
La relación económica entre Suiza y Brasil está cobrando impulso. Con una vasta biodiversidad y un mercado interno en crecimiento, Brasil se ha convertido en un atractivo destino para empresas suizas que buscan oportunidades en sostenibilidad, agricultura, innovación e infraestructura.
Varios casos recientes ilustran este creciente interés. EuroChem, un gigante suizo de fertilizantes, invirtió más de 1.000 millones de dólares para abrir una nueva planta de fosfato en el estado de Minas Gerais.
Se espera que la instalación cubra alrededor del 15 % de la demanda interna de Brasil, reduciendo la dependencia sobre las importaciones y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria nacional.
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En el sector medioambiental, Mercuria, grupo suizo de energía y materias primas, se asoció con Silvania para lanzar la iniciativa “Carrera a Belém”, comprometiendo un monto inicial de USD 1.500 millones para la preservación de la selva tropical. El proyecto busca generar créditos de carbono de alta calidad involucrando a gobiernos locales, agricultores y comunidades indígenas de la región amazónica.
De igual forma, Syngenta está desarrollando el programa “Reverte” para restaurar tierras degradadas en el Cerrado brasileño. Nestlé también anunció una inversión de 1.000 millones de reales hasta 2026 para expandir su línea de producción y exportación de café Nescafé, apuntando a mercados prémium a nivel mundial.
Vías para materializar la inversión
Esta creciente presencia suiza en Brasil exige marcos jurídicos y financieros sólidos. Dos modelos de estructuración han demostrado ser particularmente eficaces: las compras apalancadas (LBO) y operaciones en el mercado de capitales de deuda (MCD), especialmente a través de emisiones de obligaciones locales.
En Brasil, las LBO suelen estructurarse a través de Fondos de Inversión de Capital Privado (FIP) para permitir a los inversores extranjeros adquirir empresas locales utilizando apalancamiento financiero mientras se benefician de mecanismos de gobernanza. Entre tanto, las obligaciones negociables (o bonos) ofrecen a las empresas brasileñas acceso directo a inversores institucionales, de acuerdo con las normas establecidas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CVM).
Estas estructuras se vuelven aún más poderosas cuando se alinean con los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). Los inversores suizos priorizan cada vez más los activos con etiqueta verde o aquellos alineados con la Taxonomía de la Unión Europea. Según el Informe Suizo de Finanzas Sostenibles de 2024, el 65 % de los inversores institucionales de ese país ya cumplen estos estándares.
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La legislación brasileña también ha evolucionado para fomentar esta tendencia. Desde 2021, los instrumentos de deuda destinados a proyectos de transición energética y preservación del medio ambiente pueden beneficiarse de beneficios fiscales, en particular, exenciones del impuesto sobre la renta para inversores extranjeros. Este marco regulatorio mejora la rentabilidad neta y atrae capital internacional.
Más allá de la eficiencia financiera, las empresas brasileñas que incorporan los principios ESG en sus operaciones obtienen un mejor acceso a los mercados regulados. A partir de 2026, la Unión Europea implementará el Mecanismo de Ajuste Fronterizo de Carbono (CBAM), que impone aranceles basados en el clima sobre las importaciones procedentes de países con controles ambientales débiles. Los exportadores brasileños capaces de cumplir con los requisitos de trazabilidad podrían encontrarse en una posición competitiva más fuerte.
La sostenibilidad es clave
Los inversores suizos también están interesados en sectores como la biotecnología, los bosques nativos, la energía limpia y agricultura regenerativa. En estos casos, la estructura de LBO ofrece no solo apalancamiento financiero, sino también influencia sobre el gobierno corporativo y el desempeño ESG.
En el frente institucional, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) y el Ministerio de Hacienda están desarrollando plataformas para certificar bonos sostenibles y ofrecer garantías parciales para obligaciones verdes. Estos instrumentos ayudan a reducir el riesgo de inversión, un enfoque en consonancia con las recomendaciones de la Plataforma de Finanzas Verdes de la Universidad de Zúrich, lo que subraya la importancia de “reducir el riesgo” para desbloquear el capital europeo en los mercados emergentes.
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Brasil se destaca como destino estratégico para el capital suizo con una agenda de impacto sostenible. Cuando están bien estructuradas, las LBO y las emisiones de bonos verdes no ofrecen solo un sólido rentabilidad financiera, pero también seguridad jurídica y alineación con las políticas globales ESG.
Para aprovechar este potencial, es necesaria una estrecha colaboración entre asesores jurídicos, bancos y gestores de activos de ambos países. Más que una tendencia, esto representa una verdadera oportunidad para transformar la inversión en desarrollo sostenible, con beneficios bilaterales duraderos.
*Lucas Moreira Gonçalves es socio de Martinelli Advogados y responsable de mercado de capitales y fusiones y adquisiciones.
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