La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) presentó el proyecto de Taxonomía Sostenible en el marco de la edición 86 de la Convención Bancaria, un acto que implica la alineación de los objetivos de la Agenda 2030. Con su publicación, las inversiones o activos que pretendan categorizarse en México como verdes o sostenibles quedarán sujetas a un marco de referencia para validar su solidez.
¿Pero qué es la taxonomía sostenible?
De acuerdo con lo comunicado por la SHCP, la taxonomía sostenible es “un sistema de clasificación que permite identificar y definir a las actividades, los activos o proyectos de inversión con impactos medioambientales y sociales positivos, con base en metas y criterios establecidos”.
Esta primera edición de la Taxonomía Sostenible de México aborda tres capítulos:
- El primero, “Marco de la Taxonomía Sostenible en México”, incluye la metodología para la determinación de los proyectos que pueden ser considerados como sostenibles, así como su vinculación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible,
- El segundo,“Mitigación y adaptación al cambio climático”, involucra la reducción de riesgos climáticos por actividad económica.
- El tercero define como objetivo prioritario la igualdad de género de cara a cerrar las brechas.
Este proyecto pretende evitar el ‘greenwashing’, concepto con el que hacemos referencia a aquellas empresas que pretenden adjudicarse la provisión de beneficios ambientales sin llevar a cabo acciones reales para la protección del medio ambiente.
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¿A qué responde el lanzamiento de la Taxonomía Sostenible?
Dentro de una multiplicidad de razones, podemos atribuir la consolidación de la Taxonomía Sostenible en México al impulso de los criterios ‘ESG’ (environmental, social and governance; en español, los criterios sociales, ambientales y de gobierno corporativo en las empresas). Las clasificaciones de la Taxonomía Sostenible permiten analizar objetivamente, dentro de un marco de referencia, el cumplimiento de estos criterios en el seno de las organizaciones.
Si bien la Taxonomía Sostenible de México no es la primera en el mundo, sí es un programa pionero en la integración de objetivos ambientales, sociales y de sostenibilidad, incluyendo dimensiones como la perspectiva de género, en una dimensión transversal.
A grandes rasgos, se trata de un esquema de inversión que contribuye a cerrar brechas socioeconómicas que pretende proteger el medioambiente, tomando como punto de partida los objetivos climáticos y sostenibles del Acuerdo de París y de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Taxonomía funcionará a manera de catálogo, según los requisitos para que un activo sea clasificado como verde. En ese sentido, cabe destacar que, para la identificación de las actividades económicas referidas en el sistema de clasificación, se efectúa un análisis sectorial bajo el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN).
Lo anterior permite la evaluación de las actividades bajo los Criterios de Evaluación Técnica (CET), que sirven como metodología para determinar si son sostenibles o no, a partir de la valoración de la contribución sustancial a la sostenibilidad, criterios de no daño significativo ambientales y salvaguardas mínimas.
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¿A quién está dirigida la Taxonomía Sostenible?
La Taxonomía Sostenible está dirigida al Sistema Financiero Mexicano, como destinatario inmediato, y a todos los mexicanos, como receptor ulterior.
Sin embargo, al hablar de la implementación de esta Taxonomía, nos referimos principalmente a los bancos (públicos y privados), los cuales deberán incorporar este sistema de clasificación para emitir bonos verdes o categorizar proyectos como sostenibles.
El impacto de su aplicación será para todos los usuarios del sistema financiero, particularmente para empresas que realizan actividades económicas que clasifiquen dentro de la Taxonomía. Esto de cara a la posibilidad de que sus activos y proyectos de inversión puedan ser catalogados como verdes y, por lo tanto, promovidos a la luz de los objetivos planteados por la Taxonomía Sostenible.
En otras palabras, la aplicación de este sistema tendrá impacto en una gran variedad de sectores y empresas, incluyendo aquellas pertenecientes al sector energético, industrial, desarrollo turístico e inmobiliario, entre otros. Desde luego, existe un reto enorme para las organizaciones en todos estos sectores, que deberán atender estos criterios, a través del fortalecimiento de su cumplimiento normativo, particularmente en materia ambiental, social y de gobierno corporativo, es decir, criterios ‘ESG’.
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*Carlos Del Razo es socio de Medioambiente y Sostenibilidad de ECIJA México.
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