Los Lafufu son un enorme desafío PI para los Labubu y su creador

China está esforzándose en dejar de ser la fábrica del mundo / IG: popmart
China está esforzándose en dejar de ser la fábrica del mundo / IG: popmart
El mercado de la piratería de Labubu en China es un fenómeno impulsado por la escasez de Labubu y el mercado de reventa, donde puede alcanzar 173 mil dólares.
Fecha de publicación: 23/07/2025

En un irónico giro del destino, China está luchando, mediante el trabajo conjunto de varios entes, contra la piratería de los famosos Labubu, esos muñecos que surgieron del arte del hongkonés Kasing Lung, quien los diseñó como parte de su colección de ilustraciones Monstruos y ha podido lucrar con ellos al licenciarlos a la empresa china Pop Mart.

En los últimos meses, el fenómeno de los Labubu ha sido tal que se ha visto a celebridades como Lisa (de la banda K-Pop Blackpink), Marc Jacobs, Rihanna, Dua Lipa, Kim Kardashian, Hailey Bieber, David Beckham, RuPaul y Simone Biles usarlos como un accesorio. También los vemos en las copas Stanley, cartas de UNO, figuras de chocolate Dubái y merengadas Godiva de chocolate Dubái, e infinidad de juguetes, bolsos, llaveros, tocadores y bolsas de regalo. Los Labubu han calado tanto en la cultura popular actual que incluso hay parodias de ellos.

Parodia - Ilustrador: El chico sin cabello de pan
Los Labubu son el centro de infinidad de piezas de la pop culture - Ilustrador: El chico sin cabello de pan

Y mientras organizaciones sin fines de lucro como Commons Earth (plataforma de vida sostenible que ofrece herramientas, incluyendo una aplicación, para ayudar a las personas a comprender y reducir su huella de carbono y promover el desarrollo sostenible y la resiliencia climática) se preguntan si de verdad, dentro de este mundo postcapitalista y de consumo excesivo, necesitamos caer en una nueva obsesión consumista, y artistas gráficos lamentan que la masificación de los Labubu diluyan el arte y originalidad detrás de ellos, Pop Mart no solo crece en números sino que aumenta sus acciones litigiosas. Por ejemplo, en noviembre demandó a Ji Xiang, una pastelería singapurense que vendía empanadillas dulces (llamadas ang ku kueh) en forma de Labubu, y a Peony Jade, un restaurante cantonés, que vendía bollos de chocolate negro con forma de Zimomo, otro personaje de Monstruos.

 

 

Ahora, la respuesta lógica a la demanda, o sobre demanda de Labubu, es claramente beneficiosa para Pop Mart, que vende su inventario de estas figuras (que le han reportado un crecimiento de las ganancias de 1.200 %) a una velocidad astronómica, la misma velocidad con la que firma contratos de licenciamiento o colaboración para su explotación por otras marcas. Pero, esta alta demanda genera escasez, aparte de altos precios, y la escasez y los costos de cada figura, generan, claro está, piratería. 


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Crecen las imitaciones

El mercado de la piratería de Labubu en China es un fenómeno aparte. Impulsado por la escasez (las figuras ya no se compran en tiendas sino en línea o máquinas expendedoras) y el mercado de reventa, donde uno de los peluches puede alcanzar cerca de 173 mil dólares, nació el mercado de los Lafufu, tan o más populares (recientemente) que los originales. Los Lafufu son vendidos, primero, a menor precio; segundo, no escasean; y tercero, tienen cierto atractivo para los compradores: sus defectos en la fabricación, que delatan su origen ilícito, son parte de la diversión de quienes los compran, que los consumen más que todo para no dejar de participar en la moda actual.

La alta demanda tanto de Labubu, como de Lafufu e incluso Lazuzu (su versión “demoníaca”) ha beneficiado doblemente a la economía local. Por un lado, Pop Mart crece en ventas y genera un producto de exportación, que además amplía la influencia en la cultura popular de China, que se ha enfocado en cambiar su modelo tradicional de exportación de productos (millones de ellos falsificados) a uno de exportación de marcas y propiedad intelectual, como parte de su transición hacia una economía de servicios y la mejora continua de su estructura industrial, basada en la creatividad y el valor añadido. 


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Por otro lado, los Lafufu contribuyen con ganancias exorbitantes a los comerciantes locales cuando son exportados. De hecho, cuando Trump anunció sus aranceles, hubo un aumento en el flujo de productos chinos en las aduanas estadounidenses, en un intento de introducir a Estados Unidos la mayor cantidad de productos antes de que entraran en vigencia los aranceles. Los Lafufu hacen el mismo trabajo que millones de otros bienes de consumo han hecho por décadas en China: aportan a la economía nacional, mediante la violación de los derechos de autor o patentes de tercero.

Pero, los Labubu son chinos, como Pop Mart, y esto ha llevado no solo a la empresa sino también a las autoridades nacionales a tratar de ponerle un coto al creciente mercado de Lafufu. Es algo así como, “La piratería a lo externo ✅. La piratería a lo interno ⛔”. 


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Un cambio de timón

Lo cierto es que China está esforzándose en dejar de ser la fábrica del mundo y la “campeona” del “Hecho en China”, para convertirse en la dueña del “Creado en China” y esto implica reforzar la protección de sus marcas y de la propiedad intelectual nacional. Como estos esfuerzos han rendido ciertos frutos en los últimos años, el país está empezando a ser reconocido como creador de PI de calidad (Huawei es un excelente ejemplo de ello). 

Esto ha significado que la mera manufactura de productos se está mudando fuera, hacia Vietnam, Camboya y Bangladés, por nombrar algunos, y volviendo, por las aduanas, hacia China (como lo reveló el informe Casos Típicos de Protección de la Propiedad Intelectual por parte de las Aduanas de China en 2024, de la Administración General de Aduanas, pero convertida muchas veces en productos falsificados que mancha los esfuerzos que el gigante asiático ha hecho para ascender en la cadena de valor como generador de PI, la implementación de políticas de protección de la PI propia y en la vigilancia de los derechos de PI de las empresas locales.  

La lucha, como lo patentó el informe oficial, se enfoca en incautar artículos que infringen las normas de comercio exterior y marcas registradas/patentes. Las aduanas, como dice el informe, están tomando “medidas enérgicas” contra los productos que infringen los derechos de marca basándose en factores como “alta conciencia de marca, estado de infracción grave y pistas de infracción relativamente claras” para mantener un “control de riesgo + integral + in situ”. Estas medidas, que incluyen la aplicación de multas, se aplican para infinidad de productos, tanto para los que los falsificadores tratan de exportar fuera de China, como para los que tratan de introducir a ella.

En verdad se están esforzando en lograr este cambio económico y estratégico, así como se están enfocando en bloquear las importaciones de productos que infringen las marcas de empresas nacionales, en lugar de simplemente incautar falsificaciones para la exportación. Debido a esto están aplicando con más eficiencia la ley (o adaptándola) para enfrentarse a los desafíos que presenta la entrada de productos piratas, “la aplicación integrada de la ley está ayudando a proteger las exportaciones creativas de China, especialmente a medida que la propiedad intelectual china gana popularidad en el extranjero”, se lee en el documento que refleja que una de las metas de la nación es reforzar su marca en el extranjero y, por ende, su poder blando.


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China entendió (recibiendo lo mismo que dio por décadas) que la aplicación de leyes efectivas de protección de PI es fundamental para la credibilidad de una marca país, por esto la creciente colaboración entre sus agencias fronterizas y sus homólogas regionales y el seguimiento de envíos para combatir las infracciones transfronterizas. Pero el prestigio que su marca global pueda tener no es solo para los demás países, también lo es para sus consumidores más jóvenes (ha habido un cambio cultural), cada vez más orientados a la autenticidad. En este contexto, el consumo de marcas locales adquieren relevancia cultural, mientras la tolerancia a la falsificación, especialmente de marcas locales, se reduce.

Volviendo a los Labubu y sus imitadores, Pop Mart solicitó el registro de la marca Lafufu, como medida preventiva para proteger a sus monstruos contra el uso malicioso de su PI. A la vez, la Aduana de Pekín impartió una capacitación específica a Pop Mart en la que, explicaron, analizó en detalle las tendencias de infracciones en el sector y la región, incluyendo las de empresas culturales y creativas locales. En paralelo, fortaleció el análisis y el control de los riesgos de infracción en todas las aduanas nacionales, así como estableció un mecanismo grupal para la protección de los derechos de PI.

Como empresa representativa de la cultura de moda china que se expande al extranjero, Pop Mart ha experimentado una escasez en los países del Sudeste Asiático, a medida que la propiedad intelectual cultural y creativa china ha aumentado su influencia global. En este caso, las aduanas instaron a las empresas culturales y creativas a realizar trámites aduaneros, mejorar la eficacia de la protección de los derechos (...). Este caso es un ejemplo típico de cómo las aduanas profundizan la protección integrada de los derechos de propiedad intelectual y escoltan los productos culturales y creativos que se expanden al extranjero, se lee en el informe.

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