El atractivo del mercado legal en América Latina marcha al mismo paso que la economía en la región, cuyo avance está respaldado por numerosos datos que apuntan a Latinoamérica como una de las economías de mayor proyección. Y allí donde surgen las oportunidades, están las empresas. En este caso los despachos de abogados, que ven los beneficios económicos y reputacionales que pueden obtener al implantar sus firmas en esta parte del mundo.
Gracias a la pujanza de las firmas legales extranjeras por desembarcar en América Latina, la región vive en un clima de alta competencia en este sector, lo que está marcando una tendencia hacia la profesionalización y el cambio de cultura empresarial, en buena medida importadas de los modelos de negocio y las formas de trabajo que traen los despachos foráneos.
Ahora, las firmas locales se disputan cuotas de mercado en un ambiente mucho más complejo y competitivo, lo que obliga a incorporar herramientas de gestión, de marketing y de management, así como el uso de la tecnología en el despacho, con el objetivo de ser más eficientes en la prestación de sus servicios. En ese contexto, la consultoría estratégica está más en auge que nunca en esta región, pues los despachos latinoamericanos se ven en la necesidad de contar con expertos que analicen su actual modelo de negocio y detecten oportunidades o riesgos a futuro.
Adaptarse a este nuevo rol en el mercado legal latinoamericano empuja a las firmas locales a redefinir su modelo de negocio, a potenciar su propuesta de valor, a detectar al cliente al que se dirige y cómo solucionar sus problemas, además de definir la estructura de la firma, las áreas en las que se va a especializar o el capital humano necesario.
La llegada de despachos internacionales empuja a los bufetes latinoamericanos a ponerse al mismo ritmo y tratar de consolidar un modelo de negocio tradicionalmente marcado por la improvisación.
Como decimos, este proceso de integración, que aporta gran valor tanto para las firmas locales como para las internacionales, supone también una oportunidad para otras empresas muy enfocadas en hacer rentables para los despachos estas alianzas internacionales. Empresas con una clara orientación al negocio, pero también hacia los procesos de digitalización y de consolidación tecnológica que las firmas legales deben hacer suyos de forma inevitable. Algo que sigue siendo una de las asignaturas pendientes en América Latina.
Las oportunidades en Latinoamérica no son meras suposiciones, sino el fruto de estudiar el mercado local y llevar hasta la región el know how de las firmas legales y empresas especializadas en los negocios del sector abogacía, encargadas de analizar las oportunidades de las firmas legales tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Hace unas semanas charlaba con mis compañeras Francisca Uthoff, quien lleva más de 18 años trabajando en firmas internacionales y locales, y Lidia Zommer, que también lleva décadas trabajando en el sector legal español y buscando oportunidades de negocio para las firmas en España. Hablábamos sobre el gran interés que despierta en muchas firmas legales españolas el modo en que pueden priorizar sus estrategias de expansión en América Latina para los próximos años, en función del tamaño de mercado y de sus tasas de crecimiento y rentabilidad. Una opinión que, lógicamente, comparto y que respalda la sensación de que el mercado legal latinoamericano está en constante movimiento y que en los próximos años seguirá creciendo.
Si bien los abogados latinoamericanos miran mucho a Estados Unidos y Europa, la realidad muestra que las prácticas y códigos locales son claves para entender el desarrollo y evolución del mercado legal. Precisamente por eso, la conexión idiomática y cultural que los despachos españoles tienen con los latinoamericanos, aun con sus particularidades, debe entenderse como una ventaja para crear sinergias. Ha de entenderse así, para que las firmas de América Latina puedan incorporar a sus modelos de negocio la experiencia y la consolidación de sus colegas europeos y que estos puedan aprovechar la cuota de mercado en Latinoamérica e incluso beneficiarse de la reputación que otorga estar en una región de tan alta trayectoria jurídica.
Todo ello es fruto de una necesidad: los desafíos del mercado legal son similares, ya sea en España o en Latinoamérica. Primero, volver a pensar el modelo de negocio tradicional de las firmas legales, que es lento, ineficiente, costoso, centrado en el abogado y no está en sintonía con los clientes. Segundo, las firmas deben avanzar hacia la tecnología y la transformación digital, de la mano de la inteligencia artificial y el big data. Y tercero, enfocar la gestión del talento en su dimensión estratégica, aprovechando el liderazgo femenino, asumiendo la riqueza de la diversidad e inclusión de colectivos históricamente negados como el LGTBI, implementando programas efectivos de conciliación y bienestar para las nuevas generaciones y gestionando adecuadamente la experiencia de sus miembros sénior.
En un mundo globalizado, y con tanta competencia, dar la espalda al progreso y no aprovechar el papel que las firmas internacionales pueden jugar en el mercado legal de América Latina es una maniobra suicida. Por eso nuestra región ya ha comprendido que juntos podemos —y debemos— ser mucho más fuertes.
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