Tavarone, Rovelli, Salim & Miani - Abogados anunció la promoción de Francisco Molina Portela como socio del bufete argentino para el que trabaja desde 2014, cuando fue fundado. El abogado de 35 años es parte del departamento de derecho bancario y mercado de capitales de la firma. A propósito de la pandemia del COVID-19, considera que los sistemas jurídicos civilistas deben ser actualizados y adaptados a la era digital.
¿Qué recomendaciones les daría a los abogados que inician su carrera profesional y quieren dedicarse al derecho bancario?
Les recomendaría que, como todo en la vida, se esfuercen por lo que desean. La profesión se ha vuelto muy competitiva y nadie regala nada. Y que tengan cuidado con lo que desean porque si se esfuerzan lo van a lograr.
¿Qué habilidades deberá cultivar un abogado para destacar en el mercado laboral del futuro?
En mi experiencia, los clientes hoy valoran una respuesta rápida y práctica y no tan legalista y formal, lo cual no significa que haya que resignar la calidad. Creo que hay que combinar ambas cosas: calidad con practicidad.
Hoy más que nunca el foco está puesto en nuestro cliente y debemos estar preparados para brindarles una gran calidad de atención, a través de los diferentes canales de comunicación.
¿Cuál ha sido la mejor inversión para su carrera profesional?
El tiempo dedicado al estudio y perfeccionamiento.
¿Cómo un abogado puede desarrollar su marca personal?
Tengo una convicción que aplico en todos los ámbitos de mi vida y es que lo que más valoran las personas es cuando uno es genuino y no un personaje forzado. Creo que lo más importante para lograr la confianza de un cliente es demostrar compromiso y ser uno mismo. Si uno aplica esa regla en cada paso que da hacia sus objetivos, los resultados se logran.
En su opinión, ¿cuál es la principal dificultad que enfrentan los bufetes al usar medios digitales?
Creo que la pandemia barrió con todos los fantasmas sobre el home office. Hoy los estudios trabajamos 100 % remoto y hasta me animo a decir que de una manera más eficiente que antes. La principal dificultad que veo es que nuestros sistemas jurídicos civilistas deben ser actualizados para dar soluciones a esta nueva era digital. En la Argentina seguimos teniendo una legislación y tradición muy formalista que atenta contra la velocidad de los negocios.
Por otro lado, considero que la digitalización que trajo la pandemia presenta un desafío adicional desde lo comercial. La profesión del abogado se basa en generar confianza y en convencer y eso es más difícil de lograr con una pantalla de por medio.
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