Las empresas con licencia de las principales marcas internacionales, en su lucha contra la piratería y la falsificación, han encontrado en la práctica de competencia desleal una estrategia para llevar sus casos a los tribunales de justicia.
La estrategia es cobrar una compensación económica a los competidores que utilizan, sin autorización contractual, referencias a grandes marcas, como personajes de Disney o símbolos de bandas de rock.
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Los contratos de licencia
Las empresas licenciadas no pueden actuar en defensa de la propiedad intelectual de las marcas. Por lo general, solo los propietarios de dichas marcas pueden reclamar derechos de propiedad en su cartera.
La novedad es que, por otra vía judicial, la defensa de la competencia puede ser reclamada por las empresas licenciadas, ya que la lealtad de la competencia es un derecho legítimo de cualquier participante del mercado.
Como lo explica Eduardo Ribeiro Augusto, socio de la oficina de Siqueira Castro y responsable de numerosas acciones similares en los tribunales:
“Las empresas licenciadas brasileñas a menudo sienten que tienen las manos atadas, porque los licenciantes, que son propietarios de las marcas, no quieren invertir dinero en la lucha contra la piratería. Los contratos de licencia tienen la particularidad de que el licenciatario no puede actuar en defensa de la marca. A pesar de todo esto, estamos logrando actuar en base a la competencia desleal”.
Augusto tiene más de 30 juicios de este tipo en trámite judicial, con denuncias de competencia desleal.
“No tenemos la intención de acabar con la piratería. Pero se manda un mensaje al mercado y esa marca se vuelve más exclusiva. En el ámbito civil, puedes recuperar el daño”, dice Augusto.
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Para el abogado João Marcelo Assafim, profesor de propiedad intelectual de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), las denuncias de competencia desleal deben ser tratadas con rigor por el Poder Judicial, con análisis que verifiquen si hubo de hecho una desviación de clientela. Este análisis debe ser riguroso para que tales alegaciones no sean trivializadas.
“Hay que demostrar que existe competencia y que se desvían clientes. No se puede concluir automáticamente que estar licenciatario en Brasil sea exclusivo o que haya invertido en la marca”, explicó Assafim.
De acuerdo con Inteligência em Pesquisa e Consultoria (IPEC) de Brasil, en 2021 el 33 % de las ventas de artículos deportivos era pirata, un total de 157 millones de unidades falsificadas. El estudio realizado por la agencia reveló que 40 millones de brasileños han comprado prendas deportivas piratas durante 2021. Las pérdidas en impuestos se acercan a los 400 millones de dólares y las pérdidas en general podrían acumular los 1.700 millones de dólares.
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