¿Moana es un plagio? Disney enfrenta por segunda vez a Buck Woodall

La primera demanda fue desestimada por el tribunal / Pinterest.
La primera demanda fue desestimada por el tribunal / Pinterest.
La primera acusación se hizo en 2022, en ese entonces fue desestimada por el tribunal debido a la expiración del plazo de prescripción.
Fecha de publicación: 15/01/2025

Desde 1990, Disney ha sido acusado de infringir los derechos de propiedad intelectual de muchos creadores, que han señalado a la empresa de diversos atropellos que abarcan los derechos de autor sobre sus obras, patentes o marcas registradas. La primera demanda relacionada con estos temas la inició La Sirenita, cuando un grupo de artistas independientes aseguró ante un tribunal que Disney había robado sus ideas para esta película, en esa oportunidad, los abogados de la empresa convencieron al juez de que las coincidencias creativas eran solo eso: coincidencias.

Desde aquel año hasta este, ha sido acusada de plagio por los herederos de Hans Christian Andersen, que dijeron que Disney copió su cuento La reina de las nieves (la empresa dijo que la historia era una adaptación libre), de que Zootopia y El libro de la selva se hicieron con ideas robadas a creadores independientes y de que Moana (Vaiana en España y otros países europeos) es una copia del guión original del animador Buck Woodall quien, como autor de una historia llamada Bucky the Wave Warrior, narra una travesía marina en la Polinesia con animales mágicos muy similar a la de la película de la samoana, los señaló de usar su material sin autorización ni la acreditación correspondiente.


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La primera acusación de Woodall se hizo en 2022, en ese entonces el animador dijo que Jenny Marchick, actual jefa de desarrollo en DreamWorks Animation, había recibido los guiones escrito y gráfico, secretos comerciales y planes de producción de Bucky en 2003, que fueron llevados a la pantalla por Disney en 2016 luego de ser –según él– tomados de manera fraudulenta, después de que Marchick le diera su material a Disney aprovechando algunas lagunas legales. Esta primera demanda fue desestimada por el tribunal debido a la expiración del plazo de prescripción.

Pero este 10 de enero las acusaciones de Woodal volvieron (esta vez a tiempo) en forma de una demanda por infracción de derechos de autor presentada ante el Tribunal del Distrito Central de California por el animador, asistido por Yang Law Offices; Sánchez-Medina, González, Quesada, Lage, Gómez & Machado, LLP; Rumberger, Kirk & Caldwell, P.A. y Christian Attar. 

Ahora el creador exige 2,5 % de los ingresos globales de Moana 2 (que hasta ahora ha recaudado cerca de 990 millones de dólares) en compensación por el supuesto plagio de Bucky, que no es poca cosa (ni el robo de ideas ni lo que pudiera recibir de ganar la demanda). También exige, lógicamente, una orden judicial para evitar que se sigan infringiendo sus derechos de autor con esta franquicia u otras.

Hasta el momento, la defensa de Disney (que aún no ha presentado una respuesta o a sus abogados ante la corte californiana) se ha basado en decir que solo se trata de coincidencias, que nadie del equipo creativo detrás de Moana tuvo acceso al supuesto material compartido por el demandante y que el film se hizo de forma independiente. De hecho, Ron Clements, director de la película, dijo en una declaración en corte, a raíz de la primera demanda, que esta no se inspiró de ningún modo en Bucky, “del que me enteré por primera vez después de que se presentó esta demanda”, pero estas declaraciones contrastan bastante con la confesión, también bajo juramento, que hizo Marchick: que entregó algunos materiales con derechos de autor a un “individuo” de Disney Animation TV antes de que Moana iniciara producción.


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Las coincidencias y las bases para la demanda

Las similitudes entre Bucky, Moana y Moana 2 no solo se basan en la travesía de un joven valiente que surca el mar para salvar a su pueblo y romper una maldición, sino también en que ambas están ambientadas en una isla polinesia, durante el viaje navegan usando las estrellas, ambos son absorbidos por un remolino que los lleva a un portal y ambos se hacen acompañar por un gallo y un cerdo mientras enfrentan a una tribu guerrera. Todo esto para los abogados de Woodall es demasiado similar al material proporcionado por él como para haber sido desarrollado “por casualidad o sin intenciones maliciosas”. 

Los abogados demandantes continuaron con que “con un alcance y una amplitud increíbles y a menudo impresionantes”, las similitudes en los guiones también coinciden en que los protagonistas celebran su derecho nativo al acceso sin restricciones al mar; ambos aprenden sobre su historia durante el viaje oceánico; involucra la creencia en los guías espirituales, manifestados como animales que guían y protegen a los vivos; los dos guiones tienen como telón de fondo un antiguo pueblo polinesio con sus habitantes tejiendo cestas, pescando y contando historias; coinciden en la secuencia en la que el protagonista es un bebé en una playa que se enfrenta al destino; las tramas incluyen un collar simbólico; ambos enfrentan a una diosa de lava y son acompañados por un semidiós con un anzuelo gigante y tatuajes que conocieron en una cueva oscura; Bucky y Moana luchan contra un ejército de pequeños personajes guerreros con armadura, y los dos se tropiezan con una criatura gigante que se acuesta y toma la forma de una montaña, entre muchas otras “coincidencias”, como las denomina Disney.

En concreto, Moana 2 copia descaradamente elementos fundamentales de las obras del demandante, presentando temas, recorridos de personajes e imágenes sorprendentemente similares a los que se exponen en los materiales protegidos por derechos de autor. Estas similitudes en Moana 2 van más allá de un parecido superficial e indican una infracción directa, apuntaron en el documento.


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Esto y más llevó a los abogados del animador a demandar a The Walt Disney Company, Walt Disney Pictures Television, Walt Disney Pictures and Television, Walt Disney Television Animation, Walt Disney Animation Studios; Disney Enterprises, Inc., y a Mandeville Films, Inc. y a Jenny Marchick, quien recibió la propiedad intelectual de Bucky cuando era jefa de desarrollo en Mandeville.

La demanda, que exige un juicio con jurado, se hizo por violación de derechos de autor, bajo la sección (§) 501 del Título 17 del Código de los Estados Unidos (U.S.C.); por infracción continua de derechos de autor, bajo las secciones 501(a) y 501(b) del Título 17 U.S.C.; infracción intencionada de derechos de autor, § 501(c) y 501(b) del Título 17 U.S.C., y en virtud de las medidas cautelares por infracción ilícita y continua de derechos de autor, según § 502(a) del Título 17 U.S.C. 

Esto ocurre porque, de acuerdo con los demandantes de Woodall, la conspiración de los demandados se extendió a la publicación de una nueva película que viola los derechos de propiedad intelectual del creador de Bucky, mientras ignoran intencionalmente las órdenes tribunalicias que obligaban a revelar la documentación relacionada con Moana 2.

Además de su plan, los demandados no solo no presentaron la evidencia obligatoria ordenada por este tribunal, sino que también se involucraron en esfuerzos para ocultar, destruir o alterar documentos incriminatorios y archivos digitales para ocultar aún más la evidencia. Estos actos se llevaron a cabo con el único propósito de obstruir la justicia y evadir la rendición de cuentas, todo mientras obtenían miles de millones de dólares en ganancias ilegales, y nada de eso se podría haber logrado sin la conspiración cuidadosamente planificada alegada, sentenciaron.


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La ley

El Título 17 § 501(a) de la Ley de Derechos de Autor define esta infracción como la violación de los derechos exclusivos (exhibición o interpretación de la obra en público y la reproducción y distribución de copias de la obra) del propietario, incluida la importación ilegal de copias o fonogramas a los Estados Unidos. En este se establece la infracción con pruebas de la copia, pruebas de que el acusado tuvo acceso a la obra original y pruebas de que la obra del acusado es similar a la obra original. 

Incurrir en la violación a este artículo acarrea sanciones civiles y penales, que incluyen prisión y multas, así como recursos como mandatos judiciales para prevenir o restringir la infracción, incautación de los artículos infractores y destrucción u otra disposición de los artículos infractores. 

La sección 501(b) le permite al titular de los derechos de autor iniciar una acción por cualquier infracción de ese derecho en particular, luego de demostrar, mediante los registros de la Oficina de Derechos de Autor o de otro modo, que tiene o reclama un interés en el derecho de autor que en ese momento sea su propiedad. 


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El artículo 501(c) es el que define la infracción de derechos de autor y establece que cualquier persona que viole los derechos exclusivos de un propietario de derechos de autor es un infractor y que la infracción ocurre cuando una obra protegida se reproduce, distribuye, interpreta o exhibe sin el permiso del propietario.

Finalmente, la § 502(a) otorga a los tribunales el poder de otorgar mandatos judiciales temporales, preliminares, finales o permanentes, para prevenir o detener la infracción de derechos de autor. Estos pueden notificarse en cualquier parte de los Estados Unidos, lo que los hace ejecutables por cualquier tribunal de este país. Este artículo también establece como recursos por la infracción medidas cautelares que prohíban al demandado seguir copiando la obra y daños y perjuicios legales, mediante la asignación de una cantidad de dinero determinada por el tribunal que el infractor debe pagar, además de sanciones penales.

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