¿Te has detenido a pensar en alguna ocasión si eres un líder que la mayor parte del tiempo da órdenes en vez de hacer preguntas? ¿Eres consciente de cómo eso afecta a los que te rodean, a los que dependen de ti y que, irónicamente, a su vez son las personas de las que tú como líder dependes? ¿Creas valor para tus clientes a través del capital humano que conforma tu equipo? ¿Tu liderazgo crea valor para ellos igualmente? Si no te has detenido a pensarlo, deberías hacerlo.
Hacer preguntas para que los miembros de tu equipo busquen las respuestas y, a partir de ellas generen acciones que creen valor, fomenta una cultura de libertad en la que las personas se sienten más libres para experimentar y proponer ideas nuevas, siendo más creativos.
El hecho de preguntar y ceder la responsabilidad de la respuesta y sus consecuencias a tu equipo hace que las personas infieran que eres consciente de que la posibilidad de error está ahí y se acepta desde una nueva perspectiva: el error productivo.
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El error productivo deja de serlo cuando es repetitivo, es decir, cuando no ha generado el aprendizaje que protege al equipo de volver a cometerlo.
El aprendizaje que emerge del análisis de lo que salió bien o mal en el asunto, caso o proyecto permite identificar áreas de mejora en procesos y procedimientos, así como en las competencias de los profesionales que lo trabajaron. Esto incluye qué conocimientos deberán ser más profundos en el futuro, qué habilidades deberán ser entrenadas de manera más sistemática o qué actitudes deberán ser modificadas para conseguir todos los objetivos perseguidos en la acción conjunta del equipo y el líder.
Todo esto facilitará que la probabilidad de cometer el mismo error disminuya, al igual que la posibilidad de cometer errores similares en diferentes entornos y situaciones, pues el aprendizaje y la intuición, la inteligencia del inconsciente, protegerán al equipo para poder trabajar de manera efectiva, es decir, de manera eficiente y eficaz al mismo tiempo: hacer de la mejor manera posible lo que debe ser hecho en cada momento.
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¿Alguna vez has hecho algo de manera eficiente, es decir, con la mejor asignación de recursos y costos posibles, pero que no era lo más adecuado en ese momento? Entonces fuiste eficiente pero no eficaz y, por lo tanto, no fuiste efectivo. También puede que no seas efectivo porque, si bien sí fuiste eficaz, hiciste lo que era necesario hacer en ese momento y para esa situación, no tuviste en cuenta los recursos que utilizaste e incurriste en más costos de los óptimos, comprometiendo la rentabilidad del servicio que proveíste. Fuiste eficaz, pero no eficiente, por lo tanto no fuiste efectivo igualmente.
Pero volviendo al error productivo, un líder que crea un entorno en el que se aceptan los errores, provoca un incremento en la confianza y, por lo tanto, hay un impacto positivo en la moral del equipo. Genera autoconfianza y autoestima y contagia de esos dos conceptos al equipo.
Las personas confían en el profesional que tienen a su lado, provocando el reconocimiento de las competencias de cada uno, conociendo en cada momento qué persona es la más indicada para hacer según qué cosa: cada uno conoce los límites propios y ajenos. ¿El resultado? Un equipo competente, que no es otra cosa que la suma de las competencias (y no de las incompetencias) de sus miembros.
Aceptar la existencia de la posibilidad de cometer errores reduce el estrés y la ansiedad, lo que, junto con lo dicho anteriormente, no hace más que reforzar el compromiso y la motivación de las personas a las que diriges como líder que pregunta.
Si provocas que tu gente asuma la responsabilidad de enfrentar y resolver los errores del equipo, lograrás que desarrollen habilidades en la resolución de problemas y generen pensamiento crítico. También serás capaz de generar un ambiente de apoyo y colaboración, pues harás, a través de tu ejemplo, que los errores se conviertan en oportunidades y cambiarás su actitud. ¿La razón? No es una, son todas las explicadas hasta ahora.
Pero tu aportación como “líder que pregunta” también pasará por la generación de un entorno donde la información fluye de manera constante y es compartida, generando una bolsa de conocimiento que facilitará la identificación de soluciones a través del trabajo en equipo, donde el conocimiento individual pudiera no ser considerado tan útil o valorado si no contagia a los demás.
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De igual manera, construirás un equipo autónomo y proactivo, en el que la actitud dominante será la de tomar la iniciativa a la hora de enfrentar un problema, de manera que se reduce el tiempo de supervisión necesaria por tu parte. Cuando tu equipo te comunique que “hubo un problema” también te mostrará un abanico de posibles soluciones que identificaron y hasta puede ocurrir que te muestren cuál es la que funcionó, pues ya la aplicaron. El resultado de nuevo: el problema resuelto.
Has de tener en cuenta que si tu equipo está acostumbrado a buscar soluciones y/o aprender de los errores, significa que está preparado para tomar decisiones informadas en el futuro, lo que elevará la efectividad de todas sus acciones, creando valor de manera exponencial con base en la experiencia.
La creación de valor se puede convertir en una ventaja competitiva a través de la adaptabilidad de la que haga gala tu equipo, lo que los mantendrá en la vanguardia y los convertirá en una referencia en el mercado, tanto a nivel de clientes como a nivel de competencia directa. Ante esta ventaja, se abrirán nuevas oportunidades que permitirán a tu equipo, área o estudio el establecimiento de objetivos totalmente distintos tanto a nivel cualitativo como cuantitativo, a nivel de servicios y de clientes.
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Pero ¿qué hay de ti? ¿Qué te proporcionas a ti mismo ante un liderazgo basado en preguntas? Desarrollarás habilidades de liderazgo que irán evolucionando junto con tu entorno y tu realidad, así como con las exigencias de un equipo que, al evolucionar, se convertirá en algo distinto. Eso te va a demandar nuevas formas de gestión y nuevas formas de liderar también, pues los retos ya no van a ser los mismos.
Todo crece y evoluciona, lo que te va a demandar lo mismo que hemos explicado hasta este momento: errar, aprender, analizar, planificar, ser estratégico, tener pensamiento crítico, adquirir nuevos conocimientos, desarrollar o potenciar nuevas habilidades y tener una actitud mucho más abierta.
El horizonte ante ti será más alto, ancho y profundo y deberás cambiar la forma en la que miras para poder ser consciente de las nuevas dimensiones del entorno en el que habrás de interactuar, en el que habrás de liderar. El universo se seguirá expandiendo, lo que significa que si no haces crecer tu área de influencia, si no rompes las fronteras de tu zona de confort, esta cada vez será más pequeña al no crecer en proporción a como lo hace el “universo” al que te enfrentas.
Para conseguir que tu equipo trabaje como he descrito en todo este artículo, donde el error y el aprendizaje, junto con la tolerancia y la aceptación, serán tu zona de juego, habrás de implementar una comunicación abierta, en la que no exista la culpa ni la vergüenza por errar. Si quieres que todos aprendan, deberás implementar un sistema de análisis post mortem de los servicios o proyectos en los que trabajes con tu equipo, enfocándonos en la solución en vez de en el error y el culpable.
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Trabajar con un equipo así va a demandar por tu parte reconocimiento y que valores los esfuerzos y la valentía de tu equipo a la hora de enfrentarse a una expedición fuera de su zona de confort, en la que el error es una amenaza constante. Intentar cosas nuevas sin obtener éxito inmediato, requiere, como dije antes, de una moral alta y resiliencia por tu parte y la de tu gente.
Tienes que proveer de herramientas y armar a tus profesionales para enfrentarse a nuevos enemigos con nuevas competencias, es decir, nuevos conocimientos, habilidades y actitudes. ¿Cómo? Formación y capacitación para reforzar la cultura del aprendizaje, el crecimiento y la creación de valor.
“Muy bien, Fernando, ¿y qué pasará al final?” puede que te estés preguntando ahora. Pues al final habrás desarrollado el liderazgo emergente de tu equipo y, para cuando te quieras dar cuenta, tendrás una legión de líderes emergiendo alrededor tuyo, lo que contribuirá sin duda al éxito a largo plazo de tu organización, llevándola a nuevos logros, más significativos y sostenibles.
Te toca, ¿te atreves? Si lo crees, lo creas.
*Fernando Torrontegui es coach ejecutivo y consultor especializado en el sector legal de habla hispana.
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