Siempre tuve serios cuestionamientos sobre la famosa “cuarta-quinta”, una figura legal peruana de naturaleza tributaria (no laboral) ampliamente utilizada por las firmas de abogados para contratar a sus equipos de abogados a través de relaciones civiles, es decir, de locación de servicios independientes. Bajo este argumento los denominados “abogados asociados” de una firma no están laboralmente subordinados al estudio o firma. Esto quiere decir que los abogados no cuentan con la estabilidad ni beneficios sociales que corresponden a toda relación de trabajo o laboral.
El argumento central detrás de esta figura nos dice que al estar la firma constituida como sociedad civil (la gran mayoría de firmas peruanas están constituidas bajo sociedades de personas, no de capital) que tiene como objeto la prestación de servicios profesionales independientes, la misma se organiza de forma tal que profesionales liberales (atención a este término) presten sus servicios como asociados, es decir, bajo una plataforma común. ¿Sugiere este “precursor” argumento que las firmas de abogados peruanas funcionan desde hace muchos años como una suerte de Uber o Cabify?
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Resalto lo de “profesión liberal” porque aparentemente esa etiqueta ha sido históricamente usada para sostener que el trabajo de abogado no debe estar sujeto a regulaciones ni autorizaciones de ningún tipo más allá de la obtención del título profesional, que no se presta bajo subordinación de ningún empleador y que sus ingresos están compuestos por “honorarios” y no por un sueldo. Quizás en sus orígenes la profesión legal se ejerció mayoritariamente de ese modo, pero el “corporativismo” del ejercicio privado del derecho ha llevado a modelos organizativos bastante establecidos a nivel global, donde es muy difícil sostener que cada uno “baila con su propio pañuelo” y es “su propio jefe”. Sin duda, en los últimos años han surgido nuevos modelos genuinamente “uberizados” de servicios legales, pero esa es otra historia.
Lo que más me sorprendió es que el caso de la “cuarta-quinta” en Perú no es aislado. Aparentemente, existe un patrón en la región donde las firmas de abogados utilizan esquemas bastante polémicos para la contratación de sus equipos de abogados. Como sostenía en el episodio anterior, creo que si hay algo que debemos devolverle a la práctica legal es la ética, la coherencia y el sentido de propósito. Me cuesta mucho pensar cómo abogados que contratan a otros abogados pueden decirles que eso que les enseñaron en la Universidad en Derecho Laboral no les aplica. Me cuesta aún más pensar en la cantidad de abogados laboralistas de mi país que asesoran a tantas empresas sobre la forma correcta de cumplir las normas laborales, pero tienen a sus equipos en regímenes de “cuarta-quinta” cuando en un gran número de casos les corresponde estar bajo relación laboral. Creo firmemente que no podemos hablar de innovación en el derecho si un tema tan básico como la forma de contratación del equipo humano que compone una firma termina siendo un tema tabú o se maneja en zonas grises tan cuestionables.
Si quieres saber porqué el tema de la contratación de abogados por firmas o estudios jurídicos es como el “Voldemort del Derecho” te invito a ponerle “play” a este episodio y disfrutarlo de inicio a fin.
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