A dos años y cinco meses del inicio de la guerra de Ucrania, el fin del conflicto no se vislumbra. El mercado legal local ha cambiado sustancialmente y Timur Bondaryev, socio fundador y managing partner de Arzinger, uno de los bufetes de abogados más grandes del país, habla sobre cómo han manejado la difícil situación desde una perspectiva de gestión humana, velando por el bienestar del equipo y llevando a cabo una reingeniería de la firma y sus servicios.
We also have this article in English: Timur Bondaryev; The war in Ukraine from the battalion of a law firm
Con cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), el portal Statista reportó que hasta el 15 de febrero de 2024 han habido 30.457 víctimas civiles durante la invasión rusa de Ucrania, de las que 10.582 han sido mortales. Acnudh precisó, sin embargo, que las cifras reales podrían ser mayores.
Este portal ha reportado, además, que la guerra ha dejado cerca de 5 millones de refugiados, que ahora viven —principalmente— en Rusia, Alemania, Polonia, República Checa y el Reino Unido. Las pérdidas económicas son considerables: de acuerdo con Economics Observatory, publicación británica, la economía ucraniana ahora es apenas una fracción de lo que fue antes de la guerra. En el primer año del conflicto, el país perdió entre el 30 % y el 35 % del PIB.
La pobreza en el país se disparó del 5,5 % de la población al 24,2 % en 2022, según el Banco Mundial. Visto desde otra perspectiva, de una población de 32 millones de personas en 2022, la guerra ha empujado a 7,1 millones más a la pobreza, deshaciendo 15 años de progreso.
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¿Es posible prepararse para una guerra?
“Sabíamos lo que se avecinaba, había varias alertas y teníamos la información proporcionada por la inteligencia británica y estadounidense. Salió en todos los medios de comunicación. Simplemente no se podía ignorar [el hecho de que] el ejército ruso se encontraba en la frontera”, indica Timur Bondaryev.
“Esperábamos que si sucedía algo, sería en la parte oriental del país. Nadie podría haber predicho que atacarían Kiev. Bajo cualquier estándar de atrocidad, esto fue inesperado. Nuestro escenario más arriesgado era que llegaran al norte de Ucrania y que, incluso si llegaban a Kiev, nunca llegarían a la parte occidental de Ucrania. Y esto fue justo lo que ocurrió”, agrega.
La firma se preparó de la mejor forma que pudo: alquilando propiedades en la parte occidental del país para los miembros del equipo que lo necesitaran, además de capacitar al personal sobre cómo reaccionar en caso de estallar una bomba, quedarse sin casa, ser herido, etc, además de disponer de reservas en efectivo, habida cuenta del potencial colapso del sistema financiero local.
“La gente empezó a marcharse poco antes de la invasión. Algunas personas empezaron a irse mucho antes”, indicó Bondaryev. Luego “empezamos a experimentar grandes problemas con la electricidad, apagones, y la gente empezó a comprar generadores… Creo que han bombardeado cerca del 90 % de las instalaciones de generación del país. Eso significa que incluso ahora, antes del invierno, tenemos apagones y 8, 10 y 12 horas al día sin electricidad”.
Sin embargo, Bondaryev no se amilana y le busca la vuelta a la situación, aduciendo que ‘aprendes a convivir con los problemas’.
“Por ejemplo, nos hemos acostumbrado a no encender el aire acondicionado porque tenemos que ahorrar electricidad. Es como un 'acuerdo social' en el país en el que tenemos que racionar la luz y ya, todo el mundo lo entiende”.
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Metamorfosis
La pandemia sirvió como antesala para la guerra, reflexiona Bondaryev. “Aprendimos mucho trabajando de forma remota (…) Otra lección muy importante fue la importancia de la salud mental. El hecho de que las personas estuvieran en condiciones de aislamiento, donde no podían salir de sus hogares, afectó su bienestar. Se les privó de una vida social normal, no podían comunicarse y fue entonces cuando empezamos a sentir que esto estaba mal. La gente empezó a perder habilidades de comunicación”.
Pasado el shock del COVID-19, vino la invasión. “Durante la guerra, tu experiencia diaria es completamente inesperada: amenazas de muerte por todas partes, posibles ataques con bombas, noches de insomnio. La gente no puede dormir por la noche y está exhausta por la mañana. Además de eso, no sabes qué pasará mañana. Tu sentido de previsibilidad ha desaparecido... Hablas con alguien y sabes que la casa se cayó y esa persona ya no existe. Quedas con alguien para tomar un café y luego la persona no aparece y descubres que acaba de morir”, confiesa.
“En la calle, la policía militar llamó a una persona y le dijo que iba al frente. No ves a tu familia porque muchas familias han estado viviendo separadas. Por ejemplo, envié a mi familia a Viena durante los primeros días de la guerra y, de hecho, regresaron seis meses después. Pero algunas personas no han podido ver a sus familias por una razón u otra, no podían viajar, no tenían dinero para viajar ni nada más”.
Para apoyar a su personal, la firma implementó una “línea directa psicológica”, a través de un acuerdo con una empresa especializada en servicios psicológicos.
“La gente puede llamar en cualquier momento y hablar sobre sus problemas. Ha sido muy útil y ha habido mucha demanda”, comentó Bondaryev.
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Predicando con el ejemplo
Al inicio de la guerra la firma logró ubicar alrededor de 40 profesionales en firmas miembro de su red de amigos en varios países del mundo. “Mucha gente decía ‘no sabemos qué hará él o ella, ya que no es un abogado calificado finlandés, austriaco, alemán o lo que sea. Pero envíalo. Años después estas mismas personas dicen: ‘Timor, ¿tienes más de estas personas? Son tan buenos’.
Y para quienes se quedaron en el país, entre ellos las y los miembros del equipo directivo y las y los socios de la firma, era importante —tanto desde el punto de vista simbólico como práctico— enviar el mensaje de que “aquí seguimos, en las buenas, en las malas y en la guerra también”.
“Esto ha subido nuestra moral internamente... Imagina que eres un asociado sentado en algún lugar refugiándose, trabajando en el asunto de un cliente y los socios te llaman desde algún lugar lejano, sanos y a salvo, diciendo 'oye, ¿qué pasa? ¡No vamos a cumplir con el deadline! Sí, ¡pero estoy sentado en un refugio y acaba de caer una bomba a la vuelta de la esquina!”, reflexiona.
Bondaryev cuenta que —a medida que se desarrolló la crisis— el trabajo empezó a regresar. “Como una de las firmas de abogados más grandes del mercado, la mayor parte de nuestro trabajo es de carácter internacional. La mayoría de los clientes internacionales que siguen haciendo negocios en Ucrania, los que estaban aquí antes de que comenzara la guerra, entienden que es solo una cuestión de tiempo, que la guerra terminará y simplemente se mantienen firmes”, indicó.
La mayor parte del trabajo, revela, se concentra en transacciones de ‘oportunidad’: adquisición de activos a precios muy bajos o como estrategia de hedging de las empresas, debido a las restricciones bancarias impuestas por el gobierno, que imposibilita la repatriación de capitales.
El otro tipo de trabajo en el que se han enfocado, cuenta Bondaryev, corresponde a sanciones, delitos de cuello blanco, arbitrajes (impulsado por daños a la infraestructura). “Estamos hablando de cientos de miles de millones de dólares en daños a Ucrania”, indica.
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El patriotismo como estrategia de captación y retención de talento
Como consecuencia de lo anterior, y al hilo de una tendencia global, captar talento legal en Ucrania es cada vez más complicado. La guerra, por otro lado, solo ha acentuado el problema. El bufete, sin embargo, vio una oportunidad.
“En 2014, tras la anexión de Crimea, nuestra firma tomó la decisión de no trabajar con clientes rusos. Hubo algunas excepciones en las que trabajamos con algunos inversores privados rusos que dejaron Rusia hace muchos años (...) Hemos abandonado a los principales grupos oligarcas y a todas las empresas estatales. No queríamos trabajar con ellos. Logramos reestructurar el portafolio de clientes y, cuando comenzó la guerra, no teníamos ninguna exposición a clientes rusos (...) Ese no es el caso de otras importantes firmas de abogados ucranianas, donde hasta el 75 % de sus carteras corresponden a clientes rusos, y no rusos cualquiera, sino rusos realmente tóxicos”, revela.
Aparte de lo que se avecinaba en términos de sanciones internacionales, hay un tema patriótico: “Imagínate que la guerra acaba de comenzar. Un familiar está en primera línea y eres abogado, te piden que emitas una opinión legal para una empresa estatal rusa. ¿Puedes creerlo?”, se pregunta.
Adicionalmente, la firma ha adelantado diferentes proyectos pro bono, entre los que destaca la asesoría legal a los familiares de los soldados caídos en Ucrania, para obtener una compensación después de su muerte.
Sobre el futuro, Bondaryev se muestra convencido de que “los proyectos realmente grandes solo reiniciarán cuando termine la guerra, por lo que nos estamos preparando”, comenta. Y no solo lo hace desde el punto de vista profesional.
“Muchas familias han estado viviendo separadas, ha sido una prueba muy dura (...) Hemos visto un enorme aumento en los divorcios, por ejemplo. Pero también ha sido una gran prueba de resiliencia. Es una carga psicológica enorme para una familia vivir separada. ¿Pero qué puedes hacer? Desafortunadamente, esperar lo mejor, un cambio. Ahora lo principal es derrotar a Putin y entonces la vida mejorará”, remata.
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