
El feedback es una de las herramientas más poderosas en el ámbito profesional y personal. Es un puente que conecta la percepción con la realidad, la intención con el impacto y el potencial con el desempeño. Más que un intercambio de opiniones, el feedback es una conversación significativa que puede transformar relaciones, mejorar resultados y generar valor, tanto a nivel individual como organizacional.
El feedback como camino de doble sentido
El feedback viaja en dos direcciones: hacia el emisor y hacia el receptor. Para quien lo recibe, el feedback es una oportunidad invaluable de introspección y mejora; es posible que existan áreas de desarrollo que uno no percibe, puntos ciegos que solo pueden revelarse a través de la perspectiva de otros. Aceptar este tipo de retroalimentación con apertura y madurez es el primer paso hacia el crecimiento.
Por otro lado, para quien lo brinda, es una oportunidad para impactar positivamente en los demás. Cuando se entrega de manera constructiva, con una intención genuina de apoyar el desarrollo de otra persona, puede convertirse en un catalizador de cambio. No se trata de criticar, sino de acompañar; tampoco se trata de juzgar, sino de guiar.
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La percepción y la realidad: dos caras de una misma moneda
Una de las grandes riquezas del feedback es que nos ayuda a distinguir entre dos dimensiones esenciales: el comportamiento real y la percepción que este genera en los demás. A veces, el feedback señala aspectos concretos que debemos cambiar, como un hábito o una conducta observable. Otras veces, refleja una percepción que, aunque pueda parecer subjetiva, también necesita atención.
Por ejemplo, alguien te podría decir “siento que no estás comprometido” y, aunque estés convencido de que estás dando tu máximo esfuerzo, esa percepción existe y está afectando tu entorno. En estos casos, el reto no solo es ajustar el comportamiento, sino también gestionar la percepción, alineando tus intenciones internas con el impacto externo que generas.
Las claves de un feedback transformador
Para que el feedback sea verdaderamente efectivo, debe estar fundamentado en tres pilares:
- Intención genuina: El propósito del feedback debe ser construir, no destruir. Quien lo da debe hacerlo desde un lugar de empatía y deseo de contribuir al crecimiento del otro.
- Comunicación constructiva: Las palabras importan. Un feedback bien formulado evita culpas y se enfoca en describir conductas y ofrecer alternativas, en lugar de etiquetar o criticar la personalidad.
- Recepción con humildad y gratitud: Recibir feedback requiere apertura y madurez emocional. Incluso cuando lo que escuchamos no coincide con nuestra percepción, debemos verlo como un regalo que nos ofrece la oportunidad de crecer.
El feedback: un regalo que transforma
Aceptar y agradecer el feedback, incluso cuando es incómodo, es una muestra de grandeza. Nos ayuda a vernos con claridad, a formarnos como mejores profesionales y, sobre todo, como mejores seres humanos. En palabras de Ken Blanchard, “la retroalimentación es el desayuno de los campeones”.
Cada conversación de feedback es una invitación a reflexionar y transformar. Es un recordatorio de que el aprendizaje es un camino constante y de que todos, sin importar nuestra experiencia o posición, podemos seguir evolucionando. Por eso, cuando recibas feedback, no lo tomes como una crítica, sino como una oportunidad. Cuando lo des, hazlo desde el respeto y la empatía. Al final, el feedback no solo mejora habilidades; construye conexiones, fomenta el entendimiento y siembra las semillas del éxito colectivo. El feedback es, en esencia, el arte de crecer juntos.
Pide feedback a tus pares, a tus superiores, a tus profesores, ¡a tu familia!, toma nota de todo lo que te digan, no confrontes, no es un debate, ¡tampoco es una audiencia en un tribunal! Tendrás que poner en práctica la escucha activa. Llévate el feedback, reflexiona y luego puedes volver con quien te dio el feedback para contarle tu plan de acción para iniciar, parar o continuar con una acción que te permita evolucionar. Una vez hayas ejecutado tu plan, puedes regresar para ver si fuiste o no exitoso con la implementación.
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Lo que no podemos hacer es pedir feedback para luego no hacer nada. Puede ser que escuchemos cosas que no esperamos, o que no estamos preparados para escuchar, por eso prepárate para la sesión, entra con la cabeza fría, concentrado y con el autocontrol activado para que la recepción del feedback sea exitosa. Pero recuerda, no todo feedback llega mediante una reunión programada, así que siempre debes estar atento para actuar de la manera correcta.
Si en cambio eres quien desea darle feedback a una persona, lo recomendable es buscar el momento y el lugar oportuno. Todos hemos escuchado el refrán popular que dice: “se felicita en público y se corrige en privado”, así que, si quieres que tu feedback sea tomado como constructivo y positivo, nunca expongas a la persona, cuida la forma, ya que en estos temas importa y mucho.
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*Diego Thomás Castagnino es senior legal director para Centroamérica y el Caribe de PepsiCo y profesor de Derecho Mercantil.
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