Marcela Chacón, abogada costarricense, cuenta con una trayectoria excepcional en el ámbito diplomático, corporativo y de relaciones internacionales. Actualmente, dirige las relaciones de Bayer con Naciones Unidas y cuenta con más de 25 años de experiencia en el sector público y privado. Se ha desempeñado en entornos especialmente desafiantes para las mujeres, como los altos cargos de seguridad pública y gobernanza en Costa Rica, además de formar parte de juntas directivas de importantes organismos globales. Su historia es la de una profesional que se abre paso con determinación y visión estratégica en las estructuras tradicionales de sectores dominados por hombres.
A lo largo de su carrera, ha sido testigo y protagonista de la evolución del rol de las mujeres en ámbitos de toma de decisión, y ha trabajado activamente en la construcción de espacios más equitativos en gobiernos y empresas.
En entrevista con LexLatin, Chacón nos comparte una colección de retos superados, lecciones aprendidas y su visión sobre el rol del liderazgo femenino en la transformación de nuestras sociedades. Desde sus inicios como abogada, hasta el papel que desempeña actualmente en el sector corporativo, Marcela Chacón sincera sus perspectivas sobre los desafíos estructurales que aún persisten y el camino que queda por recorrer.
Para las abogadas que hoy inician su carrera en un mundo cambiante y altamente competitivo, sus palabras no son solo un testimonio inspirador, sino también una guía sobre cómo navegar la incertidumbre y construir un futuro profesional con propósito y resiliencia.
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LexLatin: ¿Cuáles han sido los hitos más significativos de su trayectoria?, ¿qué desafíos le ha parecido que enfrentó solo por ser mujer y que quizás un hombre no hubiera enfrentado?
Marcela Chacón: A lo largo de mi carrera, en efecto, he transitado por diversos sectores: el público, el privado, la diplomacia en seguridad y ahora en temas corporativos. Ha sido una vida cualquier cosa menos aburrida.
Creo firmemente que cualquier mujer que diga que no ha sufrido desventajas por razón de su género no está diciendo la verdad. Todas, en alguna medida, proporción o momento de nuestra vida hemos sido consideradas menos aptas, con menos tiempo o menos capaces por ser mujeres. Me enorgullece ver cómo las que nos precedieron fueron abriéndonos camino, consiguiendo el derecho al voto y creando espacios en organizaciones como cámaras empresariales y a nivel gubernamental. Sin embargo, aún no hemos llegado al punto donde deberíamos estar.
En mi caso, enfrenté varios obstáculos, especialmente cuando trabajé en temas de seguridad como viceministra de Seguridad Pública y viceministra de Gobernación y Policía. Fue difícil ganarme la confianza de las fuerzas policiales: llegué a una posición de liderazgo donde debía trabajar directamente con los jerarcas de los organismos policiales y, en algunos casos, con el agravante de ser más joven que muchos de ellos.
Ese proceso fue complicado en ocasiones. Tuve que demostrar mis habilidades, el doble de lo normal, para que pudieran ver que estaba a la altura de la toma de decisiones dentro del ministerio.
La segunda vez fue más sencilla porque Gobernación y Policía y Seguridad Pública van de la mano, lo que facilitó la transición. Pero inicialmente, llegar a un ámbito históricamente dominado por hombres en un país latinoamericano que, a pesar de que Costa Rica ha roto muchos parámetros de inequidad, sigue presentando desafíos. No fue fácil.
Lo que más disfruté fue poder compartir con las mujeres policías y realizar pequeños cambios que representaron grandes mejoras para ellas. Cambios aparentemente simples pero muy significativos, como adaptar los uniformes policiales a la medida del cuerpo femenino, desde el zipper del pantalón hasta la forma de las chaquetas, para que pudieran sentirse cómodas. También nos aseguramos de que hubiera baños diferenciados para mujeres en todas las delegaciones policiales. Estas pequeñas acciones marcaron la diferencia en las vidas de estas mujeres que diariamente arriesgan su vida por nosotros, lo cual fue muy satisfactorio para mí.
En el ámbito corporativo la experiencia es diferente, especialmente en una empresa con presencia global como en la que trabajo hoy.
La multiculturalidad ha permitido que esas inequidades sean menores, contando con departamentos de recursos humanos conscientes de la necesidad de eliminar disparidades salariales y de oportunidades. Aunque el camino ha sido más sencillo en este entorno, todavía se observan sesgos en algunos lugares. Por eso sigo trabajando en estos ámbitos, para que las generaciones futuras, como la de mi hija, encuentren un camino más despejado.
En su experiencia, ¿cómo cree que se deben abordar los múltiples desafíos estructurales de equidad de género y qué papel podrían jugar los organismos internacionales en este proceso?
Marcela Chacón: Mientras no seamos más eficaces al evitar los embarazos adolescentes, los embarazos no deseados, los abortos en condiciones insalubres y la inequidad en oportunidades de estudio y empleo de las mujeres; mientras no podamos asegurarnos de que nuestras mujeres en América Latina tengan las oportunidades que merecen, estaremos muy lejos de corregir esos desafíos.
No es solamente pensar en un cambio al interior de un esquema corporativo o un esquema gubernamental, sino pensar más allá, en el panorama cultural. Es un tema de cultura. Y esto nos llevaría no sé cuántas décadas lograr alcanzarlo, pero si lo empezáramos hoy, ya sería ganancia.
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La equidad debe estar inculcada en los niños desde su primera infancia, desde el momento en que van a la guardería, al kinder, para que puedan ir asimilando estos principios. Que puedan ir entendiendo cómo tenemos los mismos derechos y las mismas oportunidades tanto hombres como mujeres, independientemente de nuestro color, de nuestra posición social, del lugar donde nos encontremos.
Somos seres humanos exactamente iguales, con capacidades algunas veces distintas, con nuestras particularidades de género, pero como seres humanos debemos tener los mismos derechos. Me parece que este es un trabajo que hay que llevar a cabo muy de cerca, por ejemplo, con los ministerios de educación en nuestros países, que sea parte de todos los programas de educación desde la primera infancia y que eso vaya acompañando a los niños hasta que terminen la escuela secundaria, al menos.
Con esto, ya dentro de su madurez y del aprendizaje que han tenido a lo largo de los años, se les permitirá ir creando cambios sociales, estructurales y culturales en los cuales la inserción de las mujeres al mercado laboral, a las áreas de estudio, a lo que ellas quieran hacer, sea mucho más sencillo.
En ese sentido, los organismos internacionales han ido marcando un precedente en términos de mayor participación y liderazgo femenino. Sería maravilloso que el próximo Secretario General de Naciones Unidas no solo fuera mujer, sino que fuera de América Latina, lo cual representaría para nosotros un hito histórico como latinos.
Ya que hablamos de desafíos inaplazables, y a propósito de su experiencia como representante de una multinacional ante un organismo multilateral, ¿cómo conciliar los intereses de firmas de abogados y empresas con el bienestar colectivo?, ¿cómo, desde las empresas, se puede mantener un sano equilibrio entre la expectativa de utilidades y el compromiso con el bien mayor?
Marcela Chacón: Lo que yo he visto desde mi experiencia es que las empresas serias y las empresas grandes buscan ir adoptando los diferentes Objetivos de Desarrollo Sostenible que están asociados con su negocio. Esto no ocurre solo porque existe una conciencia cultural empresarial de que así debe ser, sino también porque es un buen negocio.
Es un buen negocio, por ejemplo, para Bayer hacer un mejor uso del agua, un uso más eficiente del agua, porque si no hay agua no se puede sembrar en los campos, y si no se puede sembrar, no podemos vender las semillas ni los productos de protección de cultivos. En definitiva, es todo un círculo virtuoso donde la protección, el cumplimiento y el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible vienen a incidir de forma directa en el giro del negocio de cualquier empresa seria.
¿Cómo evalúa el actual marco jurídico que regula la participación del sector privado en iniciativas globales?
Marcela Chacón: Esa es una excelente pregunta, porque en algunas oportunidades agencias de las Naciones Unidas hablan de la necesidad de la integración del sector privado, de la academia, de las ONGs en la toma de decisión. Pero, a decir verdad, una vez que llega el momento de sentarse alrededor de la mesa, cierran la puerta y se trabaja únicamente a nivel estatal.
Vemos otras agencias que son mucho más abiertas y que por eso consiguen tener grandes éxitos. Por ejemplo, la Convención de Naciones Unidas para combatir la desertificación y la sequía (CNLUD). Tienen un capítulo dedicado exclusivamente a la participación del sector privado, mano a mano con los estados, con ONGs y con la academia, para poder hacer frente al problema de la escasez de agua y de la degradación de las tierras.
Hay algunas agencias que podemos tomar como verdaderamente ejemplarizantes de lo que es sentarse alrededor de la mesa todos los actores relevantes para poder hacerle frente a un tema, pero hay otras que continúan siendo de la vieja escuela, como digo, donde creen que las cosas pueden resolverse solo a nivel estatal únicamente. Después imponen las decisiones al resto de las personas y de las partes o sencillamente lo que hacen queda en letra muerta porque no llega a implementarse. ¿Por qué? Porque en muchas ocasiones no puede implementarse.
En los países latinoamericanos no contamos con los presupuestos suficientes para poder hacerle frente a los diferentes retos que estamos enfrentando en materia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Necesitamos traer definitivamente al sector privado y a la academia para trabajar todos juntos. Ojalá traer también a las ONG´s, para buscar una implementación que sea completa en toda la población de nuestros países. Es que nuestros gobiernos no cuentan con los recursos suficientes para cumplir con los compromisos. Tenemos recursos súper limitados, y tenemos que decidir, como dirían, en cuál canasta vamos poniendo los huevitos y a veces no nos alcanzan los huevos para todas las canastas que tenemos.
Veamos un ejemplo muy sencillo, muy reciente y que todos vivimos: la pandemia. ¿Qué pasó en América Latina? Los gobiernos tuvieron que tomar los presupuestos que estaban destinados probablemente a asuntos relacionados con infraestructura vial, con educación, con otro montón de cosas y destinarlos de manera urgente a atacar una pandemia porque se estaba muriendo la gente. Teníamos que comprar las vacunas y poder tener en fila a la gente o establecer hospitales móviles para darle atención a aquellos que estaban ya en una condición de salud muy comprometida.
Desatendimos así un montón de áreas y en este momento estamos pagando la factura. ¿Qué va a pasar en cinco, siete años con la población que actualmente tiene entre 12 y 15 años, que en ese momento tenían entre 5 y 7 años, que aprendieron a distinguir a la gente con mascarilla únicamente con sus ojos, que aprendieron que el entretenimiento estaba entre cuatro paredes y no corriendo en la calle cayéndose y raspándose las rodillas en interacción con otros niños de su edad, y que están creando una generación de personas mucho más aisladas, mucho más egoístas, únicamente por una cuestión exógena, una pandemia que nos obligó a todos a estar encerrados dentro de nuestras casas?
¿Cuánto no aumentó la violencia intrafamiliar? ¿Cuánto no se deterioraron los índices de educación? Un chiquillo de siete o nueve años no va a aguantar estar conectado en una pantalla recibiendo clases. Está viéndote, pero la mente anda por otro lado. Y eso nos lo va a cobrar la vida en unos pocos años, cuando estos jovencitos lleguen a ser adultos, porque no aprendieron a compartir porque las circunstancias se lo impidieron, y donde los gobiernos no podían hacer más de lo que hicieron. Necesitamos que más actores se involucren en las soluciones.
La paradoja es que parece que estamos echando reversa al proceso de globalización y de acuerdos que se fue consolidando en los últimos 80 años. Las amenazas existenciales de la humanidad van más allá de las fronteras, pero experimentamos en muchos lados una tendencia a un populismo aislacionista que debilita a las organizaciones multilaterales y a los esfuerzos de las empresas para contribuir a la Agenda 2030, ¿cómo visualiza el futuro de la cooperación internacional desde esta coyuntura?
Marcela Chacón: Bueno, la situación geopolítica es compleja, considerando las grandes guerras y confrontaciones bélicas y comerciales que hay en diferentes latitudes del mundo. Me parece que a raíz de todo lo que estamos viviendo, las economías emergentes van a tener un rol preponderante en los próximos años. Me atrevería a decir que India, China, Brasil, Japón, tal vez la Unión Europea, que ahora veo consolidándose más en cuanto a sus posiciones, podrían convertirse en aliados estratégicos no solo para los mercados, sino también para todos los temas de investigación científica, desarrollo, investigaciones clínicas y colocación de productos. Existe una gran posibilidad de que todo lo que se considera el "Global South" vaya a tener ahora una importancia mucho mayor.
En este momento Brasil juega un papel importantísimo, y ahora tendremos la COP 30 allí, donde confluirán los mayores actores globales en temas de cambio climático, que al fin y al cabo tienen una incidencia directa en agricultura, salud, economía y energías. De ahí podrán surgir iniciativas positivas que se implementarán en los próximos años, porque estamos en un momento en el cual el liderazgo empresarial y privado en términos ambientales a veces se impone al liderazgo político, inmerso en su confusión y en liderazgos de un mundo que no es el mismo que se fue desarrollando en los pasados 80 años.
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El rol de la empresa privada y de las grandes multinacionales es contribuir a un futuro en el cual cada vez hay menos razones para el optimismo, sobre todo en materia climática. Hay unos compromisos para el 2030 que no parece que lleguemos a cumplir. No se van a alcanzar muchos de los objetivos, empezando por el límite de 1.5 grados Celsius, que ya sobrepasamos.
Ahora lo que corresponde es buscar cómo lograr una adaptabilidad a este cambio climático que ya tenemos. El sector privado y las grandes multinacionales tienen que jugar un papel muy importante de ahora en adelante, tendiendo puentes con autoridades gubernamentales y con la academia. Es fundamental ahora más que nunca acelerar todos los procesos de investigación y desarrollo para obtener en el corto plazo, por ejemplo, cosechas resistentes a la sequía y a diferentes tipos de plagas que se generarán con todo este cambio climático. También debemos considerar las ondas de calor que afectan la salud: ¿cómo logramos prevenir que afecten a una mayor cantidad de personas?
Por ejemplo, en el pasado se hablaba de la nefropatía mesoamericana, ahora conocida como enfermedad renal crónica, que originalmente estaba circunscrita a países entre el sur de México y Panamá, más o menos por las condiciones climáticas. Había personas, particularmente quienes trabajaban en el campo, que sufrían esta enfermedad derivada de la deshidratación y falta de cuidados preventivos. A raíz del aumento de temperatura en el mundo, vemos cómo esta enfermedad se ha extendido ya hasta Estados Unidos, Suramérica, Europa, Vietnam, Sri Lanka y muchos países más.
¿Cómo hacemos para usar eficientemente el agua y no agotar los escasos recursos que tenemos? ¿Cómo evitamos que la frontera agrícola siga creciendo y devastando los bosques, que al fin y al cabo son las zonas que nos seguirán proporcionando el agua fresca que tenemos en el mundo? Todos estos se vuelven temas de discusión sumamente interesantes y relevantes que deben ser abordados, no solo a nivel corporativo, donde la toma de decisión es mucho más rápida. Las empresas tienen que jugar ese papel importantísimo de tender puentes con los países para que, de forma unida, se pueda hacer frente a todos los diferentes retos que estamos enfrentando.
¿Qué consejo le daría a una joven que hoy se gradúa como abogada, que tal vez admire tu trayectoria y aspire a seguir un camino similar? ¿Qué recomendaría específicamente a una joven abogada que no solo debe enfrentar el esquema patriarcal tradicional, sino también esta volatilidad en una profesión que era conservadora pero que ahora navega en aguas turbias? ¿Cómo prepararse para un futuro donde no sabemos con certeza qué haremos los abogados en 10 años, qué funciones permanecerán y cuáles se automatizarán?
Marcela Chacón: Yo le diría a esta mujer lo mismo que le digo a mi hija siempre: primero, no se detenga, siga para adelante, que no le corten las alas, porque nacimos para volar.
Lo segundo: nunca dejen de estudiar porque es importantísimo mantenerse actualizado. Si quieren continuar dentro de la profesión, las actualizaciones son fundamentales. Si quieren cambiarle el enfoque a su trayectoria, como es mi caso, hay que seguir estudiando. Hay que seguir preparándose, porque lo que aprendimos hace cinco, 10 años está totalmente obsoleto y con la cantidad de información que recibimos a diario, la obsolescencia es aún mucho más rápida.
Hay que participar en todas las actividades que uno pueda y donde tengan interés. Llámese una cámara empresarial, llámese el Colegio de Abogados en alguna de sus comisiones en cualquiera de los países, en grupos comunitarios de trabajo voluntario. No se dejen atrás, no se consideren menos y sigan siempre para adelante.
A mí me parece que todas en algún momento nos hemos planteado si vale la pena seguir en lo que estamos haciendo. Por supuesto que vale la pena: estamos haciendo un cambio en las vidas de otras personas. Y lo que yo siempre digo, y me gusta cerrar así siempre en mis entrevistas, es que si con nuestro trabajo diario logramos cambiar la vida de una persona, solo una, todo ese esfuerzo habrá valido la pena.
¿Es la posibilidad de que amplifique el liderazgo femenino en los gobiernos y las empresas el mejor pretexto que tenemos al alcance para tener motivos de esperanza?
Marcela Chacón: Yo creo que sí por un sinfín de razones. Incluso por el hecho de que culturalmente nos han hecho ser mucho más comprometidas porque sabemos que tenemos que lograr los objetivos. Tradicionalmente en los matriarcados antropológicos, la mujer tenía que asegurarse de que efectivamente estuviera todo sembrado para alimentar a su familia. Es un compromiso que tenemos. Más mujeres en puestos de poder, no solo a nivel de gobierno, sino también a nivel corporativo, en los gobiernos corporativos, va a generar ese cambio que todos necesitamos.
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