Autoconciencia emocional, competencia que debe desarrollar todo abogado

Las firmas deberían incorporar también este tipo de cursos en sus programas formativos, así se asegurarían de contar con una buena base emocional para gestionar las dificultades intrapersonales. / Unsplash, Josh Riemer
Las firmas deberían incorporar también este tipo de cursos en sus programas formativos, así se asegurarían de contar con una buena base emocional para gestionar las dificultades intrapersonales. / Unsplash, Josh Riemer
La clasificación realmente útil nos permite saber si la emoción es o no adaptativa y qué hacemos luego con ella
Fecha de publicación: 16/11/2020

Hace unos meses invité a los abogados a una primera inmersión en la inteligencia emocional. Lo hice con el artículo "Las 6 competencias emocionales que debe desarrollar todo abogado", publicado en este mismo espacio. La acogida ha sido tan buena que hemos decidido profundizar en esas 6 competencias emocionales: autoconciencia, expresión emocional, autorregulación, empatía, habilidades sociales y automotivación

Cada vez son más las Facultades de Derecho que ofrecen cursos especializados vinculados a la inteligencia emocional, a sabiendas de que su rol es de suma importancia para un ejercicio de la profesión más pleno y eficaz. Sin embargo, estos cursos -si bien han servido para que los estudiantes conozcan la existencia de la inteligencia emocional- suelen ser muy cortos.

A manera de recomendación, las firmas deberían incorporar también este tipo de cursos en sus programas formativos. Así se asegurarían de contar con una buena base emocional para gestionar las dificultades intrapersonales o bien los conflictos o relaciones con otras personas. 

En esta entrega, ahondaremos en la primera competencia emocional, que a su vez es el primer paso, el más básico, para lograr la meta. Se llama autoconciencia emocional, una etapa para conocer qué son las emociones, qué tipo de emociones hay y cómo se comunican con nosotros.

¿Por qué son importantes las emociones?

Lo primero que me gustaría decir es que las emociones forman parte de nuestra inteligencia, no son ajenas a ella. Sin la información que nos dan, la toma de decisiones estaría coja, no sabríamos reconocer, interpretar o regular ninguna situación. También quedaría limitada nuestra capacidad para pensar bien y decidir aún mejor. 


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Podemos compararlas con los sentidos que nos dan información sobre lo que sucede dentro y fuera de nuestro cuerpo para actuar. Por ejemplo, cuando estamos en el despacho y sentimos frío: subimos la calefacción o cerramos las ventanas.

Las emociones también nos dan información sobre lo que nos hace sentir miedo, asco, alegría, tristeza, orgullo, vergüenza, culpa y podríamos seguir con un largo listado. Las emociones están, seamos o no conscientes de ellas. Son reguladas por influencias, vivencias y anticipaciones.

Para identificar cuándo aparecen, lo primero sería conocerlas. Esto resulta muy útil para reconocerlas después en las personas con las que nos relacionamos. 

¿Hay emociones buenas y emociones malas?    

En mis cursos de inteligencia emocional con abogados, siempre pregunto si la afirmación “hay emociones buenas y emociones malas” es verdadera o falsa. Casi siempre, la gran mayoría de la audiencia vota que es verdadera. Lo que viene después, como regla general, es que califiquen a la tristeza, al miedo o la culpa como "emociones negativas"; a la felicidad, amor y otras, como "positivas". Este es uno de los errores más extendido: creer que las emociones son buenas o malas. ¡Un error que ni la película de Disney Inside Out ha conseguido erradicar!

La realidad es que todas las emociones son positivas porque su función es darnos una valoración de cómo los eventos afectan nuestro bienestar e incluso a nuestra supervivencia. El miedo avisa amenazas, el asco nos hace rechazar algo que nos hará daño, la alegría informa logros importantes, la tristeza indica la pérdida de algo significativo y el enfado que los límites han sido cruzados. 

La clasificación realmente útil nos permite saber si la emoción es o no adaptativa y qué hacemos luego con ella.  


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Pongamos un ejemplo de abogados. Si un compañero llegara tarde, sistemáticamente, a nuestra reunión semanal de coordinación, nuestro radar emocional nos avisaría que estamos enfadados ya que no está respetando nuestro tiempo. El enfado nos pediría que pusiéramos un límite. Si lo escuchamos a tiempo, posiblemente se trate de una mera irritación y, teniendo en cuenta la situación, expresaríamos nuestro disgusto asertivamente e, incluso, tendríamos la calma para pensar y proponer cambiar la hora de la reunión si ese retraso se va a repetir. Ahí tendríamos un enfado adaptativo. Si, como sucede con frecuencia, no conectamos con el enfado y nos comunicamos sin claridad y de manera pasivo-agresiva o incluso preferimos no decir nada y asumimos ese cruce de límites, es posible que en algún momento el enfado se muestre explosivamente y de un modo poco adaptativo que conlleve a consecuencias negativas para nosotros y para la relación con el otro.  

¿Cómo adquirimos la autoconciencia emocional?  

 

Para tomar conciencia de las emociones es importante conocerlas e ir más allá de las más “famosas” y aventurarnos a reconocerlas en nosotros, sin huir de la respuesta del cuerpo y de la mente cuando aparecen. Cuando la identificamos o notamos algo en el cuerpo que nos suena a ella, hay que darle la bienvenida y nombrarlas. Solo así nos podemos comunicar con ella y decidir qué hacer después. 

A través de terapia o psico-formación podemos profundizar en esta primera habilidad emocional. Es básica para seguir en la rueda de las competencias emocionales que aumentarán nuestro bienestar y eficacia, dentro y fuera del estudio. 

Se atribuye a Aristóteles una frase que resume bien el potencial del autoconocimiento emocional: "cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo". ¡Parece que Aristóteles trabajó como abogado en una firma durante un tiempo! 

* Marisa Méndez es socia de Csas|Transforming law firms. Email [email protected]


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