En 1975, Steven Sasson, ingeniero dentro de Eastman Kodak, la empresa líder en fotografía y soluciones cinematográficas de entonces, construyó el primer prototipo de cámara digital. Un bloque inmanejable para los estándares de hoy que pesaba 3,6 kg y grababa imágenes en un casete, pero funcionaba perfectamente. Cuando Sasson se lo mostró a la junta directiva, uno de los asistentes zanjó la reunión con un lacónico: “That’s cute—don’t tell anyone about it”.
La junta directiva de Kodak sabía que cada cámara digital vendida quitaría margen a la película o rollo de fotografía, un producto con utilidades superiores al 70 % y durante dos décadas invirtió a medias en la tecnología: llegó a lanzar cámaras digitales, pero sin abandonar su dependencia del filme. Kodak optó por el silencio. Treinta y seis años después, la compañía se acogió al Capítulo 11 con deudas por 6.750 millones de dólares y más de cien mil acreedores
La lógica que condenó a Kodak resuena hoy, con un eco incómodo, en los despachos latinoamericanos. Según la Fees Survey 2024 de LatinLawyer, la hora facturable sigue siendo el cimiento financiero del 75 % de las firmas de la región; sin embargo, las tarifas de socio caen, las de asociado suben y la demanda de honorarios fijos o “caps” crece de forma sostenida. Introducir IA generativa en tareas repetitivas como revisión de contratos, due diligence o análisis de jurisprudencia promete recortar horas, pero también margina el modelo que sostiene la caja.
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En 2025, El 75 % de los bufetes latinoamericanos sigue anclado a la hora facturable como principal método de cobro, pese a la creciente presión de honorarios alternativos, según análisis recientemente publicados en medios de comunicación del sector legal. La rates per hour de socios bajaron ligeramente en 2024, mientras que las de asociados subieron y los clientes piden cada vez más precios fijos o “caps”. Sin embargo, la estructura interna de compensación y carrera continúa premiando el “timesheet”, igual que los rollos de fotografía sostenían las finanzas de Kodak, lo que frena toda tecnología que reduzca horas operativas.
Brian Sheppard, Associate Professor en la Facultad de derecho de Seton Hall University escribió en 2015 un artículo titulado “Incomplete Innovation and the Premature Disruption of Legal Services” en donde ilustra porqué, como en el caso de Kodak y ahora en la industria de servicios legales, la transformación del modelo tradicional por medio de innovación tecnológica se detiene antes de alcanzar todo su potencial. La razón simplificada: porque amenaza ingresos consolidados. Cualquier salto de eficiencia que reduzca horas facturables golpea la caja a corto plazo.
¿Cómo va la adopción de la inteligencia artificial en el sector legal latinoamericano?
Según múltiples fuentes, pareciera que la IA ya está siendo ampliamente usada en el sector legal latinoamericano, pero la intuición nos indica que estas cifras están lejos de la realidad o por lo menos de la forma en como lo indican:
- Más del 50 % de despachos indica que ya usa alguna herramienta de IA según un reciente estudio en LatinLawyer.
- AI es la prioridad número 1 para el 50 % de los socios encuestados en estudios de la región según el reporte Future of Professionals 2024 de Thomson Reuters.
- 79 % de los profesionales jurídicos mundiales declara usar IA en 2024, frente a 19 % en 2023, según el reporte de Clio Legal Trends Report 2024.
Pero las conversaciones informales y la realidad parecen indicar otra cosa, más recientemente en el foro regional de la IBA de 2025 muchos socios reconocieron que la adopción aún se concentra en pilotos y pruebas de concepto, más que en despliegues a gran escala. Esto evidencia la creciente tensión entre las ganas de querer innovar, pero un modelo de negocio que incentiva todo lo contrario.
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De la innovación incompleta a la transformación del modelo de negocio
Como lo mencionaba anteriormente, Sheppard acuña el término “innovación incompleta” al fenómeno en que los beneficios potenciales de una disrupción se quedan a medio camino porque el proveedor dominante protege su rentabilidad de corto plazo y eso es exactamente lo que está sucediendo actualmente con la industria de servicios legales en América Latina y el mundo. Si el modelo tradicional premia la cantidad de horas invertidas en producir un resultado, evidentemente no hay ningún incentivo económico para incorporar algo que implica producir el mismo resultado pero en menor tiempo.
Paradójicamente, las firmas se enfrentan a una tensión constante porque, aunque no existe ningún incentivo económico para incorporar y declarar abiertamente la utilización de inteligencia artificial, tienen incentivos reputacionales que les impone la carga de estar “siempre a la vanguardia” a riesgo de sonar que su valioso expertise que ya no se encuentra actualizado en las últimas tendencias del momento.
Romper esta paradoja exige algo más que comprar licencias de software. Implica una revisión y un cambio profundo del modelo de negocio para terminar con la billable hour como modelo de facturación, y más importante aún, como modelo de compensación. Implica cambiar la dinámica de negocio entre abogados y clientes.
- Del reloj al valor. Cuando una IA resume 400 páginas en cinco minutos, el precio no puede seguir atado a la billable hour. Modelos de suscripción por volumen documental, success fees ligados a ahorros o esquemas híbridos que mezclen base fija y variable permiten capturar eficiencia sin sacrificar rentabilidad. La experiencia de firmas que ya cotizan módulos de e-discovery por expediente muestra que la sensibilidad del cliente pasa de preguntar “¿cuánto cuesta la hora?” a preguntar “¿cuánto me ahorra el proceso?”
- Talento reconvertido. El software no sustituye el criterio jurídico, pero sí desplaza la curva de aprendizaje. Asignar parte del ahorro a entrenar abogados en prompt engineering y análisis estadístico resulta más sostenible que perpetuar nóminas con salarios altos para tareas mecánicas.
- Narrativa honesta. Admitir públicamente que la IA reduce horas no es debilidad; es ventaja competitiva. En mercados donde los departamentos legales corporativos miden cada vez más el valor del abogado más allá de la facturación, la transparencia sobre métricas de eficiencia se reconoce como un signo de madurez profesional, no de abaratamiento.
En 1975 Kodak eligió proteger un margen, no a sus clientes entregándoles la mejor solución posible para sus necesidades. Cuatro décadas después, el reluciente logotipo amarillento sobrevivió, pero su negocio principal desapareció. Las firmas de abogados latinoamericanas pueden evitar repetir esa historia si aceptan que la IA no es un competidor del abogado, sino de la ineficiencia. El verdadero riesgo no es que la tecnología facture menos horas, sino que un competidor que sí la adopte facture las tuyas.
*Daniel Acevedo Sánchez es consultor experto en transformación digital – Tax, Finance & Legal.








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