El proyecto de reforma eléctrica presentado por Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, delineó una nueva interrogante sobre cuál será el papel de la iniciativa privada respecto de la explotación del litio, el mineral estratégico en el almacenamiento de energía cuyo valor pasa por los 29 dólares el kilogramo.
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En el documento, el titular del Ejecutivo ha indicado que la explotación del litio no se concesionará a ninguna empresa privada, que será el Estado el único encargado de guiar la exploración de yacimientos de dicho mineral.
En línea con ello, durante la semana anterior, Rocío Nahle, la secretaria de Energía, aseguró —en un programa de televisión nacional— que el gobierno crearía una paraestatal encargada de la explotación del litio.
Pese a que la discusión y aprobación de la reforma eléctrica se extenderá hasta abril del 2022, el presidente ha dejado claro que, aunque no se apruebe la reforma eléctrica, es un hecho que el gobierno controlará todo el proceso de extracción del litio. Por acceso a la información pública se conoce que no se ha otorgado concesión alguna vinculada con este mineral.
“Adelanto -para que no se hagan ilusiones con el litio- que si hay un acto de traición a la patria y no se aprueba el que el litio esté en manos de la nación, de todas maneras vamos nosotros a negar cualquier solicitud de concesión para la explotación del litio y tenemos facultades para hacerlo”, indicó el presidente mexicano el 7 de octubre durante su conferencia matutina.
Es de recordar que, hace un mes, el presidente López Obrador manifestó que hay ocho empresas —sin revelar sus nombres— interesadas en la explotación del litio.
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Exploración del litio
Para Carlos Hernández González, vicepresidente de Energías Renovables de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), la discusión legislativa y constitucional debería estar encaminada a plantear un camino para la exploración de posibles yacimientos de litio en donde se coordine el gobierno con las empresas privadas.
“Deberíamos ver cuáles son los alcances y propósitos de una empresa pública desde su nacimiento, porque es posible que veamos una nueva Petróleos Mexicanos (Pemex) o Comisión Federal de Electricidad (CFE), que al final pagamos los mexicanos, con subsidios y transferencias”, señala Hernández en entrevista para LexLatin.
De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, México tiene reservas del mineral por 1.7 millones de toneladas cúbicas, una cifra lejana de los más de 9 millones de toneladas que se han descubierto en Chile, el país más rico en ese mineral.
Oscar Ocampo, coordinador de Energía del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), apunta que lo que se haga con el litio en el país es vital porque este mineral ya está marcando un cambio de paradigma del almacenamiento de energía.
No solo es un mineral que puede dinamizar un sector y detonar una industria en México alrededor del litio, explica Ocampo, sino que va de la mano con el avance de las energías renovables o limpias, que son, a su vez, más baratas de producir que las de fuentes contaminantes, como el combustóleo o el gas.
“Consumir energías a partir de baterías es un cambio de paradigma, es un aliado de las energías renovables para que tomen un papel preponderante en la matriz energética, el litio es un tema vital. Es un mercado que en el futuro va a explotar, el tema es cómo maximizamos el valor del litio en México”, opina Ocampo en entrevista.
Para ambos expertos, la creación de una empresa del Estado mexicano para el litio no es una vía correcta, no solo porque dicha paraestatal tendría que asumir todos los riesgos en la exploración y transformación del litio, sino que el gobierno no cuenta con el desarrollo tecnológico para poder impulsar el uso del mineral.
Ocampo estima que es cuestión de tiempo para que el mercado automotriz demande el uso de este mineral.
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Esquema nacional
“Es complicado que un gobierno se haga cargo, al final esa empresa va a terminar contratando a los privados para que completen ciertos procesos que la empresa no podrá realizar”, asegura Hernández.
Desde la visión empresarial de Coparmex, a decir de Carlos Hernández González, un esquema de inversión mixta que considere la participación de empresas privadas con el gobierno permitiría impulsar opciones, incluso considerando las discusiones dentro del sector, para que el litio mexicano sea utilizado, a su vez, en el desarrollo de soluciones tecnológicas.
El vicepresidente de Energías Renovables de la Coparmex plantea que se puede crear un esquema en donde se estipule que las baterías que se vendan en México deban tener un componente del mismo litio mexicano.
“Ese contenido nacional podría ser para los automóviles que se van a vender en México, así tienes el recurso natural, propicias la inversión extranjera, además de la inversión en las manufacturas para la tecnología; pero lo primero que van a querer esas empresas para poderlas traer son energías limpias y baratas”, afirma Hernández.
Ocampo añade que en el panorama continental encontramos modelos como el boliviano, en el que se le ha cerrado la ‘puerta’ a los privados para invertir en el litio, y otros como el de Estados Unidos, que no restringe la participación del gobierno o de las empresas, sino que se ha promovido la exploración del litio como un elemento de transición energética.
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Litio en América Latina
El litio ha tomado relevancia en México durante los últimos meses, cuando el gobierno impulsó la reforma eléctrica, pero en América Latina es, desde hace unos años, un tema que ha venido tomando relevancia, sobre todo, la forma en la que el litio debe ser o no controlado por el gobierno y otorgado en concesiones a las grandes empresas mineras.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), América Latina tiene la mayor presencia de litio en el mundo: 52.3% de las reservas mundiales del mineral —sin contar las de Bolivia— están en la región.
“En Argentina, Chile y Bolivia, países que constituyen el llamado triángulo de litio, la extracción del mineral ha originado discusiones sobre los diferentes modelos de gobernanza para asegurar su mejor uso y aprovechamiento”, indica la Cepal.
Bolivia creó en 2017, mediante la Ley No. 928, la empresa del Estado “Yacimientos de Litio Bolivianos”, que es la encargada de realizar las actividades de la cadena productiva, prospección, exploración, explotación, beneficio o concentración, instalación, entre otras actividades, relacionadas al litio.
“Bolivia es el único país del continente que desarrolla la industrialización del litio en toda la cadena productiva”, asegura la empresa Yacimientos de Litio Boliviano en su página de internet. Los resultados de la estrategia nacional son desconocidos aún; el proyecto estuvo detenido por los conflictos políticos al interior del país. Hace apenas unos meses, el presidente Luis Arce comunicó el nuevo plan de trabajo industrial.
En otros países que también tienen recientes descubrimientos de yacimientos de litio, como Perú, la discusión respecto al mineral ha estado desdibujada y lejos del interés del gobierno.
Carlos Parodi, profesor de la Universidad del Pacífico, señala que el litio no está en la agenda del gobierno de Pedro Castillo o al menos no como una prioridad en su inicio de gobierno.
“El presidente regional de Puno ha dicho que no aceptaría inversión privada, con lo que solo quedaría pública o algún escenario mixto. Pero hoy no se está tocando el tema, hay otras prioridades como salud y educación”, señala Parodi a LexLatin.
Esta visión del gobierno peruano contrasta con la reciente transacción, por unos 28 millones de dólares, que la empresa American Lithium realizó en el país andino para la exploración de un par de yacimientos: uno de litio, ubicado en Falchani y otro de uranio en Macusani.
Mientras los gobiernos deciden si es mejor concentrar su tratamiento en una paraestatal o concesionar la cadena de valor del litio, este mineral se ha ido posicionando como uno de los recursos naturales del futuro.
Según proyecciones de la Cepal, el valor del mercado mundial de baterías de litio pasará de 31 mil millones de dólares, en 2020, a más de 300 mil millones de dólares en una década.
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