Memorias de un jurista internacional: un decálogo a partir de 5 décadas en la abogacía

El aprendizaje debe ser continuo: nunca debemos dejar de estudiar y prepararnos / Unsplash, Beatriz Jurgenfeld.
El aprendizaje debe ser continuo: nunca debemos dejar de estudiar y prepararnos / Unsplash, Beatriz Jurgenfeld.
Mi especialización me abrió puertas que ni siquiera sabía que existían. El punto culminante llegó con mi nombramiento como presidente de Lex Mundi y de la IBA.
Fecha de publicación: 27/01/2025

Llevo a Latinoamérica y a su sector legal como parte de mi ADN. No es una frase hecha ni una declaración casual: es una realidad que se ha forjado a través de décadas de experiencia profesional, primero como abogado y ahora como consultor y emprendedor. Esta conexión profunda con la región ha sido el eje central de mi ejercicio profesional, una constante que ha dado forma y sentido a cada paso de mi carrera.

Mi historia comenzó con una vocación clara y definida desde la infancia. No hubo dudas ni vacilaciones: quería ser abogado y ese camino se materializó exactamente como lo había soñado. Mi trayectoria profesional me llevó a vivir y ejercer en diversos rincones del mundo: desde México, mi tierra natal, hasta París, Londres, Caracas y, ahora, Estados Unidos. Cada una de estas ciudades ha aportado capas de experiencia y comprensión a mi visión del derecho.

Mi especialización en transacciones internacionales me abrió puertas que ni siquiera sabía que existían. El punto culminante llegó con mi nombramiento como presidente de Lex Mundi y de la International Bar Association (IBA), roles que me permitieron desarrollar una visión verdaderamente global y multicultural de la profesión legal. Sin embargo, fue durante mis primeros años, ejerciendo en París y Londres, cuando establecí los contactos iniciales con firmas de abogados latinoamericanas, que hice las conexiones que se convertirían en el fundamento de mi carrera.


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Tuve el privilegio incomparable de trabajar codo a codo con grandes líderes de la abogacía de aquella época. Estos maestros del derecho no solo fueron colegas, sino verdaderos mentores que moldearon mi comprensión de la profesión. A través de los años, he mantenido, nutrido y expandido esas relaciones, lo que me ha permitido desarrollar un conocimiento profundo y matizado del sector legal latinoamericano.

Cuando era niño, quizá con apenas siete años, me preguntaron qué quería hacer en mi vida. Mi respuesta fue tan rápida como categórica: viajar. La vida, en su infinita generosidad, me concedió ese deseo con creces. He recorrido el mundo entero, pero más allá de los sellos en el pasaporte, cada viaje ha sido una lección invaluable, tanto en lo personal como en lo profesional.

En mi memoria atesoro cientos de conversaciones con una diversidad asombrosa de interlocutores: representantes gubernamentales, colegas abogados, estudiantes de Derecho, profesionales de otros campos y ciudadanos comunes. Cada una de estas interacciones ha sido una pieza fundamental en mi formación, contribuyendo a desarrollar un conocimiento sólido y multifacético del sector legal global.

Cuando llegó el momento de retirarme del ejercicio activo de la profesión, estaba preparado para dar ese paso. No lo vi como un final, sino como el comienzo de una nueva etapa. Me reinventé como consultor para firmas de abogados, especializándome en temas de administración y gerencia. Pero la vida tenía preparada otra sorpresa: en plena tercera edad, me embarqué en un nuevo emprendimiento con el desarrollo de LexLatin, una plataforma digital innovadora dedicada al desarrollo de contenido y programas de formación profesional para el sector legal.


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Hoy, mi conexión con la abogacía latinoamericana y global se mantiene más viva que nunca a través de tres canales principales: LexLatin, mi práctica de consultoría y mi continua participación en la IBA. Además, mi rol como director académico y profesor me brinda la oportunidad única no solo de compartir el conocimiento acumulado durante décadas, sino también de aprender de las nuevas generaciones, manteniendo fresca y actualizada mi perspectiva del derecho.

Las lecciones que este viaje me ha dejado son numerosas y profundas y quiero compartirlas con todos ustedes:

  • El aprendizaje debe ser continuo: nunca debemos dejar de estudiar y prepararnos. En un mundo en constante evolución, el conocimiento es nuestra mejor herramienta para mantenernos relevantes y efectivos.

 

  • La claridad de propósito es fundamental: debemos tener siempre presentes nuestras metas y objetivos, tanto personales como profesionales. Esta claridad nos sirve de brújula en momentos de incertidumbre.

 

  • La preparación nos permite aprovechar las oportunidades: estar listos para cuando se presenten las oportunidades de desarrollo profesional y personal es crucial. La suerte favorece a la mente preparada.

 

  • La curiosidad es el motor del crecimiento: investigar, preguntar y mantener vivo el deseo de aprender son elementos esenciales para el desarrollo profesional y personal.

 

  • Los riesgos y fracasos son maestros valiosos: no debemos temerles, pues de ellos aprendemos y salimos fortalecidos. Cada tropiezo es una oportunidad de crecimiento.

 

  • La autenticidad es innegociable: conocernos y entendernos a nosotros mismos es el primer paso para poder conocer y entender a quienes conforman nuestro entorno personal y profesional.

 

  • La innovación es imperativa: debemos mantener una actitud abierta e innovadora, especialmente frente a los retos que la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías nos presentan. Esta adaptabilidad es más necesaria hoy que nunca.

 

  • El equilibrio es posible: combinar la vida profesional y personal, logrando un balance adecuado, es viable aun cuando en ocasiones una esfera demande más atención que la otra.

 

  • La excelencia requiere esfuerzo extra: siempre debemos estar dispuestos a dar ese cuarto de milla adicional para alcanzar las metas y objetivos que nos hemos propuesto.

 

  • El retiro no es el fin del camino. Es una transición que debe planificarse cuidadosamente, preparándose tanto en lo personal como en lo profesional. Es el comienzo de un nuevo capítulo, lleno de posibilidades y oportunidades para seguir creciendo y contribuyendo.

 

Como lo expresó Neruda, confieso que he vivido. Y como lo cantó maravillosamente Joan Báez, doy gracias a la vida que me ha dado tanto. He tenido un recorrido intenso, he construido una biblioteca invaluable de experiencias y lecciones aprendidas, y espero seguir enriqueciendo este acervo hasta que llegue el momento en que se apague mi luz. Mientras tanto, seguiré compartiendo, aprendiendo y contribuyendo al desarrollo del sector legal en Latinoamérica y el mundo.

*Fernando Peláez-Pier es CEO de LexLatin y editor de Gestión LexLatin.

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