El sistema judicial estadounidense: clave de su éxito democrático y económico

En Estados Unidos existe la cultura de seleccionar a los mejores jueces con base en lo intelectual / Pixabay
En Estados Unidos existe la cultura de seleccionar a los mejores jueces con base en lo intelectual / Pixabay
De vez en cuando me pregunto, ¿qué hace que la democracia estadounidense sea tan grandiosa? La respuesta a la que siempre llego es el poder judicial
Fecha de publicación: 15/08/2019
Etiquetas: Poder Judicial, Trump

Soy un inmigrante en los Estados Unidos. Llegué a los 25 años. En total, he vivido aquí 18 años. Nací y crecí en Lima (Perú), una ciudad un poco caótica a la que todavía amo mucho. Amo a los Estados Unidos también. Me encanta el crisol cultural que es y la capacidad que el país te brinda para, incluso como inmigrante, lograr el éxito si trabajas duro. Me encanta su sistema legal, el poder judicial y las instituciones democráticas sólidas que tiene.

 

En los Estados Unidos veo también ahora algunos de los rasgos negativos presentes en el Perú. Miami, la ciudad que adoro y donde crecí como inmigrante, también es caótica. No es comparable al desorden de Lima, pero no es una ciudad perfecta. Igualmente, existe el caos en Washington D.C. también. La corrupción no es ajena a la política estadounidense. Los políticos también se compran aquí, seamos honestos.

 

De vez en cuando me pregunto, ¿qué hace que la democracia estadounidense sea tan grandiosa? La respuesta a la que siempre llego es el poder judicial. EE.UU. tiene, en mi opinión, el mejor sistema judicial del mundo. Los jueces son los guardianes de la democracia.

 

No hay duda de que estos son tiempos difíciles. Tenemos ahora un presidente que, por inexperiencia o intencionalmente, tiene poca consideración por las instituciones democráticas. Un gobernante sin formación jurídica que, probablemente, no comprende bien el concepto de Estado de derecho. Podría decirse, tal vez, que Trump está implementando una buena política económica, dependiendo de tu filosofía política, claro. Sin embargo, en asuntos como la inmigración, la libertad de expresión, los derechos de la comunidad LGTBIQ, cambio climático o política comercial, sus puntos de vista son, en mi opinión, inconsistentes con los valores democráticos que están en los cimientos de una democracia saludable.

 

Es en estos tiempos, quizás, que se ve con mayor nitidez la belleza del sistema democrático americano. Estados Unidos se mantiene firme y fuerte gracias a su sistema judicial. Aquí tenemos un sistema increíble, en el que un juez de un tribunal de distrito federal puede decirle al presidente: “no puedes eliminar la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia” (DACA por sus siglas en inglés) y él tiene que obedecer.

 

Ahora, ¿qué lo detiene? ¿Por qué para? El ejército no va a rodear la Casa Blanca y obligar a Trump a que obedezca, eso no va a pasar. El juez de distrito no le apuntará con un arma en la cabeza. Lo que lo detiene es que, arraigada en la cultura política y judicial, está la firme certeza de que si un juez federal dictaminó que algo es inconstitucional, el deber es cumplir con la orden del juez.

 

El principio de que los jueces federales son los que se encargan de determinar la constitucionalidad de las acciones presidenciales es muy fuerte y domina la cultura. Incluso si estás radicalmente en desacuerdo con la decisión, sabes que cruzar esa línea (desobedecer la orden de un juez federal) tiene consecuencias desastrosas. Tal vez salgas del poder.

 

Cuando tienes un sistema así, tienes una barrera infranqueable. Tienes una democracia con guardianes sólidos, los jueces. Incluso ahora que el partido republicano está medio dormido y tiene miedo a contradecir a su líder, hasta el más rebelde va a estar de acuerdo con que la decisión de un juez federal de distrito es vinculante y debe ser obedecida. Sin eso, la democracia termina, no tiene cimientos fuertes. El poder de los tribunales es lo que marca la diferencia.

 

No tenemos eso en el Perú. Recientemente se conoció que existen audios de un juez de la Corte Suprema vendiendo decisiones. Una corrupción escandalosa en el mismísimo núcleo del poder judicial. No he visto algo así en Estados Unidos. En última instancia, el poder judicial es la joya del americanismo. No lo son ni el ejército, ni el Ejecutivo, ni el Congreso.

 

En el país norteamericano existe la cultura de seleccionar a los mejores jueces con base en lo intelectual. No importa que sea un presidente de derecha o de izquierda el que lo nombre. La competencia intelectual del juez es muy importante en esa decisión. La opinión del Colegio de Abogados Americano es muy importante y pesa mucho en la decisión de nominarlo. Kavanaugh o Gorsuch —recientemente nombrados en la Corte Suprema de EE.UU.— pueden gustar a unos y no a otros, pero será difícil decir que no son intelectualmente brillantes. Creo que en el Perú no tenemos eso. La cultura de elegir a los mejores no está tan arraigada. La selección se basa más en retribución, amistad, influencia política y contactos.

 

He tenido la oportunidad de litigar en la Corte Federal de California un caso relativamente pequeño. La jueza del caso es una intelectual de primer nivel que fundamenta cada decisión que toma en un análisis bien redactado. Decida a mi favor o no, es casi un placer leer sus opiniones desde mi perspectiva como abogado apasionado por la profesión. Cuando un caso, que es solo uno de los miles que tiene un tribunal, recibe este nivel de atención y cuidado, el sistema funciona.

 

La belleza del poder judicial en los Estados Unidos no tiene comparación y es el cimiento fuerte donde se construye su sólida democracia y éxito económico.

 

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