¿Por qué quise ser abogada?

La sociedad nos obliga a ser camaleones, a retarnos, incomodarnos. / Brooke Cagle.
La sociedad nos obliga a ser camaleones, a retarnos, incomodarnos. / Brooke Cagle.
En suma, el verdadero reto de nuestra profesión está en enfrentarnos a lo desconocido.
Fecha de publicación: 23/09/2024

Para ser grandes abogadas y abogados debemos cuestionarnos todos los días qué nos mueve para hacer lo que hacemos. 

¿Por qué quieres estudiar derecho? Esa es una de las preguntas de la entrevista para entrar a la universidad y empezar nuestra carrera de derecho. La gran mayoría de nosotros respondemos con gran seguridad y de manera contundente que la razón por la cual queremos estudiar derecho es porque nos mueve un propósito mayor: servir a la sociedad. 

Durante los cinco años de la carrera de derecho batallamos con un sinfín de pensamientos. Nos cuestionamos si elegimos la carrera adecuada, si nos gusta el derecho público o el derecho privado, si queremos ejercer nuestra carrera o si queremos aventurarnos y seguir un camino diferente. Nos enseñan a leer perfectamente la ley, las normas y la jurisprudencia, y empezamos a sentirnos cómodos con los casos a los que se ha enfrentado nuestra profesión durante años y que parecieran tener siempre el mismo desenlace.


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Una vez superados los obstáculos de una carrera completamente desafiante, nos preguntamos si estamos listos para salir y ejercer nuestro título que tanto nos costó conseguir, si estamos listos para evolucionar y renovarnos constantemente como profesionales de la abogacía. Es ahí donde nos volvemos a encontrar con ese propósito mayor que nos llevó a escoger la abogacía, y nos preguntamos a nosotros mismos, ¿ahora cómo voy a servir a la sociedad? Y en ese instante, comienza el verdadero camino para ser grandes abogadas y abogados.

En nuestro rol profesional nos enfrentamos con diferentes retos: Debemos ser intérpretes, mantenernos al tanto de los cambios normativos y los criterios cambiantes para interpretar la ley. En suma, creo que el verdadero reto de nuestra profesión está en enfrentarnos a lo desconocido. 

La sociedad nos obliga a ser camaleones, a retarnos, incomodarnos, cuestionarnos constantemente y evolucionar al mismo tiempo en que lo hace la sociedad. Sin duda alguna, esto es lo que mantiene vivo nuestro espíritu de abogadas y abogados. La necesidad de empatizar con nuestros clientes y ofrecer una solución a sus necesidades se convierte en nuestra prioridad también y definitivamente en un arte que perfeccionamos con el paso del tiempo. 


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Aprendemos a vivir con mariposas en el estómago cada vez que nos enfrentamos a un nuevo reto con nuestros clientes, pero esas mariposas se convierten rápidamente en un sentimiento de felicidad y de satisfacción personal por haber ayudado a solucionar los problemas de alguien más. Sin duda alguna la felicidad de quienes ayudamos se convierte en nuestra felicidad también. 

Después de algunos años de empezar mi carrera como abogada, puedo confirmar que está diseñada para ayudar, para entender las necesidades de los demás. Debemos reconciliar una y otra vez una profesión que es intensa, que se disfruta especialmente desde la vocación que tenemos quienes decidimos continuar por este camino. Sin duda alguna es una profesión difícil, llena de retos e incomodidades, pero es una profesión maravillosa.

*Manuela Gaitán es asociada de Cuatrecasas.

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