Claus Von Wobeser: La tecnología no podrá sustituir al criterio humano en el arbitraje

Claus Von Wobeser.
Claus Von Wobeser.
El fundador de una de las firmas más innovadoras de México advierte sobre los riesgos y oportunidades de la tecnología en la resolución de disputas.
Fecha de publicación: 20/01/2025

Con más de 40 años resolviendo las disputas más complejas de empresas Fortune 500 y gobiernos internacionales, Claus Von Wobeser no es solo un testigo privilegiado de la evolución del arbitraje internacional: es uno de sus protagonistas más influyentes. La trayectoria del socio fundador de Von Wobeser y Sierra, S.C. ha dejado una huella indeleble en la región. En esta conversación íntima y reveladora, justo en momentos en los que se estrena como presidente honorario y of counsel, uno de los árbitros más reconocidos de mundo nos guía por un viaje fascinante que va desde los días en que un memorial de 30 páginas se dictaba a una secretaria, hasta la era de ChatGPT y la inteligencia artificial. Su perspectiva, forjada entre la tradición y la innovación, revela una verdad fundamental: en el arbitraje internacional, la tecnología más sofisticada solo alcanza su verdadero potencial cuando se combina con el insustituible criterio humano.

Con su amplia experiencia en arbitraje internacional, ¿a qué conclusiones llega de la evolución tecnológica en este campo durante las últimas décadas? ¿Cuál ha sido el cambio más dramático que la tecnología ha introducido en la práctica arbitral?

La evolución tecnológica ha sido espectacular y ya somos muy pocos los que hemos sido testigos de ella desde el inicio.

Empecé mi carrera en 1982: estaba en París, finalizando mi doctorado. En esos momentos tuve el privilegio de ser el primer miembro latinoamericano de la Corte de Arbitraje de ICC y uno de los miembros más jóvenes de toda su historia. En esa época apenas empezaban a implementarse las máquinas de escribir eléctricas, que iban reemplazando poco a poco a las manuales, las de teclado. No había forma de comunicarse diferente a la del Correo Postal: por supuesto, no existía nada ni remotamente parecido a servicios privados de mensajería, como DHL o UPS. Si participabas en un arbitraje internacional tenías que mandar expedientes de un país a otro y esperar unos días a que llegaran, lo que implicaba que el tema de los plazos fuese algo muy complicado de manejar; normalmente tenían que ser plazos muy extensos. Luego llegó el télex y el fax, pero no recuerdo que se hayan usado activamente en el arbitraje.

Eran épocas en las que prácticamente no existía el arbitraje en Latinoamérica, más allá de unos pocos casos brasileños o mexicanos. Lo que encontrabas eran, más que todo, algunos casos de Europa Continental, por ejemplo, empresas francesas en disputas con empresas inglesas. Era algo muy artesanal, un memorial de demanda no tenía más de 30 páginas y el abogado lo preparaba dictándole a una secretaria; los abogados habitualmente no escribían a mano. Las audiencias forzosamente tenían que ser presenciales y las transcripciones de una audiencia eran muy diferentes a como son ahora.

Lo que fue una verdadera revolución en el arbitraje fue el correo electrónico, aunque por muchos años seguimos con la costumbre de mandar memoriales tanto en correo electrónico como en físico. ¡Solo hasta la pandemia de 2020 abandonamos por fin el hábito de mandar la copia física!, una señal de lo conservadora y reacia al cambio que suele ser la profesión jurídica. Recuerdo un caso concreto sobre construcción en donde se mandaban cajas enteras de carpetas, más de cien, hasta que llegó el momento en que los árbitros estábamos rodeados de una muralla entera de documentos. Eso sí, al comienzo los abogados no teníamos un computador en cada escritorio; ¡de hecho, había un correo electrónico para toda la firma! La digitalización de los expedientes arbitrales fue, sin duda, un cambio que trajo un impacto positivo al medio ambiente, por la reducción en el uso de papel, y a la eficiencia de los procedimientos, por la velocidad de los intercambios.


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La virtualidad también fue un cambio muy positivo y reciente. Las videoconferencias existían desde hace varios años, pero no era común usarlas. También aquí la pandemia fue un catalizador forzoso del cambio. Recuerdo que antes de la pandemia, cuando fui presidente del Comité de Arbitraje de la IBA, descubrí que la única hora que nos servía para reunirnos telefónicamente con los 20 miembros del Consejo que estaban desperdigados por el mundo -y no interrumpir el sueño de nadie- era a las 6 de la mañana, hora México; 7 de la mañana, hora Nueva York y 11 pm en Nueva Zelanda. Por fortuna, hoy en día ya hay incluso arbitrajes de baja cuantía que se llevan 100% virtuales.

Por último, la tecnología nos ha llevado a una escritura más extensa: hoy los equipos de abogados son más grandes y cada uno de sus integrantes escribe un capítulo de los memoriales; como árbitro ves cómo va cambiando con frecuencia el estilo de escritura en un expediente. La tecnología también hace mucho más fácil la escritura, la edición y la corrección de estilo. Yo les digo mucho a los abogados de mi firma: ¡hay que escribir más corto! Los árbitros no son computadoras; tienen que leerlo todo. Es mejor presentar un memorial corto para que el árbitro lo lea de principio a fin, que obligar al árbitro a usar ChatGPT para hacer un resumen de tu memorial mucho más largo.

Dicho lo anterior, hay que aclarar algo muy importante: si bien la evolución tecnológica ha tenido un impacto importante en el arbitraje, en su esencia no deja de ser el mismo procedimiento de juicio humano que era cuando empecé en 1982.

Hablemos en concreto de la tecnología más revolucionaria de todas, la Inteligencia Artificial. ¿Cómo está impactando la IA en la preparación de casos complejos de arbitraje internacional? ¿Cuáles son las mayores ventajas y los riesgos específicos que enfrenta el arbitraje en los próximos años a partir de la implementación de la IA?

De los cambios tecnológicos, el de la inteligencia artificial es el más complejo de todos. Tenemos que ser muy estrictos en cómo se utiliza: no es la panacea que se imaginan algunos jóvenes. Saberla usar correctamente es el reto de nuestros tiempos.

La presencia de la IA no es del todo nueva en el arbitraje. De hecho, muchas de las tecnologías que hoy reconocemos como IA, como los programas de traducción legal y gestión documental, han estado presentes en nuestra práctica durante la última década, aunque no las identificábamos explícitamente como sistemas de IA. Creo que hay una transformación positiva en términos de la eficiencia de los procedimientos arbitrales, porque nos permite automatizar tareas que anteriormente consumían importantes recursos de tiempo, como la elaboración de resúmenes de escritos y la clasificación de documentación.

Sin embargo, la IA no debe reemplazar nuestro criterio jurídico en aspectos cruciales como el análisis legal, la valoración probatoria y la toma de decisiones. Me preocupan especialmente los riesgos relacionados con la transparencia, imparcialidad y confidencialidad de estos sistemas, particularmente porque su entrenamiento con datos históricos puede perpetuar sesgos y generar resultados inexactos que podrían comprometer la integridad del proceso arbitral.

Ahora que la IA puede generar escritos legales, analizar precedentes e incluso sugerir estrategias, ¿qué preocupaciones éticas ve en su uso? Por ejemplo, ¿debería un equipo legal revelar qué partes de sus escritos o análisis fueron generados por IA? ¿Cómo garantizamos la autenticidad y confiabilidad de los argumentos cuando intervienen estas herramientas?

Mi principal preocupación respecto al uso de la IA en nuestro campo se centra fundamentalmente en la confidencialidad. Si bien reconozco que la IA puede ser una herramienta sumamente útil, debemos ser extremadamente cautelosos con su implementación cuando se trata de información confidencial.


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La naturaleza misma del arbitraje internacional implica el manejo de información altamente sensible y confidencial, lo que impone limitaciones significativas en el uso de la IA. Esto significa que, aunque estas herramientas puedan tener capacidades avanzadas, no podemos utilizarlas para la redacción de documentos o el análisis de casos sin un proceso estricto de supervisión humana ni para la toma de decisiones, especialmente cuando involucran información confidencial. Esta restricción es fundamental para mantener la integridad y la confianza en el proceso arbitral.

Sin embargo, la tecnología promete hacer el arbitraje más rápido y eficiente: análisis automatizado de documentos, plataformas de gestión de casos, herramientas predictivas... Aun así, el arbitraje internacional sigue siendo fundamentalmente un ejercicio de juicio humano. ¿Qué aspectos del proceso deberían automatizarse y cuáles requieren ineludiblemente el criterio y la experiencia personal del árbitro?

Existen aspectos específicos del proceso arbitral que pueden beneficiarse de la automatización, particularmente aquellas tareas rutinarias como la revisión documental, la gestión probatoria, las traducciones y la elaboración de resúmenes de documentos complejos. Esta automatización no solo resulta costo-efectiva, sino que también libera a los abogados para concentrarse en tareas que requieren mayor complejidad intelectual. Sin embargo, siempre insistiré en lo importante que es que cualquier producto generado por la IA sea posteriormente revisado por un profesional legal capacitado.

Por otro lado, hay aspectos del arbitraje que son absolutamente indelegables a la automatización, como el estudio y análisis de cuestiones fácticas y jurídicas, el desarrollo de estrategias legales y la toma de decisiones en cualquier punto del proceso. Después de 40 años en la práctica arbitral, puedo asegurar que la labor fundamental del árbitro permanece inmutable: la IA nunca podrá sustituir al criterio humano. Si bien puede ser una herramienta de apoyo muy valiosa, la interpretación y el análisis siempre requerirán del razonamiento humano, que es insustituible en nuestra profesión. La IA no reemplazará a los árbitros ni a los abogados de parte.

Hay cosas que solo los humanos podemos hacer. Estoy actualmente en dos arbitrajes importantes del Canal de Panamá, que es, sin duda, la obra más grande de la humanidad; ni la Muralla China tiene la misma envergadura. Y, por un interés personal previo a la disputa, sobrevolé toda la zona de expansión del Canal. Ver físicamente la obra de la que se trata tu caso es una experiencia muy pedagógica que te permite entender mejor de qué se trata realmente tu caso, y es una experiencia de la que ninguna máquina será capaz, al menos por ahora.

Hay que ser muy, pero muy cuidadosos, y mucho me temo que van a surgir problemas serios con la IA. Cuando cumplí 50 años de haber entrado a la Escuela Libre de Derecho tuve que hacer un discurso, y no lograba encontrar el tiempo necesario para escribirlo. Le pedí apoyo a ChatGPT y me dio un excelente borrador en cuestión de segundos. ¡Para una cosa así es una herramienta extraordinaria! Pero en el oficio de los abogados hay instancias en las que no puede haber ni un 1% de riesgo de que se presente un expediente con errores o alucinaciones de la IA.

Desde su perspectiva como fundador de una firma líder en innovación, ¿qué inversiones tecnológicas y formativas son imprescindibles hoy en una firma para mantener la competitividad en arbitraje internacional?

Durante las últimas cuatro décadas he sido testigo de una evolución vertiginosa en materia de tecnología y puedo decirles que, al día de hoy, soy un un promotor cauteloso pero entusiasta de la tecnología en Von Wobeser y Sierra.

Permítanme que les cuente una historia que ilustra mi perspectiva en esta materia. La única vez que me ha dado úlcera en la vida fue a mediados de los 80, cuando trabajaba en una firma, por entonces la más grande de México, que se rehusaba a invertir en tecnología para hacer la facturación. No podía creer que un despacho tan grande no quisiera invertir en procesadoras de palabras para sustituir un proceso que era en extremo artesanal y engorroso. En aquel entonces, por cada abogado había cinco personas administrativas en una firma grande. Hoy tenemos una persona de soporte administrativo por cada diez abogados.


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Lo primero que hice cuando abrí mi propia firma en 1986 fue comprar tres procesadores de palabras. No es que yo haya sido o sea un visionario tecnológico, pero sabía que el uso de la tecnología marca una ventaja comparativa brutal en términos de eficiencia.

Hoy somos de las pocas firmas en la región que tienen un chatbot propio. A finales de 2023, Von Wobeser y Sierra lanzó VonBot(R), un asistente legal impulsado por IA que funciona como asistente legal y que es alimentado con información interna de nuestra firma. Además de invertir en el desarrollo del chatbot, acompañados por una firma de Silicon Valley, hemos realizado inversiones relevantes en nuevos servidores que nos permiten operar esta herramienta internamente y preservar la confidencialidad de la información de nuestros clientes. Son inversiones relevantes, en términos de tiempo y dinero, pero te permiten anticiparte a tus competidores y servir mejor a los clientes.

También hemos implementado herramientas esenciales de apoyo para tareas rutinarias, como programas de traducción legal, procesamiento y revisión de documentos, así como generación de resúmenes, aunque siempre manteniendo la supervisión humana de nuestros abogados. Nuestra estructura incluye un Comité de Innovación y Tecnología dedicado a asegurar que nuestros profesionales cuenten con las herramientas tecnológicas necesarias. Al mismo tiempo, educamos a nuestros abogados más jóvenes para que entiendan que una herramienta de IA generativa facilita el trabajo, pero no sustituye la intervención humana.

En el contexto mexicano, nos enorgullece mantener un nivel tecnológico equiparable al de las firmas internacionales, posiblemente beneficiados por nuestra proximidad geográfica con Estados Unidos. Un ejemplo concreto de nuestra apuesta por la innovación es nuestra participación en el programa piloto de JusAI, de Jus Mundi, una herramienta que ha demostrado ser excepcionalmente útil para nuestro trabajo en arbitraje y que continúa evolucionando constantemente. Esta experiencia confirma nuestra convicción de que la inversión en tecnología y formación es imprescindible para mantenerse a la vanguardia del arbitraje internacional.

¿Considera que las nuevas tecnologías están democratizando el acceso al arbitraje internacional o, por el contrario, están creando nuevas barreras?

La relación entre las nuevas tecnologías y la democratización del arbitraje es compleja y presenta dos caras. Por un lado, reconozco que el objetivo fundamental de estas tecnologías es positivo y, efectivamente, hasta cierto punto están contribuyendo a democratizar el acceso al arbitraje internacional. Sin embargo, me preocupa una realidad emergente: muchas de estas herramientas de IA tienen costos significativos asociados a sus licencias. Esto podría crear una situación problemática donde solo un grupo selecto de despachos con recursos sustanciales pueda permitirse acceder a estas tecnologías avanzadas, generando, paradójicamente, una nueva barrera de entrada al campo del arbitraje internacional.

¿Cree que es necesaria una regulación específica para el uso de tecnologías en el arbitraje internacional? ¿Qué aspectos deberían contemplarse en dichas normativas?

Ya contamos con un marco regulatorio de soft law para el uso de tecnologías en nuestra práctica. La Cámara de Comercio Internacional (ICC) ha realizado una labor excepcional en este sentido, desarrollando diversos Reportes de la Comisión de Arbitraje y ADR centrados en el uso de tecnologías de la información. Esta evolución comenzó en 2004 con el Informe "Issues to be Considered when Using Information Technology in International Arbitration", que fue posteriormente actualizado en 2017, y más recientemente en 2022 con la publicación del "Leveraging Technology for Fair, Effective and Efficient International Arbitration Proceedings".

Un avance significativo en esta materia se dio en abril de este año, cuando el Centro de Arbitramento y Mediación de Silicon Valley (SVAMC) publicó sus directrices específicas para el uso de la IA en el arbitraje internacional, abordando aspectos cruciales como la confidencialidad, el deber de revelación del uso de IA y la importancia de no delegar la toma de decisiones a estos sistemas. No obstante, es fundamental reconocer que estos instrumentos regulatorios deberán someterse a revisiones y modificaciones periódicas para mantenerse alineados con la rápida evolución tecnológica que experimentamos.

Como referencia internacional del arbitraje, ¿qué tan preparado ve al ecosistema legal mexicano para la revolución tecnológica en el arbitraje internacional? ¿Están nuestras instituciones arbitrales a la altura de sus pares globales en adopción tecnológica?

El ecosistema legal mexicano se encuentra bien posicionado para hacer frente a la revolución tecnológica en el arbitraje. Esto se debe principalmente a que los casos de mayor envergadura en México se manejan a través de instituciones internacionales de primer nivel como la Cámara de Comercio Internacional (ICC), la Corte de Arbitraje Internacional de Londres (LCIA), el (Centro Internacional para la Resolución de Disputas (ICDR) y la Corte Permanente de Arbitraje (PCA)


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En cuanto a nuestras instituciones locales como el Centro de Arbitraje de México (CAM) y la Cámara Nacional de Comercio (CANACO), estas operan principalmente en el ámbito nacional y tienden a seguir las pautas tecnológicas establecidas por las instituciones arbitrales internacionales. Este modelo de adopción les permite mantenerse actualizadas y beneficiarse de las mejores prácticas ya probadas en el contexto internacional.

¿Qué consejos daría a los abogados de la nueva generación? ¿Cómo pueden aprovechar al máximo las nuevas herramientas tecnológicas sin perder de vista las habilidades fundamentales que, en su experiencia, hacen a un árbitro o a un abogado de parte verdaderamente excepcional?

Mi consejo fundamental para las nuevas generaciones que pretenden dedicarse al arbitraje se centra en mantener siempre presente la esencia de nuestra labor. Es crucial recordar que las partes seleccionan a un árbitro por ciertas razones fundamentales: su experiencia, conocimientos especializados, formación académica y dominio de la materia. Estos elementos son insustituibles y constituyen el núcleo de nuestra profesión. Y deben saber que la presión en el arbitraje es tremenda. Es una rama fascinante, pero muy exigente. En todo caso, no cambiaría mi carrera por nada y amo lo que hago.

Y ya lo he dicho: la tecnología y la IA deben verse como herramientas de apoyo que permiten optimizar y agilizar tareas rutinarias, pero nunca como un sustituto del juicio humano. La labor esencial del árbitro permanece inmutable, tal como lo era hace cuatro o cinco décadas cuando no contábamos con la tecnología actual. Los elementos de juicio y persuasión que caracterizan a un árbitro excepcional no pueden ser replicados por las máquinas. La IA puede ser un valioso aliado, pero la interpretación y el análisis siempre requerirán del cerebro humano, manteniendo la esencia de nuestra profesión intacta a pesar de los avances tecnológicos.

Hoy en día no existen sustitutos para el estudio, la dedicación y la integridad que empiezan desde la carrera de Derecho y que deben continuar a lo largo de toda la carrera profesional de un abogado.

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