Alza del dólar: Argentina, México y Perú, los escenarios de la volatilidad

Si bien no todas las economías están expuestas a las mismas ‘turbulencias’, todas reaccionan ante el fortalecimiento o debilidad del dólar.
Si bien no todas las economías están expuestas a las mismas ‘turbulencias’, todas reaccionan ante el fortalecimiento o debilidad del dólar.
¿Qué ha hecho México para lograr la estabilidad?, ¿cómo se explica el alza del valor del dólar en Argentina y Perú?
Fecha de publicación: 30/09/2021

Las economías latinoamericanas tienen en la paridad cambiaria con el dólar estadounidense uno de los indicadores más importantes de desempeño económico. Con la crisis sanitaria, el alza no solo indica el funcionamiento de las medidas tomadas al exterior, como la rebaja a las tasas de interés en Estados Unidos, sino también exhibe la incertidumbre política que se vive al interior de cada país, en este caso, de Argentina, México y Perú. 

Si bien no todas las economías están expuestas a las mismas ‘turbulencias’, todas reaccionan ante el fortalecimiento o debilidad del dólar. Divisas como el peso argentino han alcanzado máximos históricos respecto al dólar, pues para obtener uno de los “billetes verdes” es necesario contar con 98.6 pesos argentinos, esto implica una reducción en el valor de la moneda del 16.4 % solo en lo que va del año, esto con datos del Banco Central de dicho país al 27 de septiembre.

 

En contraste, en México el tipo de cambio se ha mantenido estable a pesar de las desavenencias políticas en el país y a pesar de la crisis sanitaria. Su valía ha fluctuado entre los 19 y 20 pesos por dólar, con picos no mayores a los 22 pesos en el último año.

¿Cuáles son las razones y los efectos de la volatilidad en el tipo de cambio en estas tres monedas?

Argentina, la arriesgada apuesta por el control

El país suramericano tiene un sistema de control cambiario que ha evitado, durante el último año, una devaluación de su moneda aún más abultada. Incluso así es la sexta moneda más débil, de las economías emergentes en el mundo. Es decir, con una mayor disminución en su valor frente al dólar, según el Observatorio de Divisas publicado por el economista Steve Hanke de la Universidad Jhons Hopkins.

Explica Roberto Silva, socio de Marval O’Farrel Mairal en el área de bancos y mercado de capitales, que el valor del peso argentino está basado en un sistema de control de cambios implementado por el Ejecutivo, en el cual se restringe no solo la cantidad de dólares que pueden ser comprados, sino que el propio Estado define quiénes pueden comprar divisas y quiénes deben vender sus dólares para aminorar la demanda en el mercado. Esto permite, a su vez, que el Banco Central tenga dólares en la caja para poder vender.

“Todos los importadores argentinos de bienes y servicios tienen la obligación de vender los dólares que consiguen al Banco Central y, este, a su vez, le vende dólares a los exportadores o importadores, pero no todos los que quieran”, señala Silva en entrevista para LexLatin.

Este control ejercido por el gobierno argentino evita un comercio libre de dólares, pero también presiona al peso local y lo debilita frente a la moneda estadounidense.

El socio de Marval apunta que, al ser un año electoral en Argentina, la demanda de dólares ha incrementado, pero la oferta no ha sido lo suficientemente amplia. Esto genera una baja en el valor de la moneda argentina, que también está bajo el control artificial del gobierno.

 

 

Cada vez que el peso argentino da señales de una devaluación rápida, detalla Silva, el Gobierno interviene para que esta caída del valor de la moneda no sea más grande que la inflación mensual, lo cual produce tensiones en el tipo de cambio porque la caída del peso argentino no se hace efectiva de inmediato, debido a los controles del gobierno.


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De forma general, la Argentina cierra la llave de los dólares para que la demanda no aumente. Al mismo tiempo, una vez que esta sube, la reacción del Banco Central es: o comprar dólares y subsidiar su precio para que los importadores puedan comprarlos, o mantiene a raya la devaluación de la moneda local para que no llegue de golpe a los bolsillos de los ciudadanos.

Este año, el país, cuyo presidente es Alberto Fernández, ha tenido un par de ingresos adicionales que le han permitido evitar una devaluación, aún más pronunciada, de la moneda. Entre estos excedentes destaca la transferencia que le hizo el Fondo Monetario Internacional (FMI), por de 4.334 millones de dólares, por concepto de derechos especiales de giro, un mecanismo que permite inyectar liquidez a los miembros de dicho organismo. También destaca el aumento en el precio de productos básicos que Argentina vende al exterior, como la soya.

Esto, dice Silva, ayuda a no tener un peso argentino más débil, pero genera distorsiones porque la economía del país no está realizando lo necesario para evitar más devaluaciones y, en un año electoral, esto le puede pesar al gobierno de Fernández.

“La cuestión es saber si el esquema del gobierno alcanza hasta la elección, aunque van a llegar prácticamente sin dólares. Si el esquema no aguantase, el dólar se les escaparía y habría una devaluación muy grande. Y la pregunta para el día después de la elección será: ‘¿Cómo van a salir de este modelo de control del dólar?’ Porque si lo controlas es más barato, pero la industria pierde competitividad”.

Para el socio de Marval, la clave está en aligerar el control en la compra y venta de dólares, evitar subsidiar bienes y servicios, además de permitir que la devaluación del peso ocurra de forma ordenada, para incrementar la productividad. Pero el ajuste, bajo los lineamientos del gobierno actual, luce complicado.

“Esa es la trampa del populismo, el que ajusta pierde popularidad y los gobiernos tratan de no ajustar”, asegura Silva, quien remarca que el siguiente año Argentina tiene una serie de vencimientos, entre ellos el de 18.000 millones de dólares, de la deuda con el FMI, por lo que debe establecer los mecanismos para reestructurar sus pasivos y evitar un mayor impacto en el tipo de cambio que, sin duda, afectaría la viabilidad del gobierno y a la economía de los argentinos.


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Perú y su interminable crisis política

La moneda peruana tocó máximos históricos luego de la toma del poder del presidente Pedro Castillo. El sol se ubicó en 4.12 por dólar, una cifra nunca antes vista. Aunque la reducción en las tasas de interés emitidas por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) explican la depreciación más profunda, según Hugo Perea Flores, exviceministro de Economía y actual economista en jefe para BBVA Research en Perú, la turbulencia política que se vive en Perú es la principal razón de la debilidad de la moneda.

En entrevista para LexLatin, Perea señala que antes de las elecciones el tipo de cambio rondaba los 3.6 soles por dólar; ahora, la paridad está sobre los 4.1 soles por billete estadounidense, es decir, una depreciación alrededor del 13.8 por ciento en menos de un par de meses.

Perea comparte el diagnóstico del Banco Central peruano: debido al entorno internacional, el tipo de cambio tendría que ubicarse no más allá de 3.8 soles por dólar, sin embargo, los 30 centavos por dólar restantes se explican por el panorama económico poco claro, proveniente del gobierno de Pedro Castillo.

“Por factores internacionales, el tipo de cambio debería estar en 3.7 o 3.8 soles, pero hay otros elementos locales como la incertidumbre política. Hemos visto, en estas semanas, a partir de que asumió la nueva administración, que ha habido un proceso de dolarización de portafolios”, indica el exviceministro de Economía.

En ese sentido, con una mayor demanda de activos en dólares, el sol peruano sufre una depreciación motivada, en buena parte, por la falta de claridad política que ha marcado a Perú.

Pero no solo hay un aumento en los activos en dólares al interior de la economía peruana, sino que los inversionistas también decidieron enviar sus capitales al exterior, a la espera de alguna señal de estabilidad del gobierno de Castillo.

Alrededor de 13.000 millones de dólares de capitales han dejado Perú desde que el nuevo gobierno asumió el poder, esto según datos del Banco Central.

“Ese proceso, que es adicional al factor internacional, esa incertidumbre que induce a las familias, a las empresas, a los inversionistas a buscar activos de refugio en el dólar, eso es lo que ha presionado de manera adicional el tipo de cambio”, añade Perea Flores en entrevista.

Para el economista en jefe de BBVA Research, el gobierno debe mandar “señales” de estabilidad, como el anuncio de personal técnico en el directorio del Banco Central, toda vez que Julio Velarde debería ser ratificado como presidente de dicha institución. Estas medidas, adicionales a los cambios de algunos funcionarios en el gabinete de Castillo, permitirían que la salida de capitales se pronunciara más y que el impacto por la incertidumbre política en el sol peruano disminuyera.

De no realizar estas acciones de política económica, la moneda peruana seguirá debilitándose frente al dólar, además que aumentaría el precio de los productos importados que se consumen en Perú y, ante ello, la inflación impactará en el precio de la canasta básica.

“Lo que le corresponde al Ejecutivo es dar señales que den confianza y credibilidad en políticas prudentes, viables, que aseguren que se va a mantener un entorno bueno para los negocios como en los últimos 25 años cuando ha habido tanto avance”, apunta Perea Flores.

México, ¿la otra cara del dólar?

Pese a todo pronóstico, el tipo de cambio entre el peso mexicano y el dólar estadounidense se ha mantenido estable durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin dejar de lado algunas tensiones con el expresidente Trump, que llevó al peso a cotizar por arriba de los 25 pesos por dólar, la moneda mexicana goza de “estabilidad” frente a otras divisas latinoamericanas.

Carlos González Tabares, director de análisis y estrategia bursátil de Monex Casa de Bolsa, detalla que la fortaleza del peso mexicano se explica por dos de factores: el exterior, que está relacionado con la debilidad de la economía estadounidense frente a la crisis sanitaria y, segundo, el interior, el cual implica la manutención de fundamentales macroeconómicos como el control sobre la deuda, la disciplina fiscal y una balanza comercial sin turbulencias.

“Hay un efecto ‘Fed’. Esto ha hecho que lo que implementan en Estados Unidos para fortalecer la economía e impulsar el crecimiento, al final se refleja en una debilidad del dólar y, por lo tanto, se refleja en el fortalecimiento del peso”, añade González en entrevista.

La divisa mexicana también se logró mantener estable pese a la crisis sanitaria, debido al impulso económico de Estados Unidos vía transferencias para sus ciudadanos. Además, el poder de compra de los ciudadanos de ese país aumentó y, al ser México uno de sus principales socios comerciales, esto impactó en la exportación de mercancías hacia el país vecino.

Entonces, agrega el especialista, el tipo de cambio se fortaleció por la debilidad del dólar, pero también vía el intercambio comercial, que, sin embargo, no significa una economía interior más fuerte, sino una necesidad de productos, desde el exterior, mayor.


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González Tabares precisa que las remesas, es decir, el dinero enviado por mexicanos radicados en Estados Unidos, que además ha presentado récords durante toda la pandemia, también dota de solidez al peso mexicano.

“Dentro de todo se han mantenido las finanzas públicas sanas y eso también ha ayudado a que el tipo de cambio no presente una mayor volatilidad, las finanzas públicas han sido una fuente importante de estabilidad en el tipo de cambio”, expone el analista de Monex Casa de Bolsa.

Este diagnóstico es compartido por Luis Adrián Muñiz, subdirector de análisis económico en Vector Casa de Bolsa, quien señala que otro de los pilares que ha permitido mantener estable el tipo de cambio en México es la disciplina fiscal con la que actúa el Gobierno del presidente López Obrador.

Aunque Muñiz asegura que la forma en la que se ha aumentado la recaudación tributaria en los últimos años puede ser cuestionada, lo cierto es que los ingresos por cobros a grandes contribuyentes, así como la no condonación de impuestos a las multinacionales permiten tener una disciplina fiscal que manda buenas señales a los inversionistas.

“Se ha mostrado disciplinado en términos fiscales, no hemos visto aumentos desproporcionados de la deuda, no hemos visto un desorden. Podemos discutir particularmente de la crisis sanitaria porque el Gobierno no apoyó a la economía, al margen de eso, las métricas fiscales están bien”, expresa Muñiz.

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