El arquetipo del profesional legal

Con el fin de describir el conjunto de actitudes y conductas que definen a quienes pertenecemos a esta profesión, he acuñado el término arquetipo del profesional legal. En mi libro Becoming a Lawyer: Discovering and Defining Your Professional Persona intento descubrir y discutir estas actitudes y conductas, que son el factor determinante del éxito en la profesión y fuera de ella.^[1]

A raíz de la profunda disrupción que vive la industria legal en este momento, se ha vuelto crucial desarrollar un arquetipo sólido de las y los profesionales legales.

Los cambios que experimenta la profesión —como la férrea competencia por los puestos de trabajo más codiciados y por cierto tipo de clientes— han hecho que el desarrollo de un arquetipo robusto cobre aún más importancia.

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Características preliminares del arquetipo del profesional legal

Mi trabajo sobre este tema tiene por objetivo despertar el interés por el desarrollo de sus actitudes y conductas. Una vez que hayamos entendido la importancia de la creación de un arquetipo profesional fuerte y seamos más conscientes de las actitudes y conductas que nos marcan como profesionales, las dificultades y el matiz misterioso que rodean al proceso desaparecen.

La creación de un arquetipo profesional es una experiencia realmente empoderadora. En un mundo —y en una profesión— donde a menudo nos sentimos impotentes, cultivar un arquetipo profesional es algo que está plenamente dentro de nuestro ámbito de control. Se trata, además, de un proceso constante y prolongado. El hecho de que podamos mejorar continuamente y ser cada vez más felices a lo largo de nuestras vidas y carreras es una inyección revitalizante.

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Los pilares del arquetipo del profesional legal

He identificado cuatro pilares de nuestro arquetipo profesional: (in)competencia (in)consciente, creación de hábitos, inteligencia y liderazgo.

• (In)competencia (in)consciente: se refiere a la manera cómo aprendemos y nos desenvolvemos en el mundo del aprendizaje. Algunas herramientas básicas incluyen la capacidad de autocuestionamiento o de ponerse a prueba, en lugar de simplemente asumir que somos buenos en algo o que tenemos facilidad para desarrollar una habilidad en particular; la reflexión profunda, significativa y sostenida; la observación y la imitación, que nos permiten aprovechar las habilidades de la gente talentosa con la que nos relacionamos a diario; y la voluntad de ser entrenado.
• Hábitos: los malos hábitos obstaculizan nuestro camino al éxito, mientras que el desarrollo de hábitos positivos contribuye considerablemente al fortalecimiento de nuestro arquetipo profesional. Unos hábitos sólidos ahorran tiempo y energía mental que podemos utilizar para concentrarnos en otros asuntos más específicos. Lo mejor de todo es que tener buenos hábitos favorece la creación de más hábitos positivos. Esto hace que este proceso sea una excelente inversión de tiempo y energía.
• Inteligencia: el concepto de inteligencia suele evocar la noción del coeficiente intelectual (CI) que, por muchos años, se creía que era el único factor que determinaba el éxito. Hoy entendemos que la inteligencia es un concepto mucho más multidimensional y contextual de lo que pensábamos. En particular, ahora es ampliamente conocido que la inteligencia emocional (la habilidad para entender y regular nuestras propias emociones) y la inteligencia social (la habilidad para entender las emociones de los demás y responder apropiadamente a ellas) son aún más determinantes que tener un CI superior al mínimo requerido para completar la carrera de Derecho. Además, tanto la inteligencia emocional como la social pueden ser desarrolladas, mientras que el CI es una cualidad relativamente fija.
• Liderazgo: al contrario de lo que se cree, el liderazgo no está atado a un cargo, es la personificación de una cierta forma de pensar y una actitud general. Las definiciones del término liderazgo abundan, pero no todas coinciden en que los líderes son visionarios pues se enfocan en conseguir resultados. Además, quienes lideran son agentes de cambio, porque tienen la habilidad de hacer realidad los cambios que persiguen. Los líderes logran esto porque tienen altos niveles de inteligencia emocional y social.

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Autogestión: el profesionalismo desde lo interno

La autogestión abarca la mentalidad y la voluntad, la gestión del tiempo y el bienestar.

• Autogestión y voluntad: la mentalidad y la voluntad son propensiones, actitudes, estados de ánimo e inclinaciones que nos definen como persona y como profesionales. Dentro de la mentalidad y la voluntad se incluye el enfoque positivo, el compromiso con la excelencia y el carácter de una persona. Un enfoque positivo se basa en el crecimiento, la determinación, la resiliencia, el entusiasmo y la curiosidad. El compromiso con la excelencia abarca rasgos como el ingenio, la diligencia, la dedicación, la autodisciplina, la preparación, la confiabilidad, la adaptabilidad y la sabiduría. El carácter implica demostrar gratitud, ser digno, discreto, humilde, seguro de sí mismo, auténtico, elegante y tener sentido del humor.
• Gestión del tiempo: si comparamos cómo administramos nuestro dinero con la manera cómo administramos nuestro tiempo, notaremos que somos mucho más conscientes cuando tratamos con dinero. Deberíamos hacer uso de nuestro tiempo con mayor conciencia, pues es este recurso —y no el dinero— el bien más limitado y precioso de todos.
• Bienestar: el bienestar comprende varias dimensiones —ocupacional, emocional, social, intelectual, física y espiritual— todas deben estar equilibradas para que el bienestar sea posible.

La preocupación acerca del bienestar en la profesión ha alcanzado niveles críticos, exacerbados por la pandemia de COVID-19. Hay numerosas razones que originan la falta de bienestar en las y los abogados y los resultados suelen afectar severamente a los individuos, a sus familias y a las comunidades donde viven.

Adicionalmente, nuestro trabajo se ve afectado cuando fallamos: hay una fuerte correlación entre el bienestar del profesional legal y su capacidad. También la hay entre bienestar y retención. La preocupación en torno a la retención se amplifica por el contagio emocional dentro de las organizaciones.

Hay muchas cosas que podemos poner en práctica para mejorar nuestro bienestar: comer bien, tomar períodos de descanso y rejuvenecimiento, actividad física e interconexiones personales, por nombrar algunas. También podemos adoptar una mentalidad orientada al bienestar.

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Relaciones: el profesionalismo desde lo externo

Las relaciones definen nuestra manera de trabajar y cómo nos proyectamos ante el mundo, un factor imprescindible para los profesionales legales.

Las reglas básicas del trabajo con otros engloban conceptos obvios como la civilidad, la colaboración y la responsabilidad, además de elementos más sutiles como el pensamiento inclusivo y el manejo de nuestros prejuicios implícitos y de las microagresiones.

Estar positivamente dispuestos a ser supervisados involucra aprender a servir de una forma altamente proactiva, colaborativa, receptiva y adaptable y tiene mucho en común con el enfoque de servicio centrado en el cliente. De hecho, los profesionales legales novatos (quienes a menudo tienen poca interacción con los clientes) deberían tratar a sus superiores con el mismo enfoque de servicio que aplican a las relaciones con los clientes. Este enfoque incluye la necesidad de escuchar activamente, de ser creativo en la resolución de problemas y de entender las implicaciones y consecuencias de las decisiones.

La retención del talento se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza para muchas firmas. Para retener y desarrollar el talento con la mira puesta en el compromiso a largo plazo, las firmas necesitan adoptar un enfoque específico para la gestión del desarrollo del talento y los supervisores deberían considerar la capacitación y el desarrollo del talento como una parte integral de todas sus interacciones con los abogados júnior.

Las habilidades comunicativas son herramientas esenciales para todo abogado. Saber escribir y hablar de manera clara y concisa es crucial, así como estar siempre informado acerca de nuestra audiencia y nuestros objetivos. Entre las habilidades comunicativas también se incluye la capacidad de escuchar de forma tal que se comprenda la perspectiva del otro —algo comúnmente ignorado— prestando atención a las señales verbales y no verbales de la interacción.

Finalmente, la manera en cómo nos mostramos al mundo como profesionales define quiénes somos. Ya sea a través de nuestro comportamiento cotidiano, nuestras redes de contacto, nuestra participación en actividades gremiales o civiles o nuestra presencia en las redes sociales, nuestro perfil profesional público revelará mucho de nosotros mismos.

*Toni Jaeger-Fine es socia principal de Jaeger-Fine Consulting.