Alessandra Corona: “Lo que me une al derecho, más allá de la firma, es la grave crisis institucional de Venezuela”

Alessandra Corona apuesta por desarrollar su carrera a largo plazo en Venezuela / Fotolia
Alessandra Corona apuesta por desarrollar su carrera a largo plazo en Venezuela / Fotolia
La asociada de ARAQUEREYNA cree que las circunstancias obligan a los jóvenes a formarse en el exterior para adquirir las herramientas que ayuden a reconstruir Venezuela
Fecha de publicación: 19/07/2019

Alessandra Corona es una asociada forjada en ARAQUEREYNA desde los 19 años, etapa en la que entró a trabajar como asistente legal. Estaba en tan solo su segundo año de carrera cuando comenzó a desempeñarse directamente con la socia directora, Maripi Viso. Se graduó y comenzó su etapa como abogada. Como cualquier profesional joven, tiene la mirada puesta en las experiencias que puede vivir en el exterior (pronto comenzará una maestría en Harvard), pero su horizonte es siempre Venezuela y mejorar el país a través del derecho.

Nos lo cuenta en La firma y los millennials.

—Según su perfil de LinkedIn, egresó como abogada por la Universidad Católica Andrés Bello en 2018. Es una fecha bien reciente, ¿cómo ha sido este primer año fuera del mundo académico?

Alessandra Corona / Cortesía
Alessandra Corona / Cortesía

—Muy distinto a lo que esperaba. Como estudiante no me imaginaba el día a día tan ajetreado. Hay muchos clientes que requieren cosas para el mismo día o al día siguiente, obligándote a estar activa 24/7. Tampoco imaginaba lo mucho que un abogado comparte con sus colegas. Al estar todo el día en la oficina tus compañeros de trabajo se convierten en tus amigos, o al menos así es en ARAQUEREYNA.

Sin embargo, creo que haber trabajado como asistente legal por tres años en la firma ayudó mucho a facilitar mi desempeño como profesional. Me preparó para saber desde joven cómo tratar con los clientes, me ayudó a saber trabajar en equipo, pero sobre todo facilitó que esa transición de estudiante a abogada fuese llevadera y no tan fuerte en comparación con otros compañeros que nunca habían trabajado en la carrera.

—¿Por qué se decidió por el departamento de corporativo y público?

—Porque creo que se complementan y me ayudan a ser una mejor profesional, una abogada integral. Como abogada corporativa he aprendido a realizar restructuraciones corporativas, a redactar contratos complejos de todo tipo y en general a poder asesorar una empresa. En cambio, en el departamento de derecho público me he adentrado más en lo relacionado con el Estado y todas sus instituciones.

El derecho corporativo me ha ayudado a ser más estructurada cuando trato temas de derecho público, especialmente cuando se relacionan con empresas. El derecho público me ha ayudado a ser más crítica al momento de redactar estos contratos, a adelantarme a posibles litigios, sobre todo cuando de alguna forma se relacionan con entes estatales.

—¿En qué aspectos ha cambiado su visión de la profesión legal desde que ingresó en ARAQUEREYNA? ¿Es trabajar en una firma tal y como lo imaginaba?

—Ha cambiado totalmente. Como estudiante, imaginaba la profesión como la plasman en las series y películas de televisión. Nunca había entrado a una firma de abogados hasta que entré a las oficinas de ARAQUEREYNA. Como asistente legal me di cuenta de que nada es como lo muestra la televisión, ni como lo describen los profesores universitarios. Es un trabajo complejo, que requiere mucha dedicación y que siempre debe estar enfocado en las necesidades del cliente.

Otro aspecto que nunca imaginé es lo mucho que las firmas ofrecen a sus abogados, han superado mis expectativas. He tenido la oportunidad no solo de crecer en lo profesional, sino que han apoyado mi formación académica. He podido hacer un posgrado en Mercado de Capitales, así como viajar para cursos de formación como los de la Escuela de Uría-PPU. El despacho busca que sus profesionales estén en constante desarrollo y superación, impulsándolos a ser mejores profesionales.

—¿Cuáles son sus metas en este momento?

—Mi meta dentro del despacho ha cambiado a lo largo de los años. Tan pronto llegué y conocí el despacho y a sus profesionales, decidí que era aquí donde quería desarrollar mi vida profesional. Cuando era asistente legal mi meta al graduarme era ser parte del bufete como abogada. Ahora que ya lo hice, mi meta es seguir creciendo y escalando para algún día ser socia y parte del Comité Ejecutivo.

—¿Se ve en Venezuela a largo plazo o le gustaría explorar otros lugares con la profesión?

—Esta pregunta es muy difícil de responder. Desde que comencé a estudiar, mi meta siempre fue formarme y ejercer en mi país. Ahora bien, creo que las circunstancias obligan a los jóvenes profesionales a querer formarnos en el exterior, al menos por un tiempo, con miras a adquirir las herramientas necesarias para volver a reconstruir el país.

De hecho, este año fui aceptada como becaria de la Universidad de Harvard para realizar una maestría en Derecho. Mi meta ahora es formarme en esta prestigiosa universidad y aprender todas aquellas cosas que harán que el derecho en el país mejore y que la firma crezca.

—¿Cuáles son sus herramientas de tecnología legal favoritas? ¿Cómo le ayudan en el desempeño de su trabajo?

—Mis favoritas son Microjuris, Lexcomp y Widú Legal. En Microjuris y Lexcomp conseguimos toda la normativa vigente hoy en día, las derogadas, etcétera. Permite hacer un historial de cada una, lo que ayuda considerablemente con todos los casos que lleva el despacho.

Por otro lado, soy fanática de Widú Legal, la plataforma que desarrolló y apoya ARAQUEREYNA. No solo alberga muchísimos documentos para los abogados, sino que provee información útil para los casos y los clientes en su área de Guías Widú. Allí se explican procesos, contratos y trámites que se utilizan constantemente en un lenguaje sencillo y poco técnico, algo que a veces nos cuesta como abogados.

—¿Qué le une al derecho más allá de la firma? ¿Dedica su tiempo libre a cosas que tengan que ver con la profesión de abogada?

—Desde muy pequeña he visto el derecho como un pilar fundamental para el desarrollo de una sociedad y de un país. Lo que me une al derecho, más allá de la firma, es la grave crisis institucional de Venezuela, que creo, en parte, se ha agravado por sus débiles bases jurídicas. Confío en que si los jóvenes profesionales nos formamos en nuevas tendencias y avances en el mundo del derecho, podremos crear un cambio tangible en Venezuela. 

Es por eso que dedico parte de mi tiempo libre a cosas que tengan que ver con la profesión. Desde realizar estudios de postgrado a hacer cursos en plataformas como Coursera y leer libros.

—¿Qué sinergias se pueden producir entre el abogado latinoamericano y el abogado anglosajón? ¿Qué tiene uno que aprender del otro?

—Se pueden producir innumerables sinergias. Principalmente, creo que el latinoamericano puede aprender mucho del pragmatismo del abogado anglosajón, para hacer más eficiente sus procesos y asesorías. Asimismo, creo que el anglosajón puede aprender acerca de la relación cercana que los abogados latinoamericanos tienen con sus clientes, en la que el abogado no es tan frío y distante como en otros países.

—¿Qué habilidades que no se aprenden en la escuela de derecho necesita el abogado de hoy?

—Principalmente hay dos cosas que no te enseñan. La primera es la relación con los clientes. En las escuelas de derecho venezolanas, los profesores no suelen hacer referencia a la relación entre el cliente y el abogado. Es un aspecto fundamental pero olvidado por muchos profesores. En las aulas deberían enseñarse aspectos como el trato con los clientes, cómo llevar reuniones e incluso cosas tan básicas como hacer una propuesta de honorarios.

La segunda es cómo adaptarse. Los abogados trabajamos sobre la marcha. Las circunstancias, las legislaciones e incluso los procedimientos pueden cambiar en el desarrollo de un caso, sobre todo en un país como Venezuela. Creo que es importante enseñarle a los estudiantes de derecho formas de tratar con estos cambios e incluso cómo ser resilientes ante los mismos.

—¿Qué es lo que más une y lo que más separa a su generación de los socios en la firma?

—Lo que más nos une es el deseo de ser mejores profesionales y aportar al despacho y al país. Tenemos una meta común clara y cada uno, dentro de nuestros espacios, buscamos formas de alcanzarla e impulsarnos.

—¿Qué opina de la mentoría? ¿Hay algún abogado o abogada que actualmente considere como su mentor o referente en la profesión?

—La mentoría en ARAQUEREYNA es impecable. De hecho, fue una de las cosas que más me impresionó cuando me uní al despacho. Lo único que sabía de las firmas de abogados era lo que veía en la televisión o escuchaba entre mis compañeros de clases; cosas como que los asistentes traen café o que únicamente hacen trabajos mecánicos, entre otros. Sinceramente, eso era lo que esperaba.

No imaginan mi sorpresa cuando, con solo 19 años, y en mi segundo año de carrera entré a trabajar directamente con la socia administradora, Maripi Viso. Creo que en el despacho todos los asistentes legales están expuestos al trabajo de los abogados desde muy jóvenes, lo que en mi experiencia ayudó a un mejor desempeño no solo en el ámbito profesional, sino también en el académico.

Con respecto a los mentores, sería imposible definir a algún abogado o abogada en concreto. En mis cuatro años en la firma muchos me han forjado en distintas etapas. De cada uno he aprendido una herramienta esencial para mi desarrollo profesional. Mi equipo me motiva a prepararme, a buscar formas innovadoras de ayudar al despacho y al país pero, sobre todo, me inspira a ser mejor profesional y persona cada día.

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