga López, socia del bufete ecuatoriano Lexvalor Abogados.

Aunque refiere a instrumentos emitidos por gobiernos e instituciones para captar fondos en apoyo de proyectos exclusivamente relacionados con agua, estos recursos no van a las arcas de los gobiernos o las corporaciones, sino que -como sucede con los otros bonos temáticos- pasan a fondos especiales para el financiamiento de los planes que respaldan.

“No son para financiar planes de corto plazo sino proyectos estructurales que van a mejorar la calidad del ambiente”, recalca Chiriboga, quien asesoró la primera emisión de bonos azules realizada por una institución financiera latinoamericana.

Al igual que sus pares verdes, estas obligaciones pueden ser respaldadas por instituciones financieras, gobiernos o privados cuyas actividades tengan impacto directo o que operen cerca de océanos, mares o fuentes de agua dulce. Entre estas califican empresas de pesca y piscicultura, turismo, infraestructura portuaria, transporte acuático, manufactureras, agricultura y hasta la industria de consumo masivo.

Sin embargo, el radio de acción es muy amplio, ya que pueden servir para cobijar planes tan aparentemente alejados de lo hídrico como producir empaques y textiles biodegradables para ayudar a reducir la basura en ríos y mares; minimizar la utilización de agroquímicos para reducir su contaminación o estrategias para la mejor utilización del agua potable y su saneamiento y ahorrar recursos

“Hay muchos proyectos azules que requieren financiación, como la construcción de centros logísticos costeros sostenibles, la restauración de ecosistemas marinos o el desarrollo de pesca sostenible. Tales proyectos han de contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (conocidos como ODS o SDG, en inglés) de las Naciones Unidas, números 6 y 14”, dice Miguel Cruz Ropero, también socio de Cuatrecasas España.

Señala, además, que hay toda clase de incentivos para la inversión en bonos azules (y verdes), a fin de promover su adopción.

“La regulación financiera está impulsando la necesidad de que los fondos de inversión informen sobre la proporción de inversiones en este tipo de productos”, agrega.


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En plena expansión  

El interés que han despertado estos bonos es tal, que a finales de 2020 el Pacto Mundial de las Naciones Unidas publicó la guía para emitir bonos azules, describiendo las mejores prácticas que permitan agilizar la acogida de estos instrumentos financieros.

“Cada vez más inversionistas buscan bonos azules y bonos verdes, lo que ofrece claras ventajas para los emisores de estos bonos. La regulación y los incentivos impulsarán el financiamiento de estos proyectos que cumplan con los requisitos para designarse ‘azules’. Por ello, puede ser vital para los proyectos azules que puedan comercializar sus bonos como tales”, aclara el asociado de Cuatrecasas Jaime Juan Rodríguez.

Y en efecto, estos bonos se han presentado como una opción para el financiamiento en el contexto de la reestructuración de deuda soberana, máxime con el encarecimiento del crédito bancario como consecuencia de la subida de las tasas de interés, medida aplicada por los bancos centrales de casi todo el mundo en un intento por contener la inflación producto de la crisis sanitaria del Covid-19 y la invasión rusa a Ucrania.

Miguel Cruz cree que la etiqueta ‘azul’ y ‘verde’ puede suponer una ventaja sobre otros bonos.

“Dada la restricción en el crédito a nivel global, estos bonos están atrayendo la atención de muchos inversionistas, especialmente los radicados en la Unión Europea. Esto puede traducirse en una demanda más alta que para otros bonos tradicionales”, sostiene.

Se estima que en los dos primeros años de los bonos azules se realizaron 12 emisiones con valor de 2.856 millones de dólares, lo que bien habla de la acogida que han tenido estos instrumentos.


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Buenos ejemplos

Desde su nacimiento en 2018, varios son los países que han emitido bonos azules, siendo las Islas Seychelles, país insular enclavado en el océano Índico, el pionero en aferrarse a ellos como fórmula para financiar la conservación de los atolones que sustentan sus más de 100 islas, fuertemente amenazadas de desaparecer por la subida del nivel de las aguas, producto del descongelamiento del hielo polar.

En nuestro continente, la centroamericana nación de Belice fue la primera en emitir este tipo de obligaciones al firmar en 2021 una reestructuración de su deuda externa, con la que redujo sus acreencias a 10 % de su PIB, comprometiéndose en contraparte a invertir los recursos liberados en la conservación de su ecosistema marino.

Ya en el sur del continente, el gobierno de Ecuador ha anunciado que ultima detalles para la emisión de hasta 370 millones de dólares para reducir su deuda externa y apoyar, entre otras cosas, la conservación de las Islas Galápagos y el litoral pacífico continental.

En este mismo país, a finales del año pasado, el Banco Internacional se convirtió en la primera entidad privada latinoamericana en emitir bonos azules que, por un total de 79 millones de dólares, servirán para financiar planes de descarbonización del transporte marítimo, promover la pesca sostenible y la conservación del agua.

“Esto marcó un hito importante para nuestro país y para Latinoamérica porque, aunque se han presentado muchas propuestas, la del Banco Internacional es la primera que se concreta. Para nuestro país, que tiene costas y ecosistemas muy importantes, es de gran significación. Además, se alinea con las políticas medioambientales del banco”, afirma Chiriboga López, asesora principal del emisor, quien asegura que esta iniciativa se acopla a sus postulados personales como impulsora de la conservación del ambiente. 

Destaca que la operación fue todo un éxito y que ello refuerza el compromiso de la institución para seguir apoyando este tipo bonos, considerados uno de los de mayor y más rápido crecimiento a escala mundial entre los instrumentos financieros temáticos. 

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