Nicolae y Nicolás

Nicolae y Nicolás
Nicolae y Nicolás
Fecha de publicación: 26/11/2015
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Esta imagen de Nicolae Ceausescu se encuentra cincelada en la memoria política rumana. Ceaușescu había sido uno de los dictadores más salvajes del Bloque del Este — gobernando Rumania como su feudo personal por 24 años. Se había construido un extenso culto a su personalidad y se habían gastado enormes recursos del estado para crear el mito de su invencibilidad.

Durante la tarde del 21 de diciembre de 1989, todo se desmoronó. Mientras daba un discurso frente a una gran muchedumbre supuestamente integrada por sus más fervientes seguidores, Ceaușescu quedó paralizado al ser interrumpido por cantos opositores que comenzaron desde el fondo de la plaza. Al mismo tiempo, el público comenzaba a abandonar la plaza.

En la imagen icónica, un Ceaușescu estupefacto levanta su mano mientras le implora a la masa que se mantenga en el lugar. Fue un momento que electrizó al país. La desesperación progresiva del hombre era evidente, se humilló rogando y soltando halagos, prometió prebendas. Absurdos aumentos de salario. Becas.

Fue inútil. El mito del hombre invencible se había resquebrajado. Cuatro días después, Ceausescu yacía muerto: ejecutado por un escuadrón de fusilamiento luego de haber sido sometido a un juicio sumario. Dicen que siguió girando órdenes a sus verdugos hasta minutos antes de su ejecución, sin poder entender que ya nadie prestaba atención a sus instrucciones.  

No se trató tanto del derrocamiento de Ceausescu por parte de la oposición rumana, sino más bien, del derrumbamiento catastrófico de su autoridad toda vez que el mito de su invencibilidad había sido superado.

Salvando las distancias: Venezuela no es Rumania (Nicolás no es Nicolae), pero pienso que el 6 de diciembre puede ser nuestro Ceausescu moment.   

A menos que se roben las elecciones vulgarmente, Venezuela amanecerá el 7 de diciembre con una gran mayoría opositora en el parlamento y, aún más importante, con una abrumadora ventaja en el total de votos escrutados. Aún si se roban vulgarmente las elecciones, será obvio para todo el mundo que la legitimidad popular del chavismo se ha derrumbado. El mito de la invencibilidad chavista habrá muerto.

La gente se sigue preguntando qué puede significar una mayoría de la oposición en la Asamblea Nacional para el escenario político de los próximos años. ¿Cuál es el plan de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)? ¿Jurará por su acuerdo formal —y firmado— de buscar un cambio de gobierno lo antes posible? ¿Podría una mayoría calificada de 2/3, requerida para llamar a una Asamblea Constituyente, llevar a la oposición a explayarse sobre el poder? ¿Podría el miedo chavista al empoderamiento de la oposición causar que el gobierno golpee preventivamente? ¿Será posible alguna negociación significativa entre Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional, y Henry Ramos Allup, su posible sucesor?

Pienso que estas preguntas no son las indicadas. El 6D representa un punto de quiebre, pero no por razones institucionales. Así no será como este gobierno terminará.

Los gobiernos de corte autoritario que se tornan impopulares no suelen caer por presión externa, sino que implosionan desde adentro. Colapsan cuando los medios rangos militares y los burócratas civiles que sostienen a la cúpula gobernante se le voltean en masa en respuesta a un evento coordinador que los une y los releva del miedo a ser el primero en transgredir.   

En otras palabras, el 6D puede ser equivalente al último discurso de Ceausescu.

Lo que pasó en Rumania en 1989 es lo mismo que ocurrió en Alemania del Este ese mismo año. Y es lo mismo que había ocurrido en Venezuela en 1958. Y lo mismo que en Irán en 1979, Indonesia en 1998, Túnez en 2011, y en Ucrania en 2013.

Es más, fue lo mismo que ocurrió en Rusia en 1917, cuando el gobierno provisional de Kerensky —habiendo sido abandonado por todos— cayó sin dar la lucha. Tal como lo explica un profesor ruso de historia utilizando la famosa frase de Lenin:

Como no había fuerzas que lucharan en favor del Gobierno Provisional, los bolcheviques no tenían casi nada que derrocar. En palabras del mismo Lenin, el partido “encontró el poder tirado en la calle y simplemente lo recogió.”

Hoy, en Venezuela, casi nadie apoya entusiásticamente al gobierno. En el mes de octubre, la encuestadora Datanálisis reveló una encuesta donde un insignificante 3,6% de los entrevistados pensaba que la gestión de Maduro es muy buena. Menos de 10% de la muestra consideró que la situación del país es positiva. Venezuela ya no se encuentra dividida en dos mitades entre oficialistas y opositores: una porción abrumadora de venezolanos odia al gobierno y quiere cambiarlo.  

Es en ese contexto que el 6D es importante. No tanto por el poder institucional que tendrá una mayoría parlamentaria, sino por su capacidad demostrarle a los rangos medios del régimen que seguir apoyando a un gobierno que la mayoría detesta no es cónsono con sus propios intereses.

Para mi es claro que los altos jerarcas del gobierno no van a ceder el poder voluntariamente. Así como tampoco lo hizo Ceaușescu. O Kerensky. O Pérez Jiménez. O el Shah de Irán o Honecker o Suharto o Ben Ali o Yanukovych. Ellos no dejaron el poder luego de un momento de iluminación democrática. Siguieron gritando órdenes hasta el final, sin darse cuenta que aquellos a quienes se las gritaban les habían dado la espalda en masa.

De la forma como se ha venido perfilando el 6D pareciera que hay un buen chance de que estemos por presenciar un evento que podría desencadenar una deserción masiva de rangos medios del chavismo. Si eso ocurre, la oposición no tendrá que tomar el poder: simplemente podrá encontrarlo tirado en la calle. ¿Se encontrará preparada para recogerlo? ¿O seguirá su camino, sonámbula, y le pasará de largo?

***


Este texto fue originalmente publicado en inglés en Caracas Chronicles, y traducido para Lexlatin con permiso de su autor.
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Renata Turco (not verified)     Fri, 27/11/2015 - 23:30

Excelente artículo. Estoy totalmente de acuerdo con el autor y, aunque no veo tan claro que alcancemos 2/3 de los parlamentarios, considero que en los primeros 6 meses del año quienes más apoyan a Nicolás van a abandonar la casa. Esa deserción de rangos medios que señala Francisco Toro

Marla Behrens (not verified)     Sat, 28/11/2015 - 12:49

Buen, buen punto, pero definitivamente hay miedos por ambos lados, no pienso en lo absoluto que Diosdado quiera negociar, su patética hambre de poder es lo que tiene paralizado el Pais, Nicolas si esta abandonado hace rato pero es la fachada para evitar el escandalo entre ellos y en relación a la oposición no me atrevo a opinar pero si algo tengo claro es que le falta mucho para madurar, no tiene un modelo solo promesas como cualquier politico y al igual que tu, si claro que lo recogen,
" Y ahora como empezamos?"

Gracias por este estupendo articulo

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