Quiero hacer un reconocimiento a todas las abogadas que están labrando el lugar que les corresponde en su ejercicio profesional, pues no tienen fácil ni su desarrollo en las firmas de abogados ni obtener el reconocimiento que merecen en igualdad de condiciones.
Me parece excelente el trabajo que se viene haciendo en el seno de una serie de organizaciones e instituciones para impulsar el cambio, lo que permitirá a las abogadas lograr posiciones societarias y de liderazgo en las firmas.
Somos conscientes de que dicha evolución ha sido un proceso lento. A pesar de que el número de abogadas en una firma puede representar porcentajes cercanos o superiores al 50 %, el número de socias propietarias (equity partners) es muy bajo. No es necesario compartir estadísticas de estudios o análisis hechos sobre el tema: es una realidad que no puede ser ignorada.
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Desde hace ya varios años, se viene trabajando en crear conciencia, en entender la necesidad de un cambio que ofrezca a las abogadas su desarrollo profesional en igualdad de condiciones que sus pares abogados. Pero la realidad demuestra que los esfuerzos reales para lograr ese cambio, a nivel de los socios y líderes de las firmas, han sido pocos y lentos.
La pandemia permitió demostrar que las abogadas son capaces de ser eficientes y productivas trabajando tanto en remoto como en presencial (seguramente quienes no fueron eficientes trabajando en remoto tampoco lo eran en la oficina). Igualmente, la pandemia brindó la oportunidad de que las parejas compartieran las obligaciones familiares repartiendo las cargas (en el mejor de los casos, sin ser la regla general). Parte de lo sucedido desde el inicio del 2020 ha contribuido a reforzar el movimiento de diversidad e inclusión, generando una mayor conciencia en la necesidad del cambio.
Ahora bien, los logros aún dejan mucho que desear. El cambio de mentalidad en una profesión predominantemente masculina exige mucho más que un buen discurso y una buena presentación. Se recurre a todo tipo de sesgos para justificar el freno al desarrollo profesional de las abogadas. Seamos claros, no todas las abogadas tiene que llegar a ser socias del mismo modo en que no todos los abogados lo logran, porque o no es de su interés o no tienen las calificaciones para ello. Por eso reitero la oportunidad que deben tener las mujeres en igualdad de condiciones y ahí es donde radica el verdadero problema porque se requiere un cambio profundo, una transformación en la actitud, en la mentalidad de los socios y líderes de la firma que conlleve a desarrollar una nueva cultura, un cambio en los principios que permita reconocer el lugar que debe tener una abogada, sin que el género sea un freno o una limitación.
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Se requiere mucho más que implementar buenas prácticas, se requiere revisar las reglas del juego y definir políticas claras que lo permitan. Este es un reto cuyo esfuerzo debe ser sostenido en el tiempo y el trabajo es de todos los miembros de cada firma, abogadas y abogados, sin importar su nivel (aunque con especial responsabilidad en los altos cargos) e independientemente del tamaño y posición de la firma. El esfuerzo debe ser independiente de exigencias externas, como las de los clientes, que quieren que se reconozca el lugar de las abogadas en los equipos de trabajo y en la sociedad.
Desde nuestra tribuna en LexLatin seguiremos trabajando para contribuir en alcanzar este cambio. En vías de ello, invitamos a las abogadas y a las profesionales que ejercen puestos de liderazgo en organizaciones que se encargan de impulsar estos cambios en el sector a que consideren a LexLatin como un foro aliado, abierto y permanente, en el que pueden maximizar el alcance de sus opiniones.
*Fernando Peláez-Pier es CEO de LexLatin y editor de Gestión LexLatin.
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