ClearSpace, empresa suiza que fue seleccionada por la Agencia Espacial Europea (AEE) para ejecutar la primera misión para eliminar desechos de la órbita terrestre, recibió 26,7 millones de euros (USD 29.369.733,00 al 02 de mayo de 2023) en una ronda de financiamiento serie A, liderada por OTB Ventures y Swisscom Ventures, y fue asesorada por Niederer Kraft Frey.
La ronda, que también contó con el respaldo del Fondo Europeo de Inversiones, Luxembourg Future Fund, Lakestar, In-Q-Tel, Happiness Capital y 600 T Space Investments, servirá para apalancar las operaciones que darán pie a la primera misión de eliminación de desechos espaciales del mundo (llamada ClearSpace-1), y cuya inversión total es de cerca de 110 millones de euros. Esta misión depende de tecnología de punta patentada por ClearSpace y técnicas avanzadas en órbita.
La empresa suiza, que ya cuenta con una patente mecánica a su nombre, se concentra en desarrollar tecnologías para diversas aplicaciones de servicios en órbita (IOS) que se encarguen desde la eliminación y el transporte en órbita hasta el ensamblaje, fabricación, reparación y reciclaje de desechos extraterrestres. La meta es promover una economía espacial circular y mejorar las operaciones espaciales sostenibles.
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ClearSpace es apenas una de los muchos entes que están emprendiendo en una nueva frontera (literal y figurada) que dependerá ampliamente de las leyes de propiedad intelectual.
En los últimos años, el aumento en la demanda de nuevas soluciones para los viajes espaciales, la limpieza de la órbita planetaria o las misiones extraplanetarias de carácter privado y comercial han aumentado el interés de países, organizaciones y compañías en la economía espacial circular, lo que ha venido aparejado con el aumento de discusiones sobre los retos de la propiedad intelectual en este sector y el interés en la observancia de la PI dentro de este, ya que esta rama del derecho jugará un papel importante en la consolidación de estos nuevos modelos de negocio.
El “roce” entre la obligación de proteger la PI y los tratados de “libertad” de la ONU
Al respecto, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi) ya ha empezado a analizar los retos de esta nueva economía. Por ejemplo, las leyes de propiedad industrial e intelectual podrían generar un roce entre los derechos que amparan y las normas universales de la exploración extraterrestre establecidos por la ONU, que rezan que la exploración exterior se hace para el beneficio de la humanidad, por lo que no puede haber apropiación del espacio exterior por nación alguna.
Esto plantea un problema: afuera no puede haber apropiación individual de algo que nos pertenece a todos, pero también afuera habrá decenas de invenciones cuya autoría pertenecerá a entes individuales, por esto la Ompi resaltó en un artículo que, aunque se reconoce la importancia de la propiedad intelectual para la exploración del espacio y la ciencia y tecnologías relacionados con ello, “se han planteado dudas sobre si la protección y el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual pueden entrar en conflicto con dichos principios fundamentales en términos de acceso al conocimiento e información derivada de las actividades espaciales y en términos de la libertad de exploración y uso del espacio ultraterrestre”.
De acuerdo con la organización internacional, mientras se descubre la fórmula que equilibre ambas realidades (o se crean nuevas leyes para el espacio exterior), se debe hacer uso de la normativa nacional o local existente dentro del planeta “allá arriba”. Esto quiere decir que “si bien la protección de patentes está sujeta al marco legal territorial aplicable, de acuerdo con el derecho espacial internacional, el Estado en el que se registra el objeto espacial conserva la jurisdicción y el control sobre ese objeto espacial”.
En consecuencia, a falta de normas universales específicas, “los objetos espaciales registrados se tratan como cuasiterritorios a los efectos de la propiedad intelectual”, como lo dictan los acuerdos globales alcanzados en torno a proyectos espaciales.
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Lo que se hace por ahora
Ya que lo anterior parece ser el consenso general, entonces se aplicaría el Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial que establece normas comunes sobre patentes a las que deben atenerse todos los Estados contratantes, a saber: las patentes concedidas en los diferentes Estados contratantes para la misma invención son independientes entre sí, por lo que la concesión de la patente en uno no obliga a los demás a conceder otra patente, y los derechos exclusivos dados a una patente no irán por encima del interés público para garantizar la libertad de transporte, con lo cual esta doctrina de la presencia temporal debería aplicarse al transporte de objetos patentados hacia o desde una estación espacial en territorio ajeno al donde se registró la patente.
Carlos Albareda Úbeda, abogado dederecho espacial del Bufete Mas y Calvet de España, planteó en un artículo que la principal referencia en estos casos es la Estación Espacial Internacional, para la que se crearon “procedimientos de marcado específicos para proteger la propiedad y la confidencialidad de los datos y bienes de los demás, sin olvidar que esos procedimientos deben ser compatibles con la obligación de intercambiar bienes y datos técnicos específicos cuando sea necesario para operar y utilizar la Estación”. De haber una infracción a los derechos intelectuales de terceros mientras se está en órbita, los reclamos legales se harán de acuerdo con las leyes nacionales de cada parte involucrada, según el especialista.
Mientras se trabaja sobre la certeza de que la exploración extraterrestre requiere de un marco legal funcional en todos los aspectos, incluida la aplicación y protección de la PI para crear un entorno creativo estable y productivo fuera de la Tierra, solo queda por ahora evaluar los desafíos que enfrenta el sistema legal global ante el “enfrentamiento” de dos realidades paralelas e indisolubles: los tratados espaciales de la ONU y los derechos de propiedad industrial e intelectual, normados a veces por convenios adoptados en el siglo XIX (como el de París) que ahora deben contemplar soluciones para el siglo XXI.
Asesores legales
Asesores legales de ClearSpace:
Niederer Kraft Frey AG (Zürich): Socios Jacques Bonvin y Andrea Wuerzner.
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