
¿Te has detenido alguna vez a pensar si realmente estás considerando tu estilo de liderazgo como un rasgo profesional propio? Quizás sientas que algo no fluye como debería en tu día a día o tal vez has empezado a pensar que necesitas cambiar la forma en que te lideras a ti mismo. Incluso podrías cuestionarte si, sin la capacidad de liderarte a ti mismo, podrías llegar a liderar a otros.
A veces, puede que tengas la sensación de que el nivel en el que te encuentras dentro de tu firma o empresa te limita en el desarrollo de tu liderazgo. Pero, ¿es realmente así o tal vez lo que falta es dedicar tiempo a comprender, de manera sincera, dónde estás y cómo te encuentras?
Te propongo un ejercicio sencillo pero poderoso: toma unos minutos para escribir, de tu puño y letra, tus pensamientos, inquietudes, dudas o creencias. Desde el momento en que plasmas algo en papel, esa idea deja de ser etérea y se convierte en algo físico, algo tangible que puedes ver y tocar. Ahora está en tu escritorio: un papel con tus palabras, un recordatorio visual de ese 'algo' que habías mantenido en tu mente y al que ahora has dado un formato que puedes colocar en el lugar que elijas, un lugar donde lo verás constantemente.
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Esas palabras, que antes eran solo pensamientos pasajeros, se han convertido en una especie de 'autotrampa'. Sabes que hay algo ahí que lleva tiempo molestándote, algo que no quieres seguir arrastrando. Has decidido mantenerlo a la vista para no olvidarlo, aunque aún no sepas cómo solucionarlo. Ese papel es un recordatorio constante de un asunto que necesitas enfrentar.
Piensa en cada uno de esos papeles como pequeños "garbanzos" que vas dejando en el camino, un rastro que te ayuda a entender lo que tu mente está haciendo. Al verlos, puedes empezar a identificar patrones en tu pensamiento, comprender sus preferencias y dimensionar esa zona de confort de la que tu mente no quiere salir. Es un proceso que, al mismo tiempo, te permite valorar el costo de oportunidad que estás asumiendo cada vez que decides dejar volar esos pensamientos en lugar de aterrizarlos y enfrentarlos en el momento adecuado. ¿Cuántas veces esos 'problemas pendientes' regresan después de mucho tiempo, quizás cuando el daño ya está hecho por no haberlos encarado en el instante necesario?
Quizá te reconozcas en esa sensación de intentar controlar tu propia mente, de querer evitar que se disperse en cinco millones de pensamientos que te agotan y confunden. Puede que incluso te hayas sorprendido alguna vez diciéndote: "Es que tengo un problema y no es otro que controlar mi mente, para que no haga lo que quiera, para que no piense tanto. Trato de estar en silencio, en calma..."
¿Te das cuenta? Tu 'yo' habla de 'mi mente'. Ese 'yo', consciente, que observa y reflexiona, reconoce que necesita apaciguar 'su mente', que parece tener vida propia.
Este ejercicio de escribir es un primer paso para crear claridad, para observar esa distancia y comenzar a lidiar con ello desde una perspectiva diferente. Cada papel que dejas en el camino te ayuda a recordar, te permite ver lo que tu mente intenta evadir y te da la oportunidad de resolverlo de manera consciente.
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Ahora quiero proponerte que vayas un paso más allá. ¿Qué pasaría si dejaras de ver el liderazgo como un rasgo fijo, innato, y comenzaras a considerarlo una herramienta, una habilidad que puedes usar, ajustar y perfeccionar? Los líderes más efectivos han adoptado esta perspectiva, utilizándolo como una caja de herramientas, en la que cada estilo representa un recurso diferente que puedes elegir según las circunstancias. En lugar de aferrarse a un único enfoque, los líderes sobresalientes adaptan su liderazgo para responder de forma precisa a cada situación, persona y objetivo.
En estudios realizados en Estados Unidos se ha observado que los líderes más productivos y efectivos utilizan como mínimo cuatro de seis estilos principales de liderazgo a lo largo de la semana. Esta flexibilidad es esencial para gestionar equipos de alto rendimiento, ya que permite responder de forma ágil a los desafíos y necesidades que surgen en el día a día, especialmente en un entorno tan dinámico y complejo como el del sector legal.
En este sector, donde el liderazgo emergente es crucial para impulsar el progreso y la excelencia, esta capacidad de adaptación cobra aún más importancia. Saber cuándo ser directivo y cuándo abrirse a la participación, cuándo inspirar con el ejemplo o cuándo brindar apoyo y guía es clave para crear un entorno que fomente el crecimiento y la colaboración.
Por ejemplo, adoptar un enfoque autoritario puede ser valioso en momentos de urgencia, cuando necesitas una dirección clara y rápida. Sin embargo, en situaciones en las que es importante construir vínculos y armonía, un liderazgo conciliador permitirá fortalecer las relaciones y el compromiso dentro del equipo. Si involucras a tu equipo en la toma de decisiones, a través de un enfoque democrático, fomentarás un ambiente de participación activa y apertura, mientras que actuar de manera (enfoque) ejemplarizante puede inspirar a tu equipo a alcanzar estándares más altos. En el desarrollo profesional de tus colegas el enfoque de coaching será tu aliado, ayudándolos a descubrir su potencial y superar desafíos. Y, aunque más delicado, en algunas circunstancias un liderazgo coercitivo puede ser necesario para mantener el orden.
La clave está en combinar estos estilos de manera estratégica y según el contexto. Para maximizar tu efectividad como líder en el sector legal, te reto a explorar y adaptar este repertorio de enfoques. Cuando eliges el estilo adecuado, no solo te adaptas a la situación, sino que también respondes mejor a las necesidades y motivaciones de quienes te rodean.
Plantéate un ejercicio práctico para ayudarte a incorporar esta visión del liderazgo como una caja de herramientas. Toma una hoja de papel y escribe en ella los seis estilos de liderazgo que hemos explorado juntos: autoritario, conciliador, democrático, ejemplarizante, coach y coercitivo. Deja este papel en un lugar visible de tu espacio de trabajo, como un recordatorio constante de los recursos que tienes a tu disposición.
Cada semana, dedica unos minutos al final de esta para estar a solas con tu mente y reflexionar sobre los momentos en los que podrías haber utilizado uno de estos estilos para enfrentar una situación particular. Pregúntate: ¿en qué momentos abriste tu caja de herramientas y seleccionaste el estilo de liderazgo adecuado? ¿Hubo circunstancias en las que, al mirar hacia atrás, te das cuenta de que podrías haber elegido un enfoque diferente? Si fue así, identifica los motivos que te impidieron utilizar el estilo más efectivo. ¿Fueron dudas, falta de confianza en tus capacidades o quizá un hábito de liderazgo que aún está arraigado? Aprende…
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Al hacerlo, comienza a analizar los recursos con los que cuentas para poder superar esos obstáculos. Pregúntate qué habilidades o conocimientos adicionales podrías adquirir para sentirte más preparado en esos momentos. ¿Qué te hace falta para tener claridad sobre el 'qué', el 'cómo', el 'con qué' y el 'para qué' en cada situación que enfrentas?
Este ejercicio de reflexión te permitirá identificar con mayor precisión las barreras que puedan surgir al utilizar cada estilo de liderazgo y te ayudará a desarrollar una conciencia plena de los recursos que necesitas. Con el tiempo, irás fortaleciendo la capacidad de elegir de forma consciente y estratégica el enfoque adecuado, adaptando tu liderazgo de acuerdo con las demandas del momento y a las personas a las que lideras.
Finalmente, recuerda que este proceso es un camino de autoconocimiento y crecimiento constante. Al observarte en estas situaciones y trabajar en superar tus propios obstáculos, te acercarás a un liderazgo cada vez más consciente, efectivo y auténtico. Estos ejercicios y reflexiones te conducirán al liderazgo que deseas construir y se convertirán en la diferencia que hace la diferencia, tanto para ti como para los que lideras.
Convierte lo que creías un rasgo en un kit de herramientas para conseguir tus objetivos.
*Fernando Torrontegui es coach ejecutivo y consultor especializado en el sector legal de habla hispana.
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