Hay dos formas de analizar las estrechas relaciones entre los avances de la Inteligencia Artificial y el ejercicio de la profesión legal. Una es la de tratar de cuantificar el impacto transformador de la IA en el ámbito jurídico. Otra es la de tratar de asumir el impacto transformador de los abogados y la regulación en los avances presentes y futuros de la IA. Quien esté interesado en cualquiera de estas variables cuenta ahora con una carta de navegación de gran valor: un nuevo informe titulado “El Futuro es Ahora: La Inteligencia Artificial y la Profesión Legal”, elaborado por la Asociación Internacional de Abogados (IBA, por sus siglas en inglés) y el Centro para la Política de IA y Digital (CAIDP) y cuyo lanzamiento tuvo lugar en el marco de la Conferencia Anual 2024 de la IBA, en la Ciudad de México.
Como lo enfatizó Marc Rotenberg, director ejecutivo del CAIDP y orador invitado, el impacto de la IA en la profesión jurídica es profundo, con implicaciones globales tanto para la práctica del derecho como para la gobernanza de la IA. En términos de la adopción de IA en los bufetes de abogados, el informe revela que los bufetes más pequeños se están quedando rezagados respecto de los más grandes en la integración de IA. Los grandes bufetes utilizan actualmente IA en áreas como la investigación jurídica, la redacción de contratos y la automatización de tareas administrativas, lo que les permite reducir costos, mejorar la calidad de sus servicios y atraer más clientes.
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Lo que sorprende es que menos de la mitad de las firmas encuestadas (91 de 210) tenían políticas claras sobre el uso de la IA y muchos desconocen cómo las regulaciones que ya están en marcha afectarán su negocio. De hecho, 69 % de los encuestados desconoce el impacto real que las normativas de IA podrían tener sobre sus firmas.
Se perciben cambios profundos en la forma en que los bufetes estructuran sus tarifas, contratan personal y manejan sus operaciones diarias. Comienzan a prevalecer las estructuras de honorarios fijos o tarifas por valor añadido sobre la más tradicional facturación por horas, porque se aprovecha el ahorro de costos que la IA ofrece. El problema, según los testimonios en los que se basa el informe, es que la implementación de la IA no es automática ni sencilla.
Los bufetes que han logrado una adopción más exitosa son aquellos que han invertido en programas de formación exhaustiva, tanto en los aspectos técnicos como éticos. Nadie duda ya que la capacitación es fundamental para superar la desconfianza en las herramientas de IA, garantizar su uso correcto y aprovechar todo su potencial, sobre todo la capacitación a los abogados más jóvenes, que se verán más afectados por la IA en comparación con los abogados de mayor experiencia.
En ese sentido se destaca la importancia de que las firmas preparen a sus empleados para utilizar y supervisar estas herramientas, asegurando que no se pierda el conocimiento jurídico necesario a medida que aumenta la dependencia de la IA. El informe también recomienda que los bufetes, especialmente los más pequeños, desarrollen políticas claras sobre la gobernanza de la IA, incluyendo aspectos de privacidad de datos, propiedad intelectual y seguridad.
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A nivel colectivo, los desafíos de la regulación de la IA son aún mayores. Para la mayoría de los abogados resulta fundamental que las regulaciones sobre IA sean coherentes y consistentes a nivel global, un escenario mucho más predecible que si cada país desarrolla reglas por su cuenta. Otro desafío es que la naturaleza cambiante de la IA dificulta la creación de regulaciones estables y flexibles que se adapten al ritmo de la tecnología. El informe destaca la necesidad de una colaboración global entre firmas legales, asociaciones profesionales y cuerpos regulatorios para crear estándares coherentes que guíen el uso ético y eficaz de la IA en la profesión legal.
El informe, en definitiva, establece un precedente crucial que destaca la necesidad de adaptarse de manera estratégica y ética a este cambio tan inevitable como impredecible. Impredecible porque, como lo señaló Rotenberg, la pregunta a resolver es si vamos a mantener control a la IA o acaso será la IA la que ejerza el control sobre nosotros. La respuesta dependerá de qué tanto los abogados decidan mantenerse a la vanguardia del cambio para obtener de la IA los resultados que queremos y evitar sus mayores riesgos.
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