Hace unos años me ocurrió algo que puede resumirse como el típico error, no solo de abogados, sino de profesionales en general al enfrentarse a la tecnología. Estaba muy interesado en implementar con mi equipo una solución de seguimiento de pendientes también denominada “task management”. Me dediqué durante varias semanas a investigar la solución más completa. Vi miles de demos en YouTube y comparaciones de todas las funcionalidades de cada plataforma y finalmente encontré la más completa. Adquirimos licencias para las diez personas en el equipo. Al inicio todos entusiasmados con la idea, sin embargo, semanas después solo éramos dos personas las que la utilizábamos. Pasaron unos meses y seguíamos siendo esas dos personas las que lo seguíamos utilizando. Hicimos una nueva reunión y una capacitación con el proveedor a manera de relanzamiento y la historia se repitió. ¿Qué había ocurrido? ¿Por qué no funcionó la supuesta mejor solución del mercado?
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Lo que me pasó es lo que suele ocurrir a los abogados y abogadas cuando nos enfrentamos a la tecnología: nos deslumbramos y compramos la solución. No reparamos en nuestras verdaderas necesidades y pensamos que la sola adquisición de tecnología solucionará todos nuestros problemas. La tecnología termina siendo una herramienta que sirve a las personas, pero si las personas no tienen claras sus necesidades poco o nada obtendremos de ella.
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En este episodio te propongo iniciar un viaje por el legaltech. Hablemos del uso de la tecnología para facilitar el ejercicio del derecho en cualquiera de sus modalidades. Sin duda se trata de una tendencia en el sector legal, pero hay mucho pan por rebanar. Si has llegado hasta este punto ten listo el pan y afila el cuchillo porque iremos de menos a más y te daré algunas recomendaciones de cómo evitar que te pase lo que a mí al inicio de esta nota. ¡Espero lo disfrutes!
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