Los efectos del COVID-19 todavía pueden ser palpables en la vida cotidiana de las empresas y, en específico, de los trabajadores. Mientras duró la emergencia sanitaria, con el fin de continuar con su operación, algunas organizaciones optaron por el teletrabajo, otras retiraron su oferta del mercado. En este proceso de supervivencia, las organizaciones perdieron de vista un elemento importante en las relaciones laborales: la negociación colectiva.
La negociación colectiva es un derecho de las organizaciones de trabajadores (artículo 4 del Convenio núm. 98 de la Organización Internacional del Trabajo), por el que tanto trabajadores como patrones establecen nuevas normas, así como adaptan y mejoran las condiciones laborales.
El reconocimiento de los sindicatos por parte del patrón constituye la base de todo procedimiento de negociación colectiva. Las principales características de la negociación colectiva son la siguientes:
- El reconocimiento del derecho de negociación colectiva es de alcance general y es aplicable a todos los trabajadores de las distintas industrias. La única excepción a este principio es para aquellos trabajadores de las fuerzas armadas, la policía y los funcionarios públicos de la administración del Estado.
- La negociación colectiva debe ser libre y voluntaria y respetar el principio de autonomía de las partes. Es decir, no es admisible la intervención de ningún Estado o autoridad en la negociación.
- La negociación colectiva se basa en el principio de buena fe, es decir las partes deben reconocer la personalidad de los sindicatos, procurar llegar a un acuerdo, mantener negociaciones verdaderas y constructivas, evitar demoras injustificadas y respetar los compromisos alcanzados.
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Lecciones y desafíos
La adaptación de la negociación colectiva, en específico durante la pandemia del COVID-19, permitió a las empresas, trabajadores y sindicatos hacer frente a los efectos de la crisis económica.
Se establecieron mesas de diálogo para llegar a acuerdos de no aplicar las prestaciones superiores de ley de manera temporal y condicionada, posponer los aumentos salariales, negociar convenios de prórroga y establecer flexibilidad en las jornadas laborales de los trabajadores. Todo ello permitió, en su mayoría, la recuperación o sostenimiento económico de las empresas.
En suma, la pandemia nos enseñó que los convenios colectivos pueden ser una fuente de certeza y resiliencia al velar por la sostenibilidad de las empresas y el trabajo seguro para todos los empleados. En ese sentido, los convenios colectivos contribuyen en promover una protección laboral inclusiva. Por ejemplo, aquellos celebrados durante la pandemia de COVID-19 contemplaban el suministro de equipos de protección adecuados y prestaciones sanitarias, no solo para los trabajadores con contratos permanentes sino también para los temporales y eventuales.
A ello, es de añadir la seguridad que aportaron los convenidos colectivos, toda vez que las soluciones negociadas atendieron las inquietudes de los empleadores ofreciéndoles seguridad en el empleo. Al mismo tiempo, las empresas tuvieron la capacidad de conservar al personal calificado y experimentado para retomar rápidamente la actividad económica tan pronto lo permitieran las políticas sanitarias de cada país.
Los efectos, en balance, más favorables de estos mecanismos son reconocidos por la misma Organización Mundial del Trabajo. Por medio de un informe, este organismo de las Naciones Unidas, destaca que entre 2020 y 2021, la negociación colectiva permitió negociar la fijación de salarios, el tiempo de trabajo y la asignación de trabajo a cambio de garantías de empleo, como una respuesta a la crisis económica, cuyas modificaciones tuvieron una duración limitada.
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En conclusión, la pandemia del COVID-19 nos ha enseñado que acudir al diálogo social en el más alto nivel, promoviendo la negociación colectiva puede auxiliar a las empresas en situaciones de riesgo a corto plazo. El auxilio sucede al materializar las concesiones necesarias para garantizar la continuidad y operatividad, así como preservar los puestos de trabajo. En aquellas situaciones de largo plazo, sucede transformando las prácticas de trabajo de la empresa para poder lograr una resiliencia constructiva tanto a empresas como a trabajadores.
En esa línea, los sindicatos siguen siendo instituciones clave para la representación de los derechos e intereses de los trabajadores y tienen que ejercer su liderazgo ante nuevos desafíos en el día a día de las empresas. En el futuro, en muchos países será necesario mejorar la organización de los sindicatos para otorgarles la representatividad necesaria que exigirán las empresas y trabajadores. Ahora, los sindicatos deben analizar y comprender las nuevas realidades y, a su vez, adoptar métodos innovadores, sobre todo tomando en cuenta el nuevo contexto pospandemia.
*Andrea Medrisself Mendoza Pérez es abogada de la Federación Obrera Nacionalista - México.
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