Sergio Legorreta acaba de incorporarse como socio a Dentons López Velarde en México tras retirarse voluntariamente de Baker McKenzie, bufete para el que trabajó durante 15 años. Desde diciembre es jefe de la práctica de venture Technology para México y copresidente del bufete para la misma práctica en América Latina y el Caribe.
En nuestro Cuestionario LexLatin nos regala su apreciación sobre el derecho y quienes ejercen la profesión.
¿Por qué decidió hacerse abogado?
Fue la mezcla de admiración por colegas, así como mi interés en la regulación tecnológica y comunicaciones en una era en donde la tecnología de información apenas despuntaba como un factor de cambio social y económico. Conforme fui conociendo más del derecho, me convertí en un apasionado de la materia y eso hizo que el derecho, más que un trabajo, se convirtiera en un pasatiempo que disfruto.
¿Puede indicarnos una meta a mediano plazo?
Me encantaría consolidar la mayor y más sofisticada práctica de derecho tecnológico en América Latina y el Caribe. Es todo un reto, pero sé que los clientes lo necesitan y trabajaré de la mano con mis colegas en Dentons para lograrlo.
Como abogado con varios años de experiencia, ¿qué consejo le daría a las nuevas generaciones de abogados?
Creo que algo muy relevante es el tema de desarrollo de negocios. Mucha de la frustración que he presenciado en el crecimiento y avance de las carreras de varios abogados es que se dan cuenta muy tarde que desarrollar clientes es una habilidad no solo útil sino indispensable para sostener un crecimiento de altos vuelos. Creo que todos deberíamos capacitarnos más en ventas y en el desarrollo de habilidades sociales que nos permitan atraer clientes utilizando mucho más que solo el talento jurídico.
¿Cuáles son, según usted, las cualidades más importantes que debe tener un abogado para alcanzar el éxito?
En mi opinión, considero que se trata de una mezcla de talento y conocimiento jurídico, actualización, carisma, mentalidad global, idiomas, capacidad de desarrollo de negocios y, por encima de cualquier otra cosa, capacidad para crear, coordinar y consolidar equipos de trabajo.
Si no fuese abogado, ¿cuál profesión hubiese escogido? ¿por qué?
Me gusta mucho la música, el automovilismo deportivo, el ciclismo y la aviación. Quizá hubiera tomado una ruta profesional en alguno de esos campos. No obstante, he buscado mantenerme cerca de mis aficiones lo más que puedo. De vez en cuanto soy DJ en eventos y bares, de cuando en cuando sigo participando como piloto en competencias automovilísticas, uso mi bicicleta cuanto puedo y, aunque todavía no he obtenido mi licencia de piloto aviador, disfruto mucho volar e, incluso, hacer vuelo acrobático en escuelas especializadas. Creo que no debemos dejar nunca que una sola disciplina nos consuma. Somos, antes que abogados, personas y mientras más talentos desarrollemos, somos más interesantes y educados. Esa formación nos ayudará en todos los planos.
¿Puede indicarnos una película o libro que recomendaría a los estudiantes de derecho?
Un libro que me marcó desde un inicio fue el de Being digital, de Nicholas Negroponte. Es interesante releerlo en 2020 y ver cuán acertadas eran muchas predicciones, pero sobre todo, constatar lo rápido que ha avanzado la tecnología desde 1995, cuando se escribió el libro. Otro referente que suelo recomendar es From good to great, de Jim Collins, creo que nos ofrece una radiografía excelente al momento de estructurar un negocio o equipo de trabajo, aprovechando el conocimiento que hay sobre lo que hace que podamos lograr un desempeño fuera de serie y con clase mundial.
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