Los fantasmas que acechan el liderazgo de un socio

Uno de esos fantasmas es el que hace que contrates a profesionales sin control, sin tener un sistema escalable. / Canva.
Uno de esos fantasmas es el que hace que contrates a profesionales sin control, sin tener un sistema escalable. / Canva.
¿Qué es más sostenible en el tiempo: formar a personas con la actitud correcta o intentar alinear a grandes expertos que tienen la empatía e inteligencia emocional de una piedra?
Fecha de publicación: 03/03/2025
Etiquetas: Gestión, liderazgo, sociedad

Déjame adivinar: trabajas duro, lideras con determinación y haces todo lo posible para que tu equipo o área funcione de la mejor manera dentro de la estructura de la firma legal en la que desarrollas tu liderazgo como socio. Pero, a pesar de todo, hay algo que sigue sin encajar del todo. 

¿Te ha pasado que ciertos problemas se repiten, que el equipo no responde como esperas o que las cosas no avanzan al ritmo que deberían?

Si es así, quiero hablarte de los fantasmas que rondan tu liderazgo. No hablo de espectros sobrenaturales, sino de esas amenazas silenciosas que te acompañan en el día a día, aunque no siempre las veas (o prefieras no hacerlo).

Uno de esos fantasmas es el que hace que contrates a profesionales sin control, sin tener un sistema escalable. Puede que no lo notes al principio, pero si no estableces sistemas sostenibles, el peso del pasado terminará dictando el futuro. Sin darte cuenta, sigues operando bajo el “old way”, ese conjunto de hábitos y reglas no escritas que heredaste de antiguos líderes o mentores de las firmas en las que te has formado. 


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¿El problema? Si no revisas ni desafías ese sistema, te condenas a repetir lo que no funciona.

La inercia se apodera de la organización y las directrices se convierten en conceptos etéreos, frases como aquí siempre se hizo así que se pronuncian con convicción, pero sin cuestionamiento. Y cuando eso sucede, la burocracia y la complejidad se convierten en una cortina de humo: parece que todos están ocupados, que se toman decisiones, que hay eficiencia… pero, en el fondo, el equipo está atrapado en un laberinto donde el crecimiento no es más que una ilusión.

Pero este fantasma nunca viaja solo. Siempre trae consigo un compañero igual de peligroso: la selección de talento equivocada. En medio del caos, la falta de tiempo y la burocracia, es fácil caer en la trampa de contratar profesionales con gran conocimiento y habilidades excepcionales, pero con actitudes, valores y una cultura completamente ajenos a los de tu firma, área o equipo. Y cuando eso sucede, eres tú mismo quien siembra la incoherencia dentro de tu organización.

Piénsalo, ¿qué es más sostenible en el tiempo: formar a personas con la actitud correcta o intentar alinear a grandes expertos que tienen la empatía e inteligencia emocional de una piedra?

Tal vez sea momento de replantearte si no sería mejor contratar talento con la mentalidad adecuada y luego trabajar en sus áreas de mejora: conocimientos legales, liderazgo, inteligencia emocional, gestión de equipos y tiempo, control de costos, gestión de proyectos… Primero, se adquiere el conocimiento; después, se entrena la práctica. Capacitar y entrenar a quienes tienen la actitud correcta siempre será una inversión. En cambio, intentar moldear a quienes no comparten los valores ni la esencia de tu equipo es una batalla perdida. ¿Identificas ese fantasma también?

Existe otro fantasma que puede estar acechando sin que te des cuenta: el de la falsa delegación. Tal vez te vendas a ti mismo como un “gran delegador”, convencido de que provees a tu equipo de autonomía y autogestión. 

Pero, si eres honesto, ¿realmente delegas o solo asignas tareas?

Porque no es lo mismo. Delegar implica transferir responsabilidad y confianza, mientras que asignar tareas es simplemente repartir trabajo. Y si, además, micro gestionas cada paso, revisas cada detalle y no puedes soltar el control, entonces lo que realmente haces es todo lo contrario a lo que dices: eres un micro manager.

Esta brecha entre lo que dices y lo que haces no es casualidad. Hay un obstáculo claro, y puede que ese obstáculo seas tú. Tal vez, en el fondo, no confías en que tu equipo pueda hacer las cosas sin que tú los guíes constantemente. Y ahora quizá este fantasma solo te incomoda de vez en cuando. Pero si sigues así, llegará el momento en que te hará temblar: cuando te des cuenta de que tienes un equipo incompetente, ya sea porque nunca adquirieron los conocimientos ni habilidades necesarias, o peor aún, porque tu forma de actuar moldeó en ellos una actitud pasiva, dependiente y sin iniciativa. ¿Vas a seguir dejándole espacio a este fantasma o es momento de enfrentarlo?

Y como buen fantasma, el de la falsa delegación no viaja solo. Siempre lleva de la mano a otro que es igual de peligroso, pero con consecuencias aún más devastadoras: el burnout de tu equipo.

Cuando las personas sienten que no aportan, que su trabajo es mecánico, que no insertan su ADN profesional en lo que hacen día a día, tarde o temprano empezarán a cuestionarse qué sentido tiene estar ahí. Y cuando eso pasa, la desmotivación no tarda en aparecer.

Todo el mundo tiene un límite. Si eres un líder que implanta en vez de implementar, entonces todo se reduce a ti: haces lo que tú quieres, cuando tú lo decides, como tú lo mandas y para alcanzar los resultados que solo tú tienes en mente. Y eso significa que tu gente no piensa, no crea, no toma decisiones. Solo ejecuta.


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En vez de decidir cómo y cuándo hacer las cosas, obedecen órdenes. 

En vez de entender la importancia de su trabajo, operan en la oscuridad sin ver cómo su esfuerzo genera valor. 

En esencia, los agotas, porque no les permites hacer lo que realmente los hace crecer: pensar, analizar, planificar, ejecutar según su propio criterio, monitorear y aprender de sus errores y aciertos. No es solo que estén cansados. Es que están perdiendo el sentido de su trabajo. Y cuando eso ocurre, el desgaste es inevitable. ¿Vas a seguir ignorando este fantasma hasta que sea demasiado tarde?

El siguiente fantasma no viene solo, sino que son trillizos y vienen de la mano: la falta de comunicación, la mala comunicación y el miedo a dar feedback negativo. Tres en uno, inseparables y letales.

El primero, la falta de comunicación es un experto en sembrar incertidumbre. Cuando no hay un flujo claro de información, tu equipo empieza a suponer, a llenar los vacíos con conjeturas y a tomar decisiones basadas en suposiciones, no en datos reales. Y, para minimizar riesgos, trabajarán con la estrategia más segura: hacer lo mínimo indispensable, lo que creen que será aceptado sin discusión. ¿El resultado? Un equipo sin iniciativa, sin creatividad, sin capacidad de anticipación ni reacción. Cuando nadie sabe con certeza qué está pasando, nadie se atreve a ir más allá.

El segundo, la mala comunicación, es un maestro en la desinformación. Puede manifestarse de muchas formas: mensajes poco claros, información dada a medias o, peor aún, información manipulada. A veces, es intencional: se oculta información porque se teme que el equipo tenga demasiado poder o control sobre lo que hace. Otras veces, es pura negligencia: se asume que todos entienden lo que deberían, sin verificarlo. Pero aquí está el problema: lo que tú crees que es control desde fuera, puede percibirse como caos, arbitrariedad y falta de transparencia desde dentro. Y cuando un líder es visto como alguien que desinforma, pierde credibilidad. El equipo deja de confiar, y cuando la confianza desaparece, la cohesión y la motivación se desmoronan.

Y luego está el tercero, el más silencioso pero igual de dañino: el miedo a dar feedback negativo. El temor a ser percibido como un líder duro, injusto o despiadado hace que evites las conversaciones difíciles. Pero aquí es donde este fantasma es más peligroso: los problemas no se solucionan solos. Al contrario, sin una corrección a tiempo, lo que hoy es un pequeño error o una ineficiencia menor se convierte en un problema estructural que, cuando finalmente explote, será mucho más difícil (y doloroso) de solucionar. Y entonces, cuando ya no puedas evitarlo, te verás obligado a tomar medidas drásticas: despidos, reestructuraciones, sanciones… todo lo que podrías haber evitado con una simple conversación a tiempo.

Tres fantasmas en uno, trabajando juntos para debilitar tu liderazgo desde adentro. ¿Los vas a dejar seguir actuando en la sombra?

Y finalmente, llegamos al último fantasma, el más insidioso de todos: el miedo a quedarse atrás. Este no te ataca de frente, no te grita ni te incomoda de inmediato. Al contrario, te susurra al oído con argumentos que suenan lógicos, pero que, en realidad, te están arrastrando al estancamiento. Te convence de rodearte de profesionales menos formados que tú. O, si tienes en tu equipo a profesionales con más conocimientos o habilidades en ciertos temas, te persuade para que no los capacites más, para que no crezcan demasiado. 


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¿El motivo? Que tú, como líder, sigas siendo el más competente en todo. Que nadie te supere. Que sigas siendo indispensable.

Si crees que este fantasma amenaza tu conocimiento y habilidades, erraste el tiro. Su verdadero ataque no es contra lo que sabes, sino contra tu actitud. Un líder que teme ser superado por su equipo deja de ser un líder, porque un verdadero líder no necesita ser el mejor en todo, sino rodearse de personas que sean mejores que él en aquellas áreas donde es incompetente.

Y ojo, “incompetente” no es un insulto. Es simplemente un adjetivo que señala una oportunidad de mejora, ya sea en conocimientos, habilidades o incluso en la actitud con la que enfrentas los desafíos.

Si realmente quieres crecer como líder, debes vencer a este fantasma y hacer crecer a tu equipo.

En cualquier deporte, los jugadores del equipo son mejores en su posición que el entrenador. Pero el éxito no depende de si el entrenador puede jugar mejor que ellos, sino de si es capaz de potenciar el talento de cada uno. Si lidera con la mentalidad de hacerlos mejores, el equipo alcanza la excelencia.

Y cuando un líder apuesta por la excelencia en su gente, vence a todos los fantasmas habidos y por haber. ¿Estás listo para enfrentarlo?

*Fernando Torrontegui es coach ejecutivo y consultor especializado en el sector legal de habla hispana.

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