El temor a una recesión que vienen manifestando analistas desde hace varios meses, como consecuencia de los efectos de políticas monetarias restrictivas ante la creciente inflación, hizo eco en un reciente reporte sobre Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este hace referencia a la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) en el segundo trimestre, derivada de la desaceleración en China y Rusia.
El organismo señala que han aumentado las estimaciones de probabilidad de recesión, un concepto que indica que una economía ha crecido negativamente durante dos trimestres consecutivos. Además, se detalla que hay una alta probabilidad de que esto ocurra en las economías del Grupo de los Siete, como las de Alemania y Estados Unidos. Sobre este último, cita al Banco de la Reserva Federal de Atlanta, cuyo modelo de predicción GDPNow apunta a que ya podría haber empezado una recesión técnica en el país norteamericano.
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Tal escenario ha sido descartado por el presidente Joe Biden y por la Reserva Federal, que tanto en junio como en julio incrementó en 0,75 % la tasa de interés para disminuir la inflación y llevarla al objetivo de 2 % que se ha propuesto para este año.
Gustavo Rojas-Matute, economista venezolano y director asistente de Moody’s Analytics, señala que si bien el escenario base de la compañía no prevé recesión para Estados Unidos, en un eventual escenario de recesión la economía podría caer en el segundo trimestre de 2023. Está seguro de que la desaceleración de la mayor economía del mundo arrastrará a América Latina.
“En este escenario el impacto siempre es más fuerte para la región, que entraría en recesión incluso antes (primer trimestre de 2023), y comenzaría a salir de este período de crecimiento negativo en el tercer trimestre de 2024”, comentó en entrevista.
En línea con la previsión de Moody's Analytics, observa a todas las economías de América Latina cayendo, con especial énfasis en las que son consideradas las más importantes, como México, Brasil y Chile.
Estimaciones de crecimiento
El FMI acaba de revisar las estimaciones de crecimiento económico para este año de 2,5 % a 3 % ante una “recuperación más vigorosa” en las principales economías (Brasil, México, Colombia, Chile). Y, aunque en abril había anticipado que el PIB regional crecería 2,5 % en 2023, corrigió el número para dejarlo en 2 %.
Chile, que es uno de los mencionados en el informe del multilateral como uno de los puntales de la expansión en la región, a través de su Banco Central ha adelantado que para 2023 su PIB tendrá una posible variación de - 1 % y 0 %. En el informe de política monetaria de junio, la institución previó un crecimiento de entre 1,5 % y 2,25 % para este año, mayor al de entre 1 % y 2 % de marzo, impulsado por un mayor consumo.
Como otros países, la nación austral registra niveles récord de inflación, 11 % en junio, la más alta desde hace 30 años, y resiste las presiones por el aumento de los precios de los alimentos y materias primas, así como por la afectación de las cadenas de suministro, producto de la pandemia y de la guerra en Ucrania.
El pronóstico del BC de Chile coincide con el del FMI, que para 2023 proyecta un PIB de 0 %. El organismo señala que la desaceleración de la economía global y la persistente inflación pondrán a prueba a la región, que venía recuperándose de la pandemia de COVID-19, por cierto, aún no superada.
La economía que más crecerá en la región en 2023 será la colombiana (3,5 %). Sin embargo, verá reducir su PIB significativamente en relación con 2022. Le seguirán Argentina y Perú (3 %).
La semana pasada el multilateral fijó en 3,3 % las proyecciones de crecimiento mundial para este año y en 2,9% para 2023, por debajo de lo estimado en el informe anterior divulgado en abril y revisó a la baja las proyecciones para China, Estados Unidos e India.
Los números están sujetos a que no se produzcan nuevas reducciones inesperadas en el flujo de gas natural de Rusia hacia el resto de Europa, a que las expectativas de inflación a largo plazo permanezcan estables y a que no empeoran los ajustes desordenados en los mercados financieros mundiales como resultado del endurecimiento de la política monetaria que se aplica para bajar la inflación.
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